jueves, 31 de mayo de 2012

Sin palabras


Con la que está cayendo.

Alberto Recarte ha vuelto este miércoles a su cita semanal con los seguidores de Es la Noche de César. El economista y consejero de Libertad Digital ha respondido a las dudas sobre la situación económica que le han planteado los oyentes de esRadio.
- ¿Cómo valora la gestión de Miguel Ángel Fernández Ordóñez durante su mandato? Rafael (Madrid).
- Yo le doy un aprobado alto a la gestión de Fernández Ordóñez al frente del Banco de España. Los grandes aciertos son que discretamente ha conseguido que de esos 230.000 millones de los que hablamos, más los 80.000 que exigen las autoridades europeas, en lugar de ponerlo el Estado, lo ponga el sistema cubriendo con sus recursos el agujero generado. En otros países el Estado ha puesto el 50-60% en agujeros similares. La parte negativa es que se ha plegado demasiado al poder político de Zapatero y no quiso atacar las decisiones políticas de éste, especialmente en lo que tiene que ver con el poder de las autonomías en las cajas. Él podría decir que nunca tuvo el poder político porque las decisiones las tomaba el Gobierno que es quien tiene mayoría en el Consejo del Banco de España. Aunque en la última parte de la crisis, el último año, ha estado lento.
- Si el Banco Central Europeo compra nuestra deuda, entiendo que la prima de riesgo bajaría. Punto. Pero, ¿en qué ayudaría eso a solventar todos los otros gigantescos problemas de fondo de la economía española? María (Valencia)
- Siempre será mucho más barata una inyección de liquidez temporal del BCE que cualquier tipo de rescate a España, que implicaría 500.000 o 600.000 millones. Qué tiempo puede estar la prima tan alta. Para el coste de la deuda pública, todo el año. Podría suponer un coste superior de 3.000 o 4.000 millones más. El problema no está ahí, sino que la financiación de la banca es la que sufre y la que tiene que ser a unos tipos muy elevados. En ese caso, además, habiendo tomado decisiones sobre cómo cubrir el agujero del sistema financiero, claramente es un problema de liquidez, no de solvencia.
- ¿En qué cree que consistirá el Plan de Reequilibrio que ha anunciado el Gobierno para este viernes? Soledad (Madrid)
- No lo sé. Me imagino que ahora mismo hay conversaciones con la Comisión Europea, sobre si retrasar el cumplimiento de déficit, que creo que es equivocado (deberíamos cumplir con el 3% para el año que viene). La negociación es que hay que subir impuestos (posiblemente el de Hidrocarburos y el del IVA). Se va a adelantar algo que había previsto para el año que viene. Si con las medidas que ya se han tomado fueran suficientes para cumplir con el déficit, pues ya no sería necesario. En mi opinión, ya se tenía que haber ido por ahí: subiendo los indirectos y no los directos. España es un país que no puede soportar ocho millones de pensionistas, seis millones de parados y más de tres millones en la administración. Es imposible financiar a todos estos dependientes con catorce millones de trabajadores en el sector privado. Y por eso creo que va a haber más subidas de impuestos y se van a convertir en permanentes.
- ¿No cree que la salida de esta crisis hace imprescindible una refundación del Estado de Bienestar en España? Miguel (Valladolid)
- Se está produciendo poco a poco y a saltos. Se está reformando lo más obvio. España se había convertido y sigue convertida en un país en el que se practica el turismo sanitario. Sólo hay que hablar con los médicos. Esos excesos son los primeros que había que purgar, pero habría que purgar otros muchos. Cuando leo en LD que el Gobierno del PSOE-IU en Andalucía da otros 28 millones a UGT y CCOO... O cuando leo que se ha consolidado la categoría de funcionarios a 20.000 enchufados del PSOE. Eso no es Estado del Bienestar... En un momento dado, como en Grecia, Irlanda o Portugal habrá control y revisión de las pensiones máximas.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Un año de prórroga a cambio de mas sacrificios.

España tendrá que hacer mucho más si quiere recibir algo más que buenas palabras de Alemania o la Unión Europea. Éste podría ser el resumen de lo que este miércoles se ha vivido entre Madrid, Berlín, Bruselas y Fráncfort.
Toda la política económica del Gobierno se ha puesto en cuestión con un durisimo Informe de la Comisión Europea en el que se advierte que lo aprobado hasta ahora va "en la buena dirección", pero se queda corto para hacer frente a los retos que tiene el país por delante. Y a esta advertencia, se ha sumado el toque de atención de Alemania en lo que respecta al rescate de los bancos: no habrá dinero de la caja común para salvar al sistema financiero español. Incluso el BCE, en el que el Gobierno confiaba para ayudar a sanear la banca (empezando por Bankia) ha cerrado la puerta a la opción planteada desde Madrid.
¿La respuesta de Moncloa? Habrá más reformas y se acelerarán los plazos de algunas de las anunciadas. La sensación, sin embargo, es que Rajoy ha perdido el pulso que estaba echando con las instituciones europeas, pidiendo más tiempo a cambio de meras promesas. Ha llegado el momento de los grandes cambios.
¿Suficiente?
Es evidente que el Gobierno del PP ha aprobado muchas y muy variadas reformas desde que está en el poder. Estos cinco meses han sido pródigos en todo tipo de anuncios, especialmente en el área económica. Por eso, la sensación de Moncloa era, hasta hace unos días, que España estaba haciendo lo suficiente, una visión que se transmitía a los grandes países de la UE. Cada poco tiempo, se pedía al BCE, la Comisión o Alemania un gesto que aliviase la situación española, como contrapartida a los esfuerzos que se estaban haciendo.
El problema es que desde Bruselas y Berlín se tiene una visión completamente diferente. De hecho, el documento de la Comisión Europea de este miércoles ha sido un duro despertar para el Gobierno. Como en cualquier informe comunitario, prima el lenguaje diplomático: "España está haciendo esfuerzos", "marcha en el buen camino" o confiamos en que cumpla con el objetivo de déficit. Pero aquí se acaban las buenas palabras.
En las cuestiones sustantivas, lo que el Gobierno comunitario pide es que se avance en la dirección actual. Tampoco es una crítica absoluta, que descalifique lo que se ha hecho. Lo que Bruselas pide es más ambición. Leyendo el documento saca uno la impresión de que Rajoy se ha quedado a mitad de recorrido en los aspectos fundamentales de su política económica. Y ése es el mensaje que Alemania, el FMI o los analistas internacionales han repetido una y otra vez en las últimas semanas: "Lo que se ha hecho no está mal, pero no será suficiente".
  • Deuda y déficit: pese a las peticiones del Gobierno, la última de la pasada semana, la UE no socorrerá a España. El BCE no actuará de forma directa ni en los mercados de deuda ni para sanear la banca. Alemania se niega. Tampoco el organismo permitirá hacer enjuagues con Bankia, como pasarle deuda pública directamente para que la entidad la coloque en Francfort como garantía. Si España quiere rescatar a sus bancos (y la Comisión cree que las cosas en el sector podrían empeorar), tendrá que hacer esfuerzos suplementarios en la reducción del déficit. Y atar corto a las comunidades autónomas. Sólo si se aprueban las reformas que pide la UE se podría llegar a abrir la mano y otorgar un año más, hasta 2014, para cumplir con el 3% de déficit.
  • Impuestos: Bruselas ha sido meridianamente clara. Subir impuestos directos (IRPF y Sociedades) "daña claramente" el crecimiento económico. Si el Gobierno quiere recaudar más, debe aumentar el IVA, uno de los más bajos de la UE. Y las cotizaciones sociales también deben caer, para mejorar la competitividad de las empresas. Vamos, que se atacan las medidas aprobadas hasta ahora y se pide que se apliquen justo las que Cristóbal Montoro se niega a aceptar.
  • Mercado laboral: quizás esta parte sea la que más daño ha hecho a Rajoy. Desde el Ministerio de Trabajo se presentó la reforma laboral como un cambio histórico en la legislación española. Pues bien, este miércoles la Comisión ha dicho claramente que se queda a medio camino, que no flexibiliza lo suficiente el mercado, que no será sencillo para las pymes acogerse a las cláusulas de descuelgue y que no acabará con el mercado laboral dual (entre indefinidos y temporales). Por si esto fuera poco, también cuestiona la eficacia del INEM (ahora SPEE) y critica las políticas activas de empleo. Son apenas 25-30 líneas, pero suponen un torpedo en la línea de flotación de una de las reformas más ambiciosas del Ejecutivo. Ni siquiera ésta pasa el examen de Bruselas.
  • Liberalización: por último, la Comisión hace un catálogo completo y razonado de cuestiones en las que ni siquiera se ha empezado a modernizar la economía española. Entre sus objetivos, están la burocracia, las administraciones públicas, la unidad de mercado, los sectores intervenidos y los servicios.
El Gobierno se defiende con sus anuncios de que cada viernes llegará una nueva reforma. Pero el ritmo no es suficiente. Desde Bruselas y desde Berlín se pide más rapidez. Los ciudadados del norte de Europa están hartos de promesas. Hay que recordar que España ha incumplido seriamente con el último dato de déficit conocido. Pese a todas las advertencias y la gravedad de la situación, en 2011 las administraciones públicas acabaron el año con unos números rojos equivalentes al 8,9% del PIB cuando el objetivo era el 6%. Son casi 30.000 millones de euros de diferencia. Eso es lo que cala en la opinión pública europea y en el ánimo de los inversores. El tiempo de las promesas ya se ha acabado. En Europa quieren hechos y los quieren cuanto antes. D. SORIANO.- Libre Mercado.

