Zapatero, Solbes y Sebastian, la orquesta del Titanic en La Moncloa
La actitud del presidente del Gobierno, vicepresidente y ministros responsables de las carteras económicas es la imagen de la orquesta que toca mientras el paquebote hace agua.
LA CRISIS QUE NO EXISTE
Zapatero está convencido de que negando la crisis económica los españoles terminaremos por creernos que la situación no es grave.
Los integrantes de la orquesta del Titanic, impasibles y concentrados, siguieron tocando sus violines y violonchelo, ajenos aparentemente a la tragedia que se vivía a su alrededor, mientras el trasatlántico se hundía. Hay quienes también han utilizado la misma metáfora del citado barco para sugerir la situación del PP y ajustar cuentas con Rajoy que hoy saldrá, digan lo que digan, reforzado de Valencia al frente de un equipo que ha despertado la ilusión de la militancia popular descreída y resignada a resultas de la crisis abierta por la derrota electoral.
Zapatero está convencido de que negando la crisis económica los españoles terminaremos por creernos que la situación no es grave.
Los integrantes de la orquesta del Titanic, impasibles y concentrados, siguieron tocando sus violines y violonchelo, ajenos aparentemente a la tragedia que se vivía a su alrededor, mientras el trasatlántico se hundía. Hay quienes también han utilizado la misma metáfora del citado barco para sugerir la situación del PP y ajustar cuentas con Rajoy que hoy saldrá, digan lo que digan, reforzado de Valencia al frente de un equipo que ha despertado la ilusión de la militancia popular descreída y resignada a resultas de la crisis abierta por la derrota electoral.
Pero a vueltas con la otra crisis, la económica, ya sea Zapatero, Solbes o Alonso, hable quien hable, ninguno admite la palabra maldita, prohibida en el argumentario gubernamental. Ya puede paralizarse o quedar desabastecida España, anunciarse "eres" temporales, sucederse las huelgas, tener la inflación mas alta de los últimos trece años o las peores previsiones de crecimiento y desempleo de los próximos meses, que para el gobierno "no passa nada".
A Solbes se le escapó una "crisis" en el Congreso y le faltó tiempo para negarlo a pesar de la luz, los taquígrafos y los micrófonos y cámaras de televisión que recogieron su intervención y la frase en la que utilizó la palabra prohibida.
En su respuesta a Llamazares se refirió a la crisis y al día siguiente cuando los colegas se lo recordaron, por novedoso y sorprendente, no dudó en negarlo con desparpajo. Zapatero está convencido de que negando la crisis económica los españoles terminaremos por creernos que la situación no es grave (el pesimismo no vende le dijo a José Manuel Lara) por mas que siga la espiral inflacionista y continúen subiendo los precios de la cesta de la compra y de las gasolinas en la misma proporción que mengua el poder adquisitivo de las familias; por no mencionar el miedo a engrosar las listas del paro.Preguntado un alto ejecutivo de una de las tres primeras compañías cotizadas del Ibex 35 sobre la actitud del gobierno ante la crisis, exclamó: "Gara resolver un problema lo primero que hay que hacer es admitir que existe y después intentar resolverlo; mientras el gobierno no vea el problema, difícilmente podrá abordarlo con realismo".
El presidente del BBVA, Francisco González, fue más directo y, sin mencionarlo deslizó una critica al Gobierno, se supone, " por haberse infravalorado los problemas a los que nos enfrentamos". "Lo ocurrido en los últimos doces meses ha sido increíble", subrayó FG , cabe interpretar que en referencia a la actitud pasiva, acomodada e irresponsable de un Ejecutivo cuyo titular de Industria considera que cuanto peor vaya la cosa será mejor para el futuro, en el convencimiento de que cuanto mas caiga la economía, mas rápida será la recuperación. Las dos opiniones antes recogidas, acreditadas y representativas del sentir empresarial, contrastan, sin embargo, con el aparente grado de satisfacción exhibido por el patrón de patrones, Gerardo Díaz Ferrán, en el posado de la Moncloa, junto a Zapatero. Díaz Ferrán sonreía mientras los dirigentes sindicales, Méndez y Fidalgo, se mostraron circunspectos y serios. Pareciera que el presidente de la CEOE quisiera agradar sin reservas al jefe del Gobierno, no tanto por talante empresarial como por instinto personal de salvación dadas las circunstancias de sus inversiones en Argentina.
Por cierto, los líderes de la patronal y de UGT no emplearon en sus respectivas disertaciones la palabra crisis para referirse a las dificultades económicas del momento. Quizás por ello la cosa no pasó de ser un mero paripé protocolario amenizado por la orquesta del Titanic, a pesar de las advertencias que hace el Banco de España sobre los riesgos que corren las pensiones, las finanzas publicas, el crecimiento económico y el incremento del paro si no se toman las medidas oportunas por mas impopulares que puedan resultar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario