jueves, 19 de junio de 2008

Joaquín Costa, Oligarquía y Caciquismo.


Al inicio de un libro me encuentro con lo siguiente: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos (tanto si existen como si no), diagnosticarlos incorrectamente y aplicarles el peor remedio posible"(Sir Ernest Been).

Aparentemente inédita y llamativa afirmación, Groucho Marx lo decía así: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después un remedio equivocado".
Paul Auster sostenía que: "Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión".
También se suele señalar que "La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las ordenes".
Hay quienes sostienen que "Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia".

Es común la creencia de que "la democracia es la forma menos mala de organizarse una sociedad" para luego, a renglón seguido, sostener que los políticos solo están en la política para forrarse y que la política es detestable.
Benedetto Croce señalaba que "La libertad es singular, siempre que exista libertad plural".

Cánovas del Castillo afirmaba:"Un sólo partido no puede asegurar y hacer la Restauración"; "cuando a un partido le da por no participar, esto es, por el retraimiento hostil, es porque está preparando su revolución para cambiar las tornas"; "mi deber es procurar, en cuanto está a mi alcance, la formación de grandes partidos políticos en los cuales pueda apoyarse el trono para las diversas soluciones que exijan los tiempos".
Joaquín Costa diagnosticó que el régimen político, en la España de su época, era un régimen oligárquico y caciquil. España era "una oligarquía de notables", no era una nación libre y soberana, en ella no había ni parlamento ni partidos, solo oligarquías.
"No es (...) nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por corruptelas y abusos, según es uso entender, sino, al contrario, un régimen oligárquico, servido, que no moderado, por instituciones aparentemente parlamentarias."
En este régimen caciquil, que adopta una forma de monarquía parlamentaria, en vez de subordinarse los elegidos a los electores son éstos lo que están sometidos a los elegidos. Además, tampoco la ley contempla o considera de forma ecuánime a todos los ciudadanos".

Según Costa, los elementos de la oligarquía son:
"1º Los oligarcas (los llamados primates, prohombres o notables de cada bando, que forman su "plana mayor", residentes ordinariamente en el centro;
2º Los caciques, de primero, segundo o ulterior grado, diseminados por el territorio;
3º El gobernador civil, que les sirve de órgano de comunicación y de instrumento."

El cacique es el hombre fuerte de la comarca, con influencia política, social y económica y base del sistema caciquil. El oligarca es el político profesional de la nación que se apoya en el oligarca para ejercer su poder.
El cacique realiza el trabajo sucio y el delincuente de cuello blanco es el oligarca."En las fechorías, inmoralidades o crímenes que forman el tejido de la vida política de nuestro país, el oligarca es tan autor como el cacique, tanto como el funcionario, como el alcalde, como el agente
como el juez, e igualmente culpable que ellos; pero no he dicho bien: esa culpa es infinitamente mayor, y sería si acaso el instrumento o el cacique quien tendría moralmente razón para negar el saludo al personaje o al ministro, que fríamente y a mansalva armó su brazo, haciendo de él un criminal cuando pudo y debió hacer de él un ciudadano
."
El régimen caciquil se caracteriza por su nefasto elitismo, en él más brillantes e inteligentes son postergados por el régimen caciquil: "es la postergación sistemática, equivalente a la eliminación de los elementos superiores de la sociedad, tan completa y absoluta, que el país ni siquiera sabe si existen; es el gobierno y dirección de los mejores por los peores; violación torpe de la ley natural, que mantiene lejos de la cabeza, fuera de todo estado mayor, confundida y diluida en la masa del servum pecus, la élite intelectual y moral del país, sin la cual los grupos humanos no progresan, sino que se estancan, cuando no retroceden."
España es una meritocracia a la inversa. El régimen selecciona a los peores y posterga a los mejores de la sociedad española. En el régimen caciquil oligárquico sólo sobreviven los peores.
Los oligarcas se reparten regionalmente España en áreas de influencia política local. Cada oligarca disfruta de su correspondiente territorio. Los oligarcas se reúnen en asociaciones o bolsas de empleo llamadas partidos y deliberan en las Cortes.
En España no hay Cortes ni partidos políticos más que en caricatura. Los grupos políticos no responden más que a sus intereses personales y pasajeros. El parlamento no representa al país. Las elecciones son organizadas por el gobierno para obtener el resultado electoral apetecido en un régimen bastardo en el que los Gobiernos deciden la suerte de las Cortes.
El caciquismo u oligarquía política afecta también al aparato judicial, necesita de una justicia corrupta y llena de parcialidades y partidismos caciquiles.
Costa no condena el régimen parlamentario sino su perversión oligárquica.

Concluye Costa que en España hay dos gobiernos: uno fenoménico y fantasmal (el sistema de monarquía parlamentaria, con constitución y elecciones) y otro el real, efectivo y esencial que es el caciquismo oligárquico. Esta oligarquía es una oligarquía absoluta, sin ningún poder que la frene o modere. Por encima del Rey está S.M. el Cacique. Costa define el régimen imperante en la España de 1899 como "una oligarquía pura en el concepto aristotélico: gobierno del país por una minoría absoluta, que atiende exclusivamente a su interés personal, sacrificándole el bien de la comunidad."

Y señala que la existencia de la oligarquía política compromete la unidad de España y fomenta el secesionismo político y territorial. Para que subsista España como Estado nacional es preciso que desaparezca la oligarquía. "Pueblo que no es libre, no debe esperarse que se preocupe de la bandera".

La oligarquía desnacionaliza España.
Costa señala un proceso de la desnacionalización de España producida por el atraso del país y por la naturaleza corrupta de su régimen político
La solución propuesta por Costa es una política quirúrgica de urgencia.
El parlamentarismo existente es incapaz de acometer las reformas necesarias para España (el parlamentarismo no es el medio, es el fin de las reformas).
Si el pueblo ahora no tiene voluntad, carece de sentido plantearse el que las elecciones reflejen la voluntad del pueblo. El régimen parlamentario existente funciona sin necesidad de elecciones ni de electores, es un "gobierno parlamentario sin electores". En él las mayorías y minorías son hechuras del partido gobernante. La representación es inexistente de facto. Los diputados representan a las diversas facciones dentro de la oligarquía (por ello el consenso es fácil entre todos los oligarcas o caciques).
La solución es el régimen constitucional de separación de poderes del Estado: “el régimen parlamentario como ideal, el régimen presidencial o representativo como transición y como medio."
En el régimen oligárquico no existe una ciudadanía madura moral y políticamente: "España, como Estado oligárquico que es, no puede tener ciudadanos conscientes; electores, ni, por tanto, régimen parlamentario, y porque no puede tenerlos no los tiene".
Costa sostiene la inevitabilidad de la europeización de España. España está en Europa y debe adaptarse a la situación real que le circunda para no ser absorbida por las grandes potencias. La europeización puede llegar por la colonización económica de España por las grandes potencias europeas o porque España se modernice sin dejar de ser España.
El dilema según Costa: o España se europeíza o es europeizada. Si España se europeíza será de acuerdo con su genio y su tradición, si España es europeizada por las grandes potencias, será borrada del mapa y esquilmada, desaparecerá como tal.
La europeización "requiere una revolución desde el poder; revolución muy honda y muy rápida, tan rápida como honda". "Ahora bien, esa revolución súbita supone como necesaria condición estas tres cosas a la vez: genio político que la promueva y dirija; una organización vieja que no la estorbe; un estado social que la pueda asimilar."

La prensa, según Costa, también es responsable de la postración de España. Igual que el pueblo español no tiene ni madurez ni capacidad política, tampoco tiene capacidad para leer periódicos de forma crítica y racional.
La opinión no surge de los ciudadanos, sino de los periódicos. El periodismo hace que los ciudadanos abdiquen de su facultad de pensar por sí mismos. Como la prensa está en manos de oligarcas, la prensa es sumamente perjudicial para el pueblo español.
"Y así ha resultado que eso que llamamos opinión no tiene su fuente en la conciencia de la nación, sino que se forma en las redacciones de dos o tres periódicos; y como, por otra parte, esas redacciones no son, en lo general, cuerpos de tutores, patriciado natural, sino, al igual de la plana mayor de las facciones, cuerpos de oligarcas y de intérpretes y adscripticios suyos que por esto no dejan oír a su pupilo otras voces que las propias, el vasallaje práctico del gobernante resulta doblado por el vasallaje teórico del periodista, y entre los dos dan a España, según dije, aspecto de una nación maleficiada."
Con las oligarquías periodísticas existentes es imposible el cambio que propugna Costa, la renovación de la prensa es forzosa.
Es necesario el concurso de las élites intelectuales para realizar la revolución nacional liberal que propugna. Es necesario un partido de hombres nuevos de donde saldrá todo el personal político necesario para cubrir los cargos públicos del Estado y colaborar con el cirujano en la necesaria tarea de regeneración de la patria.
El partido es la élite intelectual y política con capacidad suficiente de impulsar el cambio y suministrar de entre sus filas el personal político necesario a la nación. Este partido deber ser liberal, nacional y regeneracionista.

Si han llegado hasta aquí, ¿cómo se sienten?, ¿qué se les ocurre?.

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