¿Es la Ministra de Igualdad la Ministro más jóven en la Historia de España?, por ocho meses sí, aunque su currículum no es tan completo como el de Federica Montseny, Clara Campoamor y Victoria Kent.
En su Blog, encuento con el epígrafe "Mi Currículum", lo que escribre de sí doña Bibiana Aído Almagro.
Ministra de Igualdad
*.- Nacida en Alcalá de los Gazules el 2 de Febrero de 1977.
*.- Licenciada en Administración y Dirección de Empresas. (1994-1999) Universidad de Cádiz.
BA (HONS) International Business Administration. University of Northumbria, Newcastle, UK.
*.- Programa de Doctorado en Economía y Dirección de Empresas. Universidad de Cádiz, España.
*.- Delegada Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz (2003-2006).
*.- Directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía (2006-2008).
*.- Afiliada a las JSA-Cádiz en el año 1993 y miembro fundador de las JSA de Alcalá de los Gazules.
*.- Secretaria de Formación del Comité Local de las JSA de Alcalá de los Gazules (1993- 1995).
*.- Secretaria de Prensa y Comunicación de la CEP de JSA-Cádiz (1995-1997).
*.- Vicesecretaria General de la CEP de JSA-Cádiz (1997-1999).
*.- Miembro del Comité de Andalucía de JSA (2000-2006).
*.- Afiliada al PSOE en el año 1995.
*.- Miembro del Comité Provincial del PSOE (1997- hasta la actualidad).
*.- Miembro de la candidatura socialista en la Elecciones Municipales del 13 de Junio de 1999 en Cádiz en el puesto número 12.
*.- Miembro de la candidatura socialista por Cádiz en la Elecciones Autonómicas del 12 de Marzo del 2000 en el puesto número 7.
Si mis cálculos no me engañan, fue nombrada ministra con 31 años y 1 mes.
La primera ministra de un gobierno español fue Federica Montseny y, según algunos, la primera ministra europea (algunos llegan a afirmar que fue la primera del mundo). También fue ministra con 31 años, como doña Bibiana, aunque con 31 años y 8 meses. Aunque su currículum difiere el de la Ministra de Igualdad.
*.- Federica Montseny nació en Madrid el 12 de febrero de 1905.
*.- Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, al tiempo que estaba afiliada a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y colaboraba en publicaciones anarquistas, donde escribía sobre filosofía, literatura y feminismo.
*.- El 5 noviembre de 1936 y mayo de 1937, Federica se hizo cargo del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social en el gobierno del socialista Francisco Largo Caballero.
*.- Federica Montseny ha pasado a la historia porque su ministerio promulgó una ley del aborto y creó unos centros de atención a las prostitutas, donde se les ofrecía alojamiento y se les enseñaba un oficio.
*.- Al terminar la guerra, y tras su breve ministerio, se exilió en Francia. Huyendo de los nazis, se refugió en la Borgoña y fue detenida. El gobierno de Madrid solicitó su extradición, pero fue denegada a causa de su embarazo.
*.- En 1945 se instaló en Tolouse, y hasta su muerte ni abandonó Francia ni renegó de sus ideales anarquistas. Murió en enero de 1994, víctima de una enfermedad terminal.
*.- Montseny publicó varios libros. Entre ellos destacan “La mujer, problema del hombre”, “Cien días en la vida de una mujer”, “Crónica de la CNT”, “El anarquismo” y “Mis primeros cuarenta años”.
Durante su corto mandato al frente de la cartera de Sanidad y Asistencia Pública (noviembre de 1936-mayo de 1937) puso en marcha por primera vez en España programas de ayuda a los desfavorecidos, convirtió los orfanatos en 'hogares de la infancia', creó 'liberatorios de prostitución' donde las prostitutas aprendían oficios, intentó regular el aborto -se opusieron el resto de los ministros del Gobierno de Largo Caballero- y se ocupó de los refugiados de la guerra. "Ella decía que sus medidas eran reformistas, pero en realidad, vistas desde ahora, sencillamente eran revolucionarias". Despreciaba el feminismo pero defendió los derechos de la mujer, pasó más de la mitad de su vida en el exilio pese a amar a su país, vivió a sueldo de su organización mientras defendía con ardor las ideas más revolucionarias y, en lugar de convertirse en la escritora que quiso ser, tuvo que conformarse con ser propagandista y, eso sí, una magnífica oradora”.
Otras mujeres que, sin ser Ministras de Igualdad, lucharon por ella eficazmente:
CLARA CAMPOAMOR RODRÍGUEZ
*.- Nace en Madrid el 12 de febrero de 1888. Huérfana de padre muy pronto, tuvo que dejar sus estudios y ponerse a trabajar. Fue modista, dependienta, empleada de Telégrafos... hasta que en 1914 hace oposiciones para profesora de adultas en el Ministerio de Instrucción Pública, ganándolas con el número uno.