¿Quién es más Mafo?


TOLERANCIA CERO: Mafo, Blesa, Rato: los "banksters" minan al Gobierno y crujen el PSOE



Desde entonces los acontecimientos se han precipitado en una bola que gira y solo gana velocidad a peor. El ya conocido como escándalo Bankia amenaza con llevarse por delante al Gobierno, a la oposición y a los sindicatos, todos ellos en la pomada.
Quizá no estaría mal si eso sirviese para sanear la depauperada vida política y financiera -últimamente tan ligadas la una a la otra con el resultado, nefasto, de todos conocido- pero la gestión de los banksters al frente de Bankia pone en peligro la propia estabilidad de España y de sus habitantes.
Lo que se está jugando no es un asunto baladí y exige una depuración de responsabilidades al más alto nivel. ¿Dónde está, por ejemplo, Miguel Blesa, al que algunos hacen conduciendo un Ferrari por las calles de Madrid y que puso los cimientos del desastre con su gestión en Cajamadrid? ¿Por qué Rato anunció una salida a Bolsa con unas cuentas que, como se ha demostrado, fueron falseadas de forma inmisericorde? ¿Acaso se puede calificar de otra forma vender un superávit que se ha convertido en un agujero negro que no deja de aspirar dinero público? Cada día, una noticia viene a volcar más detritus en la paciencia de la opinión pública, y así podemos enterarnos de que la matriz de Bankia tuvo más de tres mil millones de euros en pérdidas cuando sólo se habían declarado treinta...
Toda esta broma, tan chusca, muestra el desprecio de unos gestores y de unos organismos de control que ni estuvieron ni se les esperó. ¿Qué hacía Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España? ¿Qué control llevaba esa entidad? ¿Por qué hay que obligarle a comparecer -y, por supuesto, sólo después de que el desastre haya alcanzado magnitudes estratosféricas- a puerta cerrada en el Congreso?
Una respuesta a esa actitud quizá haya que buscarla en esa vinculación del mundo político a las entidades financieras, que se ha revelado tan nefasta. Hablemos claro: el escándalo Bankia salpica con su hedor a los principales actores de la vida política. El Gobierno y el Partido Popular, los primeros, desde luego, pues la mayor parte de los políticos participantes en los Consejos de Administración de Bankia pertenecían a su rebaño, con el bluf Rato en cabeza. Pero, ¿y el PSOE?
Alfredo Pérez Rubalcaba puede sacar pecho... a medias. ¿Acaso no ocupaba un sillón el consejero socialista de turno? ¿No se recuerda cómo Virgilio Zapatero votó, pese a la orden de abstención, la nominación de José Ignacio Goirigolzarri? ¿A qué adscripción ideológica se adhiere MAFO? Las críticas a la gestión gubernamental de Bankia son una cosa, pero apoyar una comisión de investigación que podría airear asuntos poco gratos para Ferraz, es otra. Sólo a los emboscados chaconitas y a un vengativo Tomás Gómez les puede convenir. Y no por servicio público, desde luego, sino por vendetta interna.

Añadan a ese cóctel la cuota de Izquierda Unida-Comisiones Obreras a través de José Antonio Moral Santin (a ver, por cierto, si algún día la formación de Cayo Lara explica las componendas de algunos de sus miembros con el ilustre y desaparecido Blesa) o la de UGT a través del ínclito José Ricardo Martínez, que aportaba a su sindicato 180.000 euros anuales gracias a esa poltrona. ¿Comisión de investigación, dicen? Con la boca chica.
De todo este asunto sólo hay unas escasas verdades. Sabíamos que Goiri, como ya es conocido, no llegaba a Bankia para levantar unas alfombras que la basura había reventado. O quizá, porque ni siquiera habían dejado alfombras en un paisaje de ruina absoluta. Pero su ego te absolvo a Rato no genera más que desconfianza.
Por todo ello se impone una única salida: sentar en el banquillo a los banksters. Por eso es un buen síntoma que la Justicia haya admitido a trámite la querella de Manos Limpias contra Blesa, Rato y MAFO. Lo de menos es quién la haya presentado, puesto que estaba totalmente justificada. Quien juega con la estabilidad de una Nación y sus ciudadanos no puede quedar impune.

¿De quien son los Bancos?

Caín, La Razón

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC
NO, no y no.
No puede ser que un directivo que llevó su banco a la quiebra cobre 14 millones de euros de indemnización.
Y con él, cuantos han contribuido a desfondar las Cajas de Ahorro: directivos, consejeros de administración y políticos en torno. Si consentimos esto, daremos la razón a quienes dicen que el sistema financiero español no es de fiar. Eso es peor que un robo a mano armada, al serlo con abuso de poder y alevosía.
Vayamos a la pregunta del millón o de los millones: ¿de quién son los bancos? ¿De sus directivos, de sus consejeros, de sus accionistas?.
Teóricamente, de los accionistas, pero vienen siendo los ejecutivos quienes vienen haciendo y deshaciendo a su antojo, mientras los consejeros de administración les dejan hacer con tal de seguir cobrando sus suculentos sueldos y dietas, en vez de administrar y controlar. Aunque también hay que decir que, si quisieran, tampoco podrían hacerlo, pues la mayoría de ellos no tienen idea de economía ni de finanzas.
Pero volviendo a la pregunta principal, ¿de quién son los bancos? Pues son de quienes han depositado en ellos sus ahorros.
De los ciudadanos anónimos que, tras trabajar y pagar sus impuestos, depositan lo que les queda, si les queda algo, en esas instituciones, recibiendo a cambio un pequeño beneficio. Lo que se supone es que el banco preste ese dinero, a intereses más altos, a empresarios que a su vez lo invertirán en «economía productiva», en su provecho y en el del país.
Lo que ha ocurrido, sin embargo, es que los bancos se han liado a prestar a lo loco, concediendo créditos a 30, 40 años y, no contentos con ello, a personas sin garantía de que pudieran devolverlos. Pero calculando esos beneficios futuros, los banqueros se repartían unas bonificaciones en dinero contante y sonante, de cientos de miles o millones de euros o dólares. Es decir, cobraran en efectivo lo que sólo era hipotético.
Montoro, La Razón
Esa ha sido la «burbuja financiera» que, al estallar con la llegada de la crisis, ha hecho un agujero inmenso en buena parte de tales instituciones.
Agujero que, en nuestro caso, se agrandó con la aparición en escena de los políticos, que empezaron a manejar las Cajas de Ahorro como bancos regionales o incluso comarcales, listos a financiar cualquier iniciativa populista o, sencillamente, a meter dinero en el bolsillo de un familiar, amigo o correligionario. Era, en el fondo, un «sistema Ponzi» a nivel nacional o internacional y lo que es peor: con el visto bueno de las autoridades correspondientes. Así es cómo han terminado en bancarrota los bancos y las cajas de ahorro, que más bien habría que llamar de derroche.
Hay que salvar bancos y cajas porque no puede permitirse que los depositarios se queden sin sus ahorros. Pero no hay que permitir que los causantes del desastre se lleven indemnizaciones millonarias. Más bien, pedírselas.

