domingo, 22 de junio de 2008

Romper el pacto de silencio del acoso escolar


Un programa permite detectar de forma precoz a los niños que sufren vejaciones.
La mayoría de los casos de 'bullying' se produce entre los 13 y los 14 años
Patricia Matey escribe en periódico El Mundo".
"Insultar es lo corriente, te persigue, te amenaza... Una vez entre él y otro quisieron bajarme los pantalones en el autobús. El conductor pasaba de todo. Un día me tiró una paloma muerta y caca de perro. Y piedras. Tuve muchas ganas de desaparecer, por no aguantarlo más. En serio. No veía otra salida. Tengo un 5% de esperanza en que no tenga que sufrir más, porque es peor que un cáncer y que apruebe el año que viene, que salga adelante y que venga esa sonrisa a mí, para que vuelva a ser feliz".
María tenía 14 años cuando escribió estas palabras en la consulta de Isabel Menéndez Benavente, su psicóloga infantil de Gijón con dilatada experiencia en atención a víctimas de acoso escolar.
Esta estudiante no tuvo las mismas oportunidades que están teniendo hoy otros menores que sufren acoso en cientos de colegios e institutos españoles.
Ellos están recibiendo ayuda a tiempo. Un equipo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha desarrollado un programa informático que permite detectar precozmente a quienes son objeto de vejaciones en los centros educativos. Con ello se evita que el hostigamiento se prolongue y deje 'heridas' incurables.
Javier Martín Babarro, 'padre' del método, recuerda "que el acoso escolar es un proceso relacionado con el grupo de iguales. No sólo se refiere a la persona intimidada sino, también, a una serie de espectadores. Lo que se rompe con este programa es el pacto de silencio sellado entre víctimas, acosadores y testigos".

El proyecto se centra en el uso de una herramienta informática que permite aplicar una serie de pruebas a los alumnos. Para ello se introducen todas las fotos de los estudiantes de una clase en el programa y, posteriormente, se realiza un cuestionario a cada uno de los alumnos con preguntas como: ¿con quién te gusta jugar? ¿Quién es el que más molesta? etc.
Los escolares sólo tienen que dirigir el cursor hacia las fotografías de sus compañeros que respondan a estos interrogantes y clicar el ratón. "Así es mucho más sencillo y efectivo que si tienen que hablar o escribir sobre el tema. Responden con mucha más libertad y sin sentirse coaccionados".
En el instituto madrileño Salvador Allende de Fuenlabrada el 'bullying', término en inglés del acoso verbal o físico, que se produce entre escolares de forma reiterada y a lo largo del tiempo, es prácticamente inexistente.
Hace cuatro años fueron los primeros en introducir el programa de detección precoz de acoso de la UCM. "Ha sido fantástico y efectivo. Primero lo aplicamos con alumnos de 13 y 14 años, los del primer ciclo de la ESO, porque está constatado que la mayoría de los casos de acoso se produce a estas edades. Luego lo extendimos a los de segundo ciclo", comenta Eduardo Garrigos, director del instituto.
Una vez que todos los alumnos han pasado por el programa se 'destapa' quienes son los más aislados, los más respetados o los que más molestan. "Los centros tienen diferentes protocolos de actuación con la información recogida. Sin embargo, desde el programa les facilitamos una serie de medidas de prevención que utilizan los centros piloto como el de Fuenlabrada y que funcionan con cierto grado de éxito. Todas se basan en la intervención mediante compañeros y compañeras. En el grupo es donde se genera el maltrato y a través de él tratamos de solucionar el problema".

Apoyo social
La pautas van encaminadas a "fortalecer la red social del alumno que ha sufrido el abuso, a través de entrevistas con compañeros a los que se les pide que nos informen sobre la situación y se les pregunta si pueden hacer un hueco en su 'pandilla' al compañero agredido, así como apoyarle en diversas situaciones en el centro. También se realiza una colocación de la clase que favorezca al estudiante marginado o se organizan los grupos del centro del año siguiente atendiendo también a las variables socioafectivas de la clase", agrega el investigador madrileño.
El 'mejor testigo' de la eficacia de la prueba está en las cifras que hablan de disminución de expulsiones por acoso en el instituto Salvador Allende. "Si hace siete años tramitábamos 70 expedientes, que implican expulsiones definitivas o por temporadas (una semana o un mes o varios), este curso no hemos tenido que abrir ninguno", insiste el director Garrigos.
Y 'el sello de calidad' lo proporciona el eco que está teniendo este tipo de programa en Europa. "Países como Finlandia y Suecia han llamado interesados en él así como se han preocupado por otro sistema que nos permite enviar un sms a los móviles de todos los padres si sus hijos a las nueve de la mañana no han venido a clase".

Un tutor electrónico
Pero hay más. "Hoy la mujer trabaja y no acude a dejar ni a recoger a sus hijos como antes. Tenemos un programa que permite a cualquier padre acceder al historial de su hijo a través de Internet y encontrar toda la información referente a él, sus notas, su comportamiento, sus faltas, etcétera", subraya.
Tras la experiencia piloto del instituto madrileño en el curso 2004/2005, el método de la UCM fue validado con una muestra de 3.176 alumnos de otros 25 centros de la Comunidad de Madrid. "Este año se está aplicando en 150 escuelas de seis comunidades autónomas diferentes (Castilla León que es en donde más implantado está, Andalucía, La Rioja, Madrid, Comunidad Valenciana y Galicia). Tenemos peticiones que han llegado a través una agrupación de colegios privados y estamos hablando con alguna administración autonómica para instalarlo en más centros el curso que viene".
Los alumnos del Salvador Allende, junto con los del resto de institutos de Fuenlabrada, son afortunados. "No sólo protegemos a los alumnos dentro del aula, sino que también fuera. Todos los centros forman parte del programa llamado Ulises que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de la localidad y que permite conocer si hay maltrato escolar fuera de los centros y actuar en caso necesario mediante la intervención rápida de un asistente social que se pone en contacto con los chicos y con las familias implicadas".

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