*.- Sólo puede enseñar taquigrafía y mecanografía, ya que no tiene siquiera el Bachiller. Al mismo tiempo colabora en varios diarios, como El Sol, Nuevo Heraldo o El Tiempo. Entrar en el periódico progresista La Tribuna, fue decisivo para su actividad posterior.
En 1920, cumplidos ya los 32 años, se matricula como alumna de bachillerato en el Instituto Cisneros de Madrid, terminándolo en dos años, y a continuación en la Facultad de Derecho, concluyendo la carrera en otros dos. En 1924 obtiene su ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y meses después solicita su ingreso en el Colegio de Abogados, haciendo constar que desea ejercer su carrera, cosa que hace desde 1925. Asumió la defensa de los implicados en el levantamiento de Jaca.
Durante lo años que transcurren desde el comienzo de sus actividades como abogada y el final de la Dictadura primoriverista, Clara se dedica por entero a su profesión, rechazando su nombramiento para la Junta del Ateneo, lo que le obligó a pedir la excedencia en su cargo de Instrucción Pública. Entre 1928 y 1929 fue delegada del Tribunal de Menores.
Hasta 1930 desarrolló una intensa actividad en la Academia de Jurisprudencia. En 1925 fue nombrada Secretaria de la Sección Cuarta, formó parte de la Comisión de Trabajos Prácticos y de la de Publicaciones. El 30 de marzo de 1928 recibió el nombramiento de Académico Profesor. Paralelamente pronuncia conferencias y lleva a cabo numerosas intervenciones en las sesiones de trabajo que programa la Academia.
Aunque interviene en los temas más dispares, de manera especial le atraen los referentes a la situación jurídica de la mujer española. Su ideal se situaba en alcanzar en la ley la total equiparación de los sexos, sin que ninguno goce de un trato preferencial sobre el otro, ni siquiera cuando la beneficiada sea la mujer.
En 1929, tras la caída del Dictador, el anuncio de la vuelta a la normalidad constitucional había convertido al Colegio de Abogados de Madrid, al Ateneo y a la Academia, en centros de acción revolucionaria. Ese mismo año forma, con Matilde Huici, el Comité organizador de la Agrupación Liberal Socialista, la corta vida de este grupo, la llevó a enrolarse en las filas de Acción Republicana, pero, cuando se transformó en partido, Clara salió de él para afiliarse al Partido Radical, en cuya representación formó parte de la candidatura republicano-socialista, en 1931, para las Cortes Constituyentes, saliendo elegida diputada por Madrid.
Formó parte de la Comisión Constitucional, de 21 diputados, y peleó eficazmente por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad legal de los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal. Todo lo consiguió menos el voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento.
Intervino en el debate de varios artículos, sobre todo cuando éstos hacían referencia a la mujer. Destacan sus intervenciones en el artículo 36, siendo la única que defiende la concesión del sufragio femenino sin ningún tipo de limitaciones, pese a la posibilidad que existía de que el voto femenino se inclinase a favor de los partidos de derechas. Esta fue la causa del enfrentamiento dialéctico que mantuvo con Victoria Kent, partidaria de reconocer a la mujer su derecho electoral, pero con ciertas limitaciones prácticas. La Cámara dio su apoyo a "la Campoamor".
Aún tuvo tiempo para llevar a cabo otras actividades durante el bienio 1931-1933. Fue delegada de España ante la Sociedad de Naciones y fundó la Unión Republicana Feminista, para trabajar por el voto femenino.
A pesar de toda esta actividad desarrollada dentro y fuera de la Cámara, no logra renovar su acta de diputada en las elecciones de 1933, además de sufrir las críticas de la prensa de izquierdas, que la acusa de ser culpable de la victoria de la derecha por su empeño en dar el voto a la mujer. A estos ataques contestó con una carta publicada en El Heraldo de Madrid, el 26 de noviembre, en la que analizando los resultados electorales de varias ciudades, llega a la conclusión de que la causa de la victoria electoral conservadora se debe a la escisión que se produce dentro del bloque republicano y en la falta de eficacia del gobierno en algunos aspectos, como la Ley Agraria, el caso de Casas Viejas, etc.
En diciembre de 1933 es nombrada Directora General de Beneficiencia, cargo del que dimite al año siguiente por discrepancia con el ministro. Por estas fechas tuvo lugar la rebelión de Asturias y Clara marchó a Oviedo con el fin de socorrer a los niños de los mineros muertos o encarcelados. La dura represión la lleva a salir del Partido Radical y es nombrada entonces presidenta de la Organización Pro Infancia Obrera, dedicada a atender y a colocar a los niños asturianos, víctimas inocentes de la crisis de octubre.