Las recomendaciones específicas para España que maneja la Comisión Europea para el epriodo 2012-2013.


  1. Implementar la estrategia fiscal como está planeado, presentar medidas multianuales concretas y detalladas para apuntalar los objetivos presupuestarios para 2013 y los años siguientes y garantizar la consecución de los objetivos de déficit, en todos los niveles de la Administración. Esto incluye la adopción de medidas adicionales en las comunidades autónomas en línea con los planes de ajuste aprobados y aplicando estrictamente las nuevas provisiones de la Ley de Estabilidad en cuanto a transparencia y control del Presupuesto. A partir de 2013, asegurar una estructura del ajuste adecuada para asegurar que se hacen los progresos suficientes para lograr los objetivos de déficit a medio plazo, incluido el cumplimiento del techo de gasto. Establecer una institución fiscal independiente que proporcione análisis, asesoramiento y control de la política fiscal. También deberá estimar el impacto presupuestario de la legislación propuesta. [Todas las recomendaciones específicas a los países serán revisadas en función de si se concede un año adicional para corregir el déficit excesivo].
  2. Acelerar el aumento de la edad de jubilación e introducir los factores de sostenibilidad previstos en la reciente reforma de las pensiones y apuntalar la Estrategia de Empleo Global para los trabajadores mayores con medidas concretas para desarollar una formación que se dilate en el tiempo y mejorar las condiciones de trabajo y fomentar la reincorporacíon de este colectivo al mercado laboral.
  3. Poner en marcha un sistema tributario consecuente con los esfuerzos de consolidación fiscal y que impulse más el crecimiento, incluyendo un desvío de los impuestos al trabajo hacia los gravámenes al consumo y sobre el medio ambiente. En concreto, dirigir el escaso ratio de ingresos del IVA ampliando sus bases imponibles. Asegurarse de que disminuye la desviación de los impuestos que favorece a las familias endeudadas y propietarias de una casa (por oposición a los inquilinos).
  4. Poner en marcha la reforma del sector financiero, en particular identificando y afrontando la situación de las instittuciones que aún son débiles, impulsar una estrategia completa para tratar efectivamente con los activos en los balances de las entidades. También habrá que definir una postura en la financiación y uso de las ayudas a la banca.
  5. Poner en marcha las reformas del mercado de trabajo y tomar medidas adicionales para aumentar la efectividad de las políticas laborales aumentando sus objetivos, impulsando la formación y los servicios de asesoría en los empleos; fortaleciendo sus vínculos con las políticas pasivas e impulsando la coordinación entre los servicios de empleo nacional y los de las comunidades autónomas, incluido la información compartida sobre las ofertas de empleo.
  6. Implementar el Plan de Acción Juvenil, en contreto en lo que se refiere a la calidad del mercado laboral y la relevancia de la formación vocacional y la educación, e impulsar los esfuerzos para reducir el fracaso escolar y aumentar la participación en la educación vocacional y formación a través de la prevención, intervención y medidas de compensación.
Traducción: EL PAÍS

El PSOE avaló subir las tasas universitarias hasta el 100%

En un informe de 2010
El PSOE avaló subir las tasas universitarias hasta el 100%
Un estudio de la Fundación Alternativas con el sello del grupo parlamentario socialista denuncia el modelo de financiación de la educación superior.


Portada del informe de la Fundación Alternativas.

El PSOE avaló en 2010 un informe que pedía un aumento de las tasas universitarias para que representasen, al menos, el 70% del coste real. Parece extraño, dado el aluvión de críticas que la reforma educativa del Gobierno ha provocado en el principal partido de la oposición.

Desde que se conoció la intención del ministro José Ignacio Wert de subir las tasas universitarias, prácticamente todos los dirigentes socialistas, empezando por su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, han acusado al Gobierno de crear una universidad sólo para ricos, acabar con el Estado del Bienestar o privatizar la educación pública, etc... Este lenguaje es habitual en el mundo político, pero resulta curioso que lo utilice un partido que hace un año avaló el informe Propuestas para la Reforma de la Universidad española, en el que se incluían medidas similares (sólo que aún más avanzadas) a las aprobadas en las últimas semanas.

El estudio en cuestión fue encargado por la Fundación Alternativas. Éste es un think tank muy cercano a Ferraz y en su patronato figuran Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero o Mercedes Cabrera. Pero el informe, editado por Daniel Peña, contó también con el aval del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso, que incluyó su logo en la portada del trabajo.

De los ocho artículos que componen el informe, posiblemente el más interesante (y polémico) sea el primero, firmado por Juan José Dolado. Este profesor de la Universidad Carlos III de Madrid es uno de los mejores conocedores del sistema educativo español y ha hecho en los últimos años varias propuestas imaginativas sobre cómo mejorar el mismo.

En este caso, Dolado estudia el coste para el erario público de la universidad y los retornos de la misma, junto con un examen del tipo de estudiante que acude a sus aulas y los incentivos a los que se encuentra. Podríamos decir que aplica las herramientas clásicas del análisis económico a esta institución. Como es un gran conocedor de la materia, sus conclusiones son realmente interesantes, aunque se salgan del discurso políticamente correcto habitual.

"Regresión social"
 Para empezar, Dolado apunta a la existencia de dos disfunciones en el sistema universitario: la primacía de la cantidad sobre la calidad y el progresivo deterioro de los programas unido a los problemas de financiación de los centros.

El autor asegura que "la financiación de dicho sistema ha dado lugar a una situación de preocupante regresión social". Los estudios sitúan el rendimiento salarial de un año adicional de educación en un "7-10%", mientras que el rendimiento social es de un "1-3%". Es decir, que por cada año de universidad, el alumno ganará como mínimo un 7% más de sueldo de media y la sociedad en su conjunto tendrá una mejora del 3% como máximo. Por lo tanto, los universitarios de ahora serán las clases medias-altas del mañana. Además, los licenciados de entornos más favorecidos suelen tener "mayores facilidades para obtener réditos educativos más altos".

En resumen, "la financiación de nuestro sistema universitario da lugar a una situación en la que el contribuyente situado por debajo de la media en la distribución de la renta acaba subvencionando a aquellos que potencialmente se situarán en la parte más alta de la misma". Por eso, Dolado pide que nos acerquemos a un sistema más parecido al anglosajón, con "préstamos-renta y matrículas elevadas en función de la capacidad económica del alumno", combinado con "generosas becas" para los alumnos con talento de familias con reducida capacidad. Su propuesta es que las tasas sufraguen al menos "el 70% de su coste" e incluso apunta a que deberían ascender a cerca "del 100%" del total.

Lo cierto es que las catorce páginas del informe del profesor Dolado conforman un inteligente análisis del panorama universitario español. En este reducido espacio, desgrana con precisión muchos de los problemas que le aquejan y ofrece soluciones atrevidas. Lo único llamativo es que el PSOE, que hace dos años, utilizaba estos argumentos para pedir una reforma universitaria, ahora los descalifique con tanto estrépito.

Además, en el resto de los capítulos también se encuentran propuestas de cambio del sistema actual, que ahora parece intocable, como la que pide eliminar el carácter vitalicio y funcionarial del profesorado o fusionar universidades públicas, hasta que no queden más de 35.

martes, 29 de mayo de 2012

«Una idea actual de España» del "FILOSOFO" José Luis Rodríguez Zapatero,

Crítica de algunos aspectos de la idea de España presente en «Una idea actual de España» de José Luis Rodríguez Zapatero, discurso leído en la presentación del número cien de la revista La aventura de la historia, en Madrid, el 1º de febrero de 2007
El Catoblepas • número 63 • mayo 2007 • página 1.- Antonio Romero Ysern

José Luis Rodríguez Zapatero es filósofo de España porque es filósofo español, nacido en España.
Es filósofo como lo somos todos, independientemente de tener o no una «licenciatura en filosofía». Lo es, por ejemplo, de forma inevitable, en la medida que, como veremos, Zapatero, emplea términos como «esencia» o «identidad».
Otro asunto es que la filosofía de Rodríguez Zapatero sea una filosofía deleznable, casi infantil, como lo es, por ejemplo, cuando todo lo que alcanzó a decir de la idea de Nación es que es un «concepto discutido y discutible»{1} (podría haber dicho también que se trataba solo de una «cuestión semántica»).
La filosofía de Zapatero se caracteriza, en muchos de sus tramos, como una manifestación del «pensamiento Alicia».
(...)
Pero el título de este artículo también alude al otro sentido del genitivo: Zapatero filosofa sobre España. «España» ha sido tema de sus reflexiones. Es más, no conocemos ninguna otra formulación tan desarrollada y explícita de la filosofía de Zapatero como la que tuvo como tema precisamente «España», en su conferencia «Una idea actual de España», intervención del presidente del gobierno en el acto de presentación del número cien de la revista La aventura de la historia, en Madrid, el 1º de febrero de 2007.

Algunos aspectos de ese texto son los que nos proponemos comentar en lo que sigue.

1. ¿Desde cuando existe España?

Son muchos los que no han dudado en hacer «españoles», por ejemplo, a Averroes; no son pocos los que han considerado, incluso, que ya los numantinos que se enfrentaron a Publio Cornelio Escipión Emiliano eran españoles. Naturalmente, la respuesta que pueda darse a la pregunta que da título a este epígrafe, dependerá de la idea de España que se tenga.
Sin embargo, el actual presidente del gobierno nos ha sorprendido con una tesis no muy usual. En el texto que comentamos podemos leer:

«En Tartessos o Iberia, en Hispania o Al-Andalus, en Sepharad o España, todos los que hemos vivido en esta tierra, desde que dejamos huella en las pinturas de Altamira hasta que nos reconocemos en Las Meninas, Los fusilamientos de Madrid o El Guernica, todos, hemos tenido una visión de España.»
Lo más sorprendente no es que Zapatero retrotraiga el comienzo de España, no ya a Tartessos, sino incluso a las pinturas de Altamira, por tanto al Paleolítico Superior.
(¿Considerará también ya español, concretamente burgalés, a Miguelón, el cráneo número cinco de la Sima de los Huesos, en Atapuerca, con independencia de que no se trate propiamente de un homo sapiens, sino de un homo heidelbergensis?{2}).
Pero, insistimos, en que no es eso lo más sorprendente, sino que Zapatero, amén de españoles, hace a los hombres de Altamira filósofos, al menos en cuanto que poseedores de una «visión de España». Por tanto, mucho antes de España frente a Europa o de España invertebrada, incluso muchísimo antes de que Isidoro de Sevilla compusiera una Laus Hispaniae, ya en Altamira se tenía, al decir de Zapatero, una visión de España.


¿Dónde se encontraría, sin embargo, ejercida esa «visión de España» de los períodos Solutrense y Magdaleniense?.
¿Acaso asocia los bisontes de Altamira al toro e identifica, a su vez, a éste con un símbolo de España{3}? Si, a su vez, Zapatero asocia al toro al toreo, el actual presidente del gobierno español estaría haciendo suya la frase de Don José Ortega y Gasset: «La historia del toreo está ligada a la de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda.» Zapatero, orteguiano, asociaría Altamira a sus bisontes, estos a los toros y estos a la «fiesta nacional», clave, gnoseológica al menos, de la identidad de España.
Sin poder negar esa interpretación de la oscurísima afirmación del filósofo Zapatero, aventuramos otra, con más apoyo en el texto que comentamos. Dice Zapatero que España es un país: «(...) cuya esencia, cuya sustancia, cuya identidad, residen en los 45 millones de seres humanos que lo constituimos.»

Desde el primer capítulo de España frente a Europa, concretamente desde los apartados dedicados a «La unidad y la identidad de España» y, sobre todo, el titulado «La identidad se dice de muchas maneras», donde se ofrece una clasificación de las ocho maneras diferentes de entender la unidad y la identidad de España, esta concepción de Zapatero de la «esencia, sustancia e identidad» de España encaja perfectamente en el sexto de los modelos ofrecidos por Gustavo Bueno{4}, cuando la unidad de España asume la identidad de parte distributiva de una totalidad distributiva envolvente:
«España se nos aparecerá entonces como una totalidad distributiva de elementos que, a su vez, se concebirán como pertenecientes a otra totalidad envolvente, sólo que esta ya no tendrá por qué concebirse como «totalidad finita», intermedia{5}, puesto que podrá entenderse como la «totalidad universal», es decir, como «Género Humano», o Humanidad (...)»{6}
Desde este modelo quizás sí podamos hacer más inteligible la tesis de Zapatero. No la tesis de que los hombres que pintaron la cueva de Altamira tuvieran «una visión de España», pero sí, al menos la tesis que los hace españoles{7}. Serían españoles precisamente en cuanto miembros del «Género Humano», o la «Humanidad», que habitaban la Península Ibérica, aunque fuera en el Magdaleniense.

Inmediatamente después añade Zapatero: «Porque España es sobre todo el trabajo, la vida, las aspiraciones y deseos de todos los que aquí vivimos. De los que nacimos aquí y de los que, en un acto cuyo valor profundo todavía debemos reconocer, han decidido libremente incorporarse a nuestra historia y contribuir a crearla para nuestros hijos y nietos –los de todos–.» (subrayado nuestro, A.R.Y.).
Vemos aquí, de nuevo, la misma idea, añadiéndosele el guiño retórico a los inmigrantes, desde el sentimentalismo habitual en él. Lo que Zapatero sería incapaz de responder, desde esta retórica, es por qué no dejar entrar también a tantos otros «millones de seres humanos» que, además de esos 45 que ya están, quieran formar parte del montón de «homo sapiens» que viven ya en el dintorno de España.
Para terminar con esta idea, sigue el filósofo de Valladolid:
«La España en que queremos vivir y convivir es la España constitucional, y la España constitucional es la España de los ciudadanos, la España de los españoles con derechos, de los españoles libres que se autogobiernan y son dueños de su presente y de su futuro.»
Pero, por todo lo dicho, los «ciudadanos» no son tanto «ciudadanos españoles», sino más bien «ciudadanos del mundo»... que viven en España. Así se entiende que la nueva «educación para la ciudadanía» no consista sino en la transmisión doctrinal de ese humanismo de la izquierda híbrida (entre socialdemocracia y libertarismo){8}.