Presentó su solicitud de ingreso en Izquierda Republicana, que le fue denegada, lo que para ella fue un duro golpe, además deja también la Unión Republicana Femenina, con lo cual no puede presentarse a las Cortes.
Escribió entonces su obra: “Mi pecado mortal”. “El voto femenino y yo”, como medio de justificar sus actuaciones. También publicó “El derecho femenino en España”.
Cuando estalló la Guerra Civil en 1936, emigró a Francia, publicando en París en 1937 La revolución española vista por una republicana, en francés y nunca editado en español. Vivió en Buenos Aires dedicada a la literatura, escribiendo obras como Sor Juana Inés de la Cruz y Obra de Quevedo, editadas ambas en 1945. Anteriormente, en 1938, había aparecido La situación jurídica de la mujer española.
En 1947, 1951 y 1955 intentó regresar a España, pero la acusación de francmasonería impidió su asiento definitivo. Se fue a vivir a Lausanne (Suiza), donde murió el 30 de abril de 1972
Biografía rápida de Victoria Kent
Victoria Kent Siano nació en Málaga, en el año 1892 (aunque la fecha de su nacimiento está sujeta a cierta controversia, por hallarse datada de distinta manera según las fuentes: 1892?, 1897? 1898?); hija de Don José O’Kent Román, comerciante de ascendencia inglesa asentado en esta ciudad. Nació en el seno de una familia de clase media y talante liberal y democrático.
En Málaga, ciudad que había sido durante el siglo XIX cuna de muchos movimiento liberales y de gran tradición revolucionaria, vivió su infancia y primera juventud, hasta que cursados los estudios de grado medio que la capacitaban para ejercer de Maestra de primeras letras, se trasladó a Madrid en 1917, para seguir los estudios universitarios.
Sabemos que al llegar a Madrid con 19 años, se instala en la Residencia de Estudiantes para Señoritas, que vinculada a la Institución Libre de Enseñanza había sido fundada por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en 1915, Residencia que dirigía María de Maeztu. Ello nos muestra que Victoria Kent estaba bien informada, desde Málaga, de los movimientos intelectuales de la época y que había elegido para sí el más avanzado y libre.
Se doctoró en derecho por la Universidad Complutense de Madrid en el año 1924, solicitando su ingreso en el Colegio de Abogados de la Villa y Corte en diciembre del mismo año. Ella fue la primera mujer en ostentar este título, seguida de Clara Campoamor, que ingresó también en el Colegio de Madrid el 2 de febrero del año 1925.
Kent inicia su andadura profesional en plena Dictadura del General Primo de Rivera (1923-1930). Además del ejercicio de la profesión, sin duda desarrolló otras actividades, pues muchos hablan de su conocida labor social y de sus actividades como conferenciante sobre asuntos jurídicos.
Pero la intervención más destacada dentro de su profesión, la que le proporcionó fama, fue la defensa del político Álvaro de Albornoz, que estaba encausado por haber participado en la rebelión republicana de diciembre de 1930. El ser la primera vez que una mujer actuaba ante un Consejo de Guerra, y el haber obtenido la absolución para su defendido, la rodeó de un enorme prestigio.
Este prestigio, su compromiso social y su talante republicano y democrático, además de su militancia en el Partido Radical Socialista, la empujaron a la arena política en cuanto fue proclamada la República (14 de abril de 1931).
Ella misma nos cuenta cómo el Presidente de la República, Don Niceto Alcalá Zamora, la llamó por teléfono para decirle: "Victoria, quiere usted prestarnos su colaboración? Sin vacilar un momento le respondí: Con entusiasmo y toda mi voluntad, estoy a sus órdenes. Deseamos asignarle el puesto de Directora General de Prisiones. No tengo que decir que en el acto, con emoción, acepté el requerimiento del Presidente. Ningún otro cargo podía complacerme más. Lo acepté con la plena convicción de las dificultades que llevaba aparejado semejante cargo y principalmente por estimar que la reforma del Reglamento Penitenciario de España era uno de los grandes problemas que se debían acometer".
Este compromiso la mantuvo en el cargo de Directora General de Prisiones, dependiente del Ministerio de Justicia, los siguientes catorce meses.
Su faceta política se completa en este momento con su elección como diputada por Madrid en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931, en la lista del Partido Radical Socialista. Obtuvo un total de 48.806 votos. La importancia de este hecho reside en que sólo otras dos mujeres, Margarita Nelken y Clara Campoamor, obtuvieron acta de diputadas en unas Cortes dominadas abrumadoramente por hombres. Habían sido unas elecciones en las que las mujeres españolas no tuvieron derecho al voto, aunque sí podían ser elegidas, bajo ciertos requisitos, para diputadas. Así estaban las cosas entonces.