2. «Pensamiento Alicia» en el discurso del presidente
2.1. España anegada en la fraternidad universal:

Este carácter híbrido, de socialdemocracia y libertarismo, hace que Zapatero entronque con algunas ideas del anarquismo que Gustavo Bueno apuntaba ya en España frente a Europa como características de ese modelo de entender la unidad de España desde la identidad de parte distributiva de una totalidad distributiva, en este caso universal:

«El internacionalismo que figuraba en las banderas anarquistas de la España de Fernando Garrido, se fundaba, sobre todo, en un ideal de fraternidad universal sobreañadido a una concepción distributiva de la Humanidad, como conjunto de todos lo individuos humanos.»{9}

También ya en España frente a Europa, Bueno mencionaba, para ilustrar ese sexto modelo, al que nos venimos refiriendo, a Pi Margall, y su obra Las Nacionalidades, como exponente de un federalismo radical que no se detiene en Europa, o en cualquier otra «totalidad intermedia», sino que tiene como límite la unidad del «Género Humano».
Este presidente de la primera república española aparece también en el importante (para diagnosticar la filosofía de España del filósofo vallisoletano) capítulo once de Zapatero y el pensamiento Alicia. Un presidente en el país de las maravillas{10}, titulado «Sobre el humanismo». Capítulo importante principalmente porque es en él donde aparece el antecedente quizás clave del «pensamiento Alicia», dentro de la Historia del Pensamiento: toda la corriente ideológica que arranca del krausismo y, pasando por la Institución Libre de Enseñanza, empapa la actual socialdemocracia española.
Aunque dicho análisis de Gustavo Bueno está centrado, sobre todo, en el Ideal de la Humanidad de Julián Sanz del Río, en él aparece repetidamente Pi Margall, del que anteriormente ya Bueno había citado esta profunda reflexión: «Antes que español soy hombre»{11}

Profunda reflexión con la que probablemente estaría de acuerdo nuestro actual presidente, por cuanto la esencia y la identidad de España, recordemos, están precisamente en los 45 millones de hombres que la habitan. Otros dirían «hombres y mujeres». O, incluso, solo «mujeres», como hizo el propio Zapatero en un congreso de mujeres, al hacer suya literalmente la frase de Virginia Woolf: «En mi condición de mujer no tengo patria. En mi condición de mujer, no quiero tener patria. En mi condición de mujer, mi patria es el mundo entero».
El humanismo metafísico del presidente, por el que la unidad e identidad de España queda anegada en el género humano, entronca, en sus reflexiones sobre España, directamente con Pi Margall, que proclama la «igualdad absoluta de todos los que componen la humanidad en el tiempo y en el espacio» (en su caso, desde el dogma de la «unidad divina» y, por tanto, del «género humano»). Igualdad que en el caso de Zapatero, permite identificar como españoles a los habitantes de Tartessos, Iberia, Hispania, Al-Andalus, Sepharad... a «todos los que hemos vivido en esta tierra»... incluso desde Altamira, y hasta los cuarenta y cinco millones actuales de cosmopolitas con residencia habitual en el Reino de España.
¿Qué más fácil, por tanto, para nosotros, cuarenta y cinco millones de cosmopolitas con residencia habitual en España, que aliarnos con cualesquieras otros subconjunto de hermanos? (incluso cuando uno de esos subconjuntos sea, por ejemplo, el de los sarracenos dispuestos a recuperar Al-Andalus). Y, por otro lado, ¿qué más fácil que dividir ese conjunto de cuarenta y cinco millones en diecisiete subconjuntos, también de hermanos? (incluso cuando sean hermanos secesionistas y, en algunos casos, terroristas). ¿Cómo no convertir en algo «discutido y discutible» cualquier subconjunto dentro de la «Humanidad»? Basta con saltar al otro lado del espejo.

2.2. España en el progreso de la Humanidad.

Para Zapatero, el actual régimen político es el momento de la historia de España en el que más ha «progresado» ésta
«(...) se puede afirmar que España ha progresado más en solo tres décadas, y los españoles se han beneficiado más de ese progreso que en varios siglos juntos de nuestra historia reciente.»

Pero, algo más adelante, afirma de forma mucho más rotunda:

«Más pronto que tarde llegará el momento en que se aprecie la fortaleza, la fortaleza democrática, que viene acreditando el Estado; el nuestro. Que ha permitido encauzar democráticamente los conflictos, que ha demostrado su capacidad de integrar, democráticamente, a todas las ideologías en la tarea de gobernar los destinos colectivos.
Esa es la fortaleza del Estado. Esa es la realidad del ser de España. Soy de los que piensan que el futuro siempre será mejor. Eso me lo ha enseñado la historia. Y eso es lo que quiero contribuir a asegurar para mi país.»

«El progreso de España» en las últimas tres décadas ha podido ser más rápido, pero, en cualquier caso un cierto progreso era previsible, por cuanto Zapatero es de los que piensan que el «futuro siempre es mejor». Si el futuro será siempre mejor, podemos suponer que, en general, el futuro siempre ha sido mejor que el pasado. A partir de lo cual es también fácilmente deducible esta otra tesis de nuestro filósofo:

«Y la España que ha de venir seguirá el rumbo del progreso común, compartido.»

Lo que no queda claro es por qué hace falta «contribuir a asegurar» algo que en cualquier caso va a ocurrir. Si Zapatero fuera consciente de la dificultad que aquí se le plantea, tendría que estudiar la polémica de auxiliis. Pero entonces ya abandonaría el simplismo de una ideología que nada ha querido saber nunca de la tradición filosófica de España. Una ideología, esta del «progreso», que, de nuevo, entronca con la fuente principal del «pensamiento Alicia» del presidente: el krausismo del «Ideal de la Humanidad» de Julián Sanz del Río.
El progresismo armónico de Sanz de Río va referido a la «Humanidad». Zapatero, en este caso, lo circunscribe a España. Pero en ambos casos se trata del mismo progreso suave, pacífico, gradualista que hace al socialismo optimista y conformista. A diferencia, por cierto, del marxismo, en particular, leninista, más consciente de lo irreducible del «mal»:

«En este punto el marxismo más radical, el que recogerá Lenin, asumirá posiciones prácticamente próximas a las del catolicismo tridentino (jerarquía, dictadura, «inquisición», además de «planificación central»). Y, por repugnantes que puedan resultar hoy estos métodos –sobre todo en los días en los cuales, en la sociedad de bienestar, el krausismo parece haber ganado la batalla ideológica al marxismo leninismo-, difícilmente podríamos no reconocerle, al menos, la conciencia más profunda de la complejidad de lo real, frente al simplismo del progresismo global conformista y acomodaticio»{12}

Simplismo «Alicia» porque, como continúa Gustavo Bueno, se alimenta de una idea como la de progreso que solo tiene sentido referida a una materia concreta y definida (progreso en la velocidad de los vehículos de transporte, progreso en la medicina & c.), perdiendo todo su sentido al ser referida al «conjunto de todas las líneas de progreso»: el progreso de determinadas líneas puede ser incompatible, contradictorio con el de otras. Y, por tanto, supone una petición de principio el pensar que la resultante de la confluencia de una serie de líneas de progreso, supondrá también, en su conjunto, un «Progreso». Simplismo que, sin embargo, permitirá siempre la estúpida sonrisa de quién sabe que, finalmente, todo saldrá bien.


2.3. «Paréntesis» en el «Progreso»: La Dictadura de Franco.
Este progreso de España, en el que el futuro es siempre mejor que el pasado, tuvo, sin embargo, para Zapatero, una «dolorosa excepción»: el período de la dictadura franquista. La «dolorosa excepción» lo es concretamente con respecto a Europa, que queda convertida así en referente del «progreso».
Zapatero está dispuesto a conceder que, después de nuestra realidad imperial, como potencia primera del mundo, España no cesó de «progresar» a lo largo de los siglos XVIII, XIX, y así... hasta el franquismo:
«En una larga etapa, en la que en nuestro entorno se estabilizaban las democracias, se ampliaban los derechos, se secularizaban las sociedades, se asentaban los Estados de Bienestar, o se iniciaba el proceso de construcción europea, estábamos más alejados de Europa que en cualquier otro momento de nuestras supuestas o reales crisis históricas.»
Desde el simplismo de Alicia no se pueden entender las contradicciones sociales y la confrontación de diversos planes políticos, lo suficientemente enfrentados como para generar una guerra civil (donde, además, hubo momentos de otra guerra civil en el seno del bando del Frente Popular).
Por ello, que hubiera una guerra civil y, posteriormente, un bando vencedor, con todo lo que eso implica, aparece desde el progresismo suave, pacífico y gradualista, como algo imposible de digerir. «¿Cómo después de siglos y siglos de «progreso» ocurren esas cosas?» se preguntaría Alicia inocente.

Igual de ininteligible resulta que, tras esa, «dolorosa excepción» de cuarenta años, no es que se haya vuelto ya a la senda del progreso, sino que:
«España ha progresado más en solo tres décadas, y los españoles se han beneficiado más de ese progreso que en varios siglos juntos de nuestra historia reciente.»
Admitiendo «ad hominem» ese «progreso» de las últimas tres décadas, ¿tendrá que ver ese «progreso» con el hecho de que durante la «dolorosa excepción», España pasó de ser un país subdesarrollado a convertirse en la novena potencia económica e industrial del mundo? ¿tendrá que ver con el hecho de que la dictadura de Franco hizo el «trabajo sucio» necesario para cualquier acumulación capitalista?

Y, desde el punto de vista político, ¿no hay una total continuidad entre la «dolorosa excepción» y la actual «democracia coronada»?

Resultado de la Ley de Sucesión, las Cortes franquistas nombran el 22 de Julio de 1969 a don Juan Carlos como sucesor de Franco y son esas mismas Cortes las que proclaman rey de España a don Juan Carlos al día siguiente de la muerte del dictador.
Como es sabido, es don Juan Carlos el que maniobra para sustituir a Arias Navarro por Adolfo Suárez, presidente un gobierno estrictamente franquista... y presidente del primer gobierno democrático.

El mismo Suárez, al que Zapatero en este discurso reconoce, junto con Calvo Sotelo, el haber «contribuido a poner en marcha y a culminar el proceso constituyente», ¿no fue procurador en Cortes por Ávila en 1967 y gobernador civil de Segovia en 1968, en 1969 Director General de Radio Televisión Española, y en 1975, Vicesecretario General del Movimiento, todo ello durante la «dolorosa excepción»?.
El mismo Suárez que promueve que en noviembre de 1977 las Cortes franquistas aprueben, por 425 votos a favor con 59 votos en contra y 13 abstenciones, la Ley de Reforma Política, luego sometida a referéndum, en el que participará el 77,72% del censo electoral, del que el 94% de los participantes dieron su aprobación.

¿Y en qué se diferencia formalmente este referéndum de los otros celebrados durante el franquismo, como el de 1947, para aprobar la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, o el de 1967 para aprobar Ley Orgánica del Estado? Y, sin embargo, es esa Ley de Reforma Política la que permite la celebración de las elecciones generales del 15 de junio de 1977, donde obtuvo representación parlamentaria tanto el PSOE como el PCE.


3. El problema de España y los problemas de España.
Dice Zapatero:

«(...) hemos resuelto la mayoría de las dificultades que nos han acompañado a lo largo de la historia y ahora estamos en las mejores condiciones para responder exitosamente a los nuevos problemas, a los nuevos desafíos que tenemos por delante. Para hacerlo tenemos que evitar caer prisioneros del debate esencialista y volcarnos hacia los problemas que tenemos colectivamente, hacia las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos.»
Y, en otro momento:
«Hace ahora algo más de ocho años, la Real Academia de la Historia promovió un ciclo de conferencias que luego editó en un extenso volumen bajo el título de «España. Reflexiones sobre el ser de España». Allí, por si había duda, se da cuenta de la permanente reflexión, casi agónica, sobre el significado histórico de España como idea, como creencia, como sentimiento. Es difícil creer que ese es el ambiente de la España de hoy.»
Hablar de «evitar caer prisioneros del debate esencialista» no deja de ser un truco sofístico de quien parte de una idea de España, por confusa y oscura que sea, pero no recurre a un método crítico, dialéctico, para defenderla. Un truco para no poner las cartas del todo boca arriba y defender una idea de España frente a otras. Por el contrario, defendiendo determinada idea de España, se escabulle del debate considerándolo como «esencialista».

La frase «Es difícil creer que ese es el ambiente de la España de hoy» es poco inteligible, pero parece que Zapatero está insinuando que en una situación en la que, como dice a continuación, el 70% de los españoles, según una encuesta del CIS, están «satisfechos con su nivel de vida personal», ¿a qué preguntarse por el «ser de España».
Pero, ¿no es el propio Zapatero el que titula su conferencia «una idea actual de España»? ¿no es, por tanto, él mismo el que se pregunta por el «ser de España»?
Él mismo ha dado su respuesta: la «esencia», la «sustancia», la «identidad» de España, residen en los 45 millones de seres humanos que la constituimos. Creemos que la única manera de entender esa contradicción entre hablar de esencia, sustancia e identidad de España, por un lado, y, por otro, considerar ese problema como una cuestión superada («propio de debates esencialistas»), es que Zapatero solo se atreve a defender su idea de España mediante la retórica.
Por eso, sofísticamente, pretende imponer mediante recursos propios de un sicofante una concepción de España que no se atreve siquiera a considerar las otras alternativas posibles, que son las que, sin entrar a discutir, y por tanto de forma fullera, descalifica como «esencialistas».
Zapatero desprecia el «problema de España» como «esencialista», y nos invita a resolver «los problemas que tenemos colectivamente, hacia las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos». Desprecia el «problema de España» a favor de «los problemas de España», como si el primero fuera un debate puramente «teórico».
Sin embargo:
«(...) el «problema de España» planteado desde la perspectiva de un partido soberanista (o desde el de sus antagonistas), es tan práctico y tan técnico (sobre todo si ese partido utiliza el terrorismo como método de elección) como pueda ser un problema de contención de la inflacción.»{13}

Y ese ejemplo de Gustavo Bueno es especialmente apropiado a la hora de analizar el discurso de Zapatero, cuyo propósito argumentativo principal es presentar el «nuevo ciclo de reforma estatutaria» como algo normal («consensuado», «constitucional»...), con la excepción del desacuerdo sobre Cataluña. Ese «nuevo ciclo estatuario» (con independencia de lo «consensuado» y «constitucional» que sea) es lo que el soberanismo vasco (que utiliza efectivamente el terrorismo) acaba de denominar «un segundo proceso de reforma en el Estado español», para, a continuación, afirmar que «podíamos interpretar que esa reforma traerá la resolución definitiva del conflicto entre Euskal Herria y el Estado español», es decir, la secesión de las Vascongadas y Navarra{14}.
Esa confianza en el «nuevo ciclo de reforma estatuaria» o «segundo proceso de reforma en el Estado español» une, en estos momentos, los planes y programas de José Luis Rodríguez Zapatero y del secesionismo vasco, encabezado por la ETA, impulsora imprescindible de la «excepción» de Cataluña.
Por otra parte, el «pragmatismo» de Zapatero, al rechazar, de modo sofístico, el problema de España (el «debate esencialista»), en favor de los problemas de España («y volcarnos hacia los problemas que tenemos colectivamente, hacia las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos»), se sitúa plenamente en la línea de España, sin problema, en la línea, pues, de los tecnócratas del Opus Dei, de quienes la socialdemocracia española actual es, en muchos aspectos, fiel continuadora.
Notas

{1} Esto afirmó en una cadena de televisión, afín ideológicamente a Zapatero, en enero de 2006, entrevistado por el periodista Ignacio Gabilondo.
{2} Sin embargo, si, en plena apoteosis del «pensamiento Alicia», se ha pretendido conceder derechos a los simios, ¿por qué negar la condición de español a Miguelón.
{3} Así lo hizo Miguel Hernández en su poema «Llamo al Toro de España»; el mismo poeta que cantó a la «Madre España», poemas cuya lectura deberían hacer sonrojar a tantos cuyos reflejos simiescos les hace asociar el nombre de España (o su bandera) a la Plaza de Oriente.
{4} Gustavo Bueno, también «filósofo español», lo es, en cambio, por el potente sistema filosófico del que es autor principal y que nos permite criticar (clasificar, diagnosticar...) y triturar las deleznables simplezas del filósofo Zapatero.
{5} Pues en ese caso se trataría del modelo quinto, en el que la totalidad distributiva envolvente tiene una cierta definición.
{6} Gustavo Bueno, España frente a Europa, Alba Editorial, Barcelona 1999, pág. 51.
{7} Esta misma tesis ha sido formulada por muchos, entre otros, por ejemplo, por Don Claudio Sánchez Albornoz, quien en el pie de foto de unas ilustraciones de Altamira sabe apreciar «(...) las extraordinarias dotes pictóricas de los españoles del paleolítico superior (...)» (Claudio Sánchez Albornoz, España, un enigma histórico, Barcelona, Edhasa, 1977, pág. 33).
{8} Gustavo Bueno, «Sobre la educación para la ciudadanía democrática», El Catoblepas, nº 62, página 2.
{9} Gustavo Bueno, España frente a Europa, pág. 52..
{10} Gustavo Bueno, Zapatero y el pensamiento Alicia. Un presidente en el país de las maravillas, Temas de Hoy, Madrid 2006.
{11} Citado en la pág. 324 de Zapatero y el pensamiento Alicia, añadiendo Gustavo Bueno: «(...) como si alguien lo hubiera puesto en duda: ¿quién habría llamado gato o perro a Pi Margall para que éste se sintiese en la necesidad de reivindicar su condición de hombre?».
{12} Idem, pág. 335-336.
{13} Gustavo Bueno, España frente a Europa, pág. 26.
{14} Auto-entrevista de ETA en Gara, el día de la «Patria Vasca».
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«Euskalherria», esa gran ficción.

La manipulación histórica del nacionalismo vasco también abarca el territorio navarro como reivindicación melancólica de su independentismo
Pablo Ojer.-27/05/2012. ABC.
La manipulación histórica que pretende realizar Bildu desde el Ayuntamiento de San Sebastián sobre el bicentenario de la destrucción de la ciudad deja en evidencia una vez más las pretensiones nacionalistas de adecuar la historia a sus intereses e ideología. Da igual si los actos que se preparaban iban a dar abundantes beneficios a la ciudad vasca. La cuestión es manipular la historia para adecuarla a su mentalidad.
La razón de ser del nacionalismo se basa en la historia, y esta historia debe adecuarse a sus intereses. Y cuando más radical es el nacionalismo, más manipulados deben estar los acontecimientos. Por eso Bildu se esmera en tergiversar todos los acontecimientos y aprovecha las conmemoraciones para dar su propia versión.

Sucede con el bicentenario de San Sebastián, pero también ocurre con el V Centenario de la anexión de Navarra a la Corona de Castilla, como se ha visto esta semana con el intento de comparecencia en el Congreso de los Diputados del colectivo abertzale Nafarroa Bizirik.

Nunca hubo pueblo vasco
El propio diputado de Unión del Pueblo Navarro, Carlos Salvador, apuntó el pasado viernes que esta manipulación es «una gran operación de calado de ETA». Al fin y al cabo, las bases sobre las que se sustenta el terrorismo están basadas sobre la manipulación histórica. ¿La principal? Nunca ha existido el pueblo vasco como tal. Para Salvador, «ahora que ETA ha aparcado las armas, pretende centrarse en la tergiversación de los acontecimientos históricos». Si aceptaran la realidad de que nunca ha existido un pueblo vasco independiente, sus actos terroristas no tendrían ningún sentido.
Pero también el nacionalismo más moderado, encabezado por el PNV, está cayendo en la mentira para justificar sus postulados. De hecho, el fundador del Partido Nacionalista Vasco, Sabino Arana, fue el primer manipulador del nacionalismo. De su cabeza salió el término Euskalherria y de sus manos, la ikurriña.
Y los actuales dirigentes del PNV, al igual que otros partidos nacionalistas como Aralar o Geroa Bai, se suman a las reivindicaciones falsas que encabeza Bildu como la «conquista» de Navarra y el bicentenario de la destrucción de San Sebastián. De hecho, el portavoz nacionalista en las Juntas Generales de Guipúzcoa, Xabier Ezeizabarrena, pedía hace ya dos años «aprovechar la proximidad y los lazos que existen con Iparralde» (País Vasco-Francés) para potenciar la conmemoración del bicentenario. La idea de la Euskalherria, la que nunca ha existido, siempre está presente.

La misma unidad han demostrado todos los partidos nacionalistas para conmemorar el próximo 16 de junio en Pamplona la «conquista de Navarra» y con ella, reivindicar la «independencia de Euskalherria». Si admitieran que Navarra fue simplemente anexionada a la Corona de Castilla, no tendría sentido pedir la independencia

La máquina imparable del delirio

Los nacionalismos, según Orwell, malgastan energías en crear mundos de fantasía donde el pasado ocurre como nunca ocurrió y como los nacionalistas quisieran que hubiese ocurrido.
Sus fabulaciones pueden parecer siniestras o risueñas, truculentas o divertidas, pero resultan siempre paranoides.
Ahora bien, la distorsión paranoica no opera exclusivamente sobre hechos y personas de la historia remota.
La máquina de fantasear se halla en movimiento perpetuo, y así, por ejemplo, nuestros nacionalismos domésticos poseen ya mitologías de la Guerra Civil, del franquismo e incluso de la Transición. En algún caso se puede percibir su funcionamiento en pleno proceso de elaboración del delirio, como sucede ahora con el nacionalismo vasco, dedicado a la construcción acelerada de un relato exculpatorio del terrorismo de ETA.
En su primera época, los nacionalismos sintieron predilección por la mitología de los orígenes prehistóricos de los pueblos, pero, dado que el racismo era un ingrediente esencial de aquélla, fueron abandonándola tras el descrédito del concepto de raza después de la Segunda Guerra Mundial.
Suele colgarse —y no sin razón— el sambenito de racista al fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana Goiri, pero se olvida con frecuencia que los padres del nacionalismo catalán no fueron menos persistentes en su defensa de la existencia de una raza propia.
El galleguismo desarrolló un racismo poético e inverosímil. Manuel de Murguía, esposo de Rosalía de Castro, se inventó una raza céltica ad hoc, y proclamó que los gallegos se caracterizaban por ser todos altos, rubios y de ojos azules (aunque él mismo no pasaba del metro y medio y era escuchimizado y cetrino, de cabellera oscura y crespa).
Con todo, no fue el racismo patrimonio de los nacionalistas periféricos. Giménez Caballero distinguía en la población española una mayoría de cepa africana, gente chaparra y morena que producía aguadores y mozos de cuerda, y una selecta minoría aria y rubia, dolicocéfalos de talla egregia cuyo arquetipo representaba José Antonio Primo de Rivera. Como es sabido, Franco se vengó de aquella insidia de Gecé contra su persona nombrándolo embajador en Paraguay.
Fernando el Católico

La Edad Media, por el contrario, ha conservado su prestigio en la fantasía nacionalista, que descubre florecientes comunidades nacionales en reinos minúsculos aficionados a destriparse entre sí cuando no los diezmaban el cólera o la peste negra, y deplora en cambio la formación renacentista de los Estados modernos, con sus burocracias y ejércitos profesionales. Un modelo que nunca ha dejado de estar de moda en el nacionalismo vasco es el de la Navarra anterior a 1512, es decir, a su conquista por Fernando el Católico, rey de Aragón y regente de Castilla.

Algo verdaderamente pasmoso, porque la Navarra medieval era una pequeña babel de etnias y lenguas distintas, donde se hablaba vasco, provenzal y romances afines al castellano. La tan traída y llevada guerra de Navarra (1512-1516) fue una guerra civil, con motivaciones dinásticas, en la que los bandos nobiliarios autóctonos se dividieron y enfrentaron, a favor unos de los Labrit, y otros, de los Trastámara. Resulta ocioso recordar que Ignacio de Loyola, el santo favorito de Sabino Arana, se quedó cojo en el asalto a las murallas de Pamplona, combatiendo al servicio de Fernando (que, por cierto, era vascohablante de cuna, pues había nacido y pasado su infancia en Sos, donde el eusquera era la lengua de la calle, mientras su adversario Labrit, más francés que Hollande según todos los indicios, apenas chapurreaba el bearnés). Es interesante resaltar, por el contrario, el hecho menos conocido de que el primer escritor en lengua vasca, el clérigo Bernard Dechepare, fue perseguido por los partidarios de Labrit a causa de sus simpatías por el rey Católico.

Los mitos nacionalistas son cuentos de buenos y malos. 
La historia de verdad nunca ha sido así. Valentí Almirall, el primer ideólogo del nacionalismo catalán, terminó en las filas de Lerroux; Arturo Campión, patriarca del nacionalismo vasco en Navarra, murió en San Sebastián en 1936 preguntando si habían llegado los suyos (o sea, los requetés); Francesc Cambó, el líder del catalanismo histórico, se pasó al bando de Franco, y lo mismo hicieron Pla, Risco, Barriola y un buen número de prestigiosos escritores nacionalistas catalanes, gallegos y vascos. La vida desmiente siempre, con su ambigüedad, el maniqueísmo de las ideologías.

domingo, 27 de mayo de 2012

¿Cómo dices que se llama ese nuevo invento?

Obama fumó porros con «absorción total»

Cuando llegó a la Universidad, el presidente de Estados Unidos dejó la marihuana y empezó a vivir «como un monje», según él mismo ha confesado
abc
Se sabía que Barack Obama había fumado porros, pues él mismo no ha tenido reparos en confesarlo, pero no que lo hiciera con tanta pasión.
Nuevos detalles aparecen en una nueva biografía que se publica en junio, que profundiza, entre otros episodios de su vida menos conocidos, en su estapa como estudiante de secundaria en Hawai y Los Angeles. «Barack Obama: The Story», del periodista David Maraniss, rastrea las peripecias del grupo de amigos de Obama, que se hacían llamar a sí mismos como la «Choom Gang» («choom» es una manera de referirse a fumar marihuana”.
No es que Barry, como se le conocía familiarmente a Obama, se dejara llevar por los otros, sino que lideraba los experimentos con marihuana, según el libro. Así, puso de moda lo que él llamaba la «TA» (Total Absorption). Se trataba de fumar dentro de un coche con las ventanas bajadas, para poder seguir luego aspirando el humo una vez terminados los porros y aprovechar así doblemente la sustancia. Además, Obama fumaba caladas de porros de los demás al grito de «interceptado».

 

Las novias de Obama.  «Cuando estabas con Barry y sus colegas, si exhalabas un preciado pakalolo (jerga de Hawai para referirse a la marihuana) en lugar de absorverlo complemente en tus pulmones, se te imponía un castigo y tu turno era saltado hasta que el porro daba la vuelta», escribe Maraniss, Premio Pulitzer en 1993. El libro, cuyos estractos sobre las novias que tuvo Obama ya fueron difundidos hace unos días, reporta también un suceso trágico. Ray, el traficante que les suministraba la droga, acabaría asesinado con un martillo a manos de un “amante gay despechado”.

En su autobiografía «Sueños de mi padre», que Obama publicó antes de saber que acabaría presentándose a unas elecciones presidenciales, mencionó de manera muy sucinta haber fumado marihuana, poniendo el acento en la suerte que tuvo de no seguir en ese camino. «Drogata. Porreta. Eso es hacia lo que me encaminaba: el papel final, fatal del joven negro apunto de ser hombre».
Cuando pasó a la Universidad, Obama dejó atrás la droga, según ha asegurado, y empezó a vivir «como un monje».

La patria inventada: «Euskalherria», esa gran ficción


«Euskalherria», esa gran ficción
FERNANDO GARCÍADE CORTÁZAR
27/05/2012 ABC
La patria inventada
El nacionalismo vasco, en sus distintas variantes, ha mantenido una permanente reivindicación de Navarra, sin cuya incorporación no sería posible la viabilidad territorial del proyecto estatista de Euzkadi. Pero para preparar su asalto independentista y hacer posible un sueño largamente acariciado, los hijos de Sabino Arana llevan más de un siglo tratando de demostrar la vasquidad del viejo reino y de denunciar el holocausto de su patria, esclavizada por los viles españoles desde 1512. En algún libro reciente se lee que cuando los castellanos (¡ y también guipuzcoanos y alaveses!) invadieron Navarra ese año se encontraron con muchedumbres enardecidas que gritaban Gora Euzkadi. Este brutal anacronismo podría ser una mera historieta chistosa si no retratara el desaguisado cultural ocasionado por los nacionalistas con su querencia a llevar a tiempos remotos sus más obsesivas quimeras.
Esta España nuestra ha sido regada de emociones peligrosas que oscurecen la razón, envueltas en un discurso trasnochado y pringoso. Pero desde Goebels hasta el publicitario de nuestros días saben que cualquier disparate, suficientemente repetido, pasa a ser una verdad evidente. El principal campo de fabulación nacionalista es siempre la historia. De ahí que, en el absurdo del País Vasco, se diga con cierto humor surrealista que lo verdaderamente impredecible es el pasado. Porque mientras los historiadores profesionales encuentran cada vez más semejanzas en la evolución de las distintas sociedades peninsulares, los constructores del futuro, los mitómanos nacionalistas, hallan cada vez más diferencias en los tiempos pretéritos. Utilizan la Historia como depósito de agravios con que encienden la pasión separadora; cocinan el hecho diferencial con el odio y el rencor que los hechos históricos deberían seguir produciendo en el presente. España fue y sigue siendo la verdadera razón de la existencia de la nación vasca desde que esta fraguó en el cerebro de Sabino Arana: solo a través del enfrentamiento con ella los vascos católicos y pastoriles de la pretendida ficción fuerista podrían adquirir su verdadera entidad nacional.
Pero nada había en la historia del País Vasco que permitiese pensar en hostilidad alguna hacia Castilla, un reino en el que se integró tempranamente y dio esplendor. Arana lo sabía y confesaba temblar cuando «me sentía inclinado a tratar la historia de mi patria». Sus hijos ya no tiemblan cuando se inventan una tradición llena de recursos míticos, de técnicas emocionales, de juegos de manos hechos con la historia. Y la guerra imaginaria «contra los españoles»,acariciada por todo el nacionalismo vasco desde Arana y Gallastegui hasta Krutwig, cobraría forma cruel en 1968 cuando un joven guardia civil fuese acribillado a balazos, tiro de gracia incluido, en un control de carretera cercano a Tolosa.

Obama, el horizonte del cambio (José Luis Rodriguez Zapatero, 31 diciembre 2008)


Obama no va a bajar los brazos frente al totalitarismo ni frente a la violencia; pero también estoy convencido de que no los levantará guiado por los prejuicios, la ira o el deseo de venganza.

Cuando una sociedad democrática como la norteamericana, que mantiene intacto el vigor que la ha hecho tan admirable, quiere el cambio, el cambio de ciclo político, lo hace posible y de qué manera. Con un gran debate nacional, con un contraste minucioso de la idoneidad de los candidatos, y con un respaldo final a quien ha sabido encarnarlo mejor que nadie, primero ante su propio partido y luego ante la comunidad entera de ciudadanos.
La victoria de Barack Obama es, así, una nueva