Durante el primer año de la República, Victoria Kent desarrolló una actividad febril. Desempeñó de forma apasionada el cargo de Directora General de Prisiones, que no sólo consistía en llevar a cabo la reforma del régimen penitenciario español, sino también en atender cargos, como la Vocalía del Patronato de Protección de la Mujer, la del Comité Nacional de Mujeres Antifascistas, la asistencia a congresos internacionales, representando a España, etc.
Paralelamente desarrollaba su actividad política de diputada en Cortes, cargo que prometió el 27 de junio de 1931. Su participación en los debates parlamentarios no fue muy intensa, dado lo absorbente de su trabajo en el gobierno, pero sí muy controvertida. La postura que adoptó ante la concesión del derecho al voto a la mujer, al oponerse a que este derecho figurase dentro de la nueva Constitución republicana que se estaba elaborando, levantó una agria polémica. Ella era partidaria del aplazamiento, quizás porque su partido así lo defendía. Digamos que por disciplina defendió esta tesis tan contraria a los anhelos de emancipación que ella misma representaba.
En las siguientes elecciones, en las que ya pudieron votar las mujeres españolas, celebradas en 1933, la victoria de los partidos de la derecha imprimió un cambio radical a la política de reformas desarrollada por los primeros gobiernos de la República, de tendencia centro-izquierdista. Tanto Victoria Kent como Clara Campoamor quedaron sin escaño en el Congreso de los Diputados.
Victoria seguirá desarrollando su labor como penalista y abogada hasta que, en febrero de 1936, unas nuevas elecciones, que dieron el triunfo a las candidaturas de izquierda agrupadas en el Frente Popular, volvió a obtener escaño en el Congreso de los Diputados, por la provincia de Jaén.
Pero esta nueva singladura política y parlamentaria quedará truncada por la sublevación militar iniciada el 18 de julio de 1936 contra el gobierno de la República, que pronto derivará, ante su fracaso inicial, en una cruenta Guerra Civil (1936-1939), que habría de torcer definitivamente la vida de Victoria Kent y la trayectoria democrática y modernizadora de España.
En 1937, en plena guerra civil, el gobierno de la República la envía a París, como Secretaria de la embajada de nuestro país en Francia. Allí desarrollará durante cuatro años una inmensa labor: acoger a los niños y niñas españolas que abandonaban el país a medida que los ejércitos sublevados ocupaban el territorio, y alojarlos en campos de refugiados. No huyó de Francia, como podría haber hecho, cuando todavía era posible. En 1940, en plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los ejércitos alemanes ocuparon Francia y Victoria Kent tuvo que pasar a la clandestinidad, perseguida por la policía política de los nazis (la Gestapo), que la tenían en la lista negra entregada por la policía franquista al gobierno colaboracionista de Vichy (la nueva capital de la Francia ocupada).
Liberado París en 1945 y acabada la guerra mundial, corrió la suerte de cientos de miles de españoles: el exilio. Viajó hasta México, donde será cálidamente acogida, como tantos otros, por el gobierno mexicano. Allí continuó su tarea como penalista durante dos años.
En 1949 la ONU le ofreció desempeñar un puesto en la sección de Defensa Social, que estaba relacionado con el estudio de cárceles de mujeres. Lo acepta, y en 1950 traslada su residencia a Nueva York. Pasados dos años abandona el cargo de la ONU, pero ya nunca abandonará Nueva York, ciudad en la que residirá hasta su muerte.
En esta ciudad se desenvuelve la última etapa de su vida. Con la ayuda de amigos norteamericanos, y fiel a sus ideales republicanos y demócratas, fundará una revista, Ibérica, que se convertirá en el medio más eficaz, que ella pudo encontrar, para luchar por el derrocamiento de la dictadura franquista y el restablecimiento de las libertades y la democracia en España. Con esa esperanza vivió el resto de su vida.
Cuando en 1975 muere Franco y se inicia la transición democrática en España, la revista deja de editarse. Había durado 21 años.
En 1977 Victoria Kent regresa, por primera vez desde 1937, a España. Habían transcurrido 40 años de exilio, cuarenta años de desarraigo que son la memoria viva de la tragedia que fue para nuestro país la guerra civil y la dictadura franquista.
Se sintió feliz por el restablecimiento de la democracia, pero volvió a los Estados Unidos, a la tierra que la había acogido, a los amigos que la habían ayudado, para morir el 25 de septiembre de 1987, a los 89 años de edad.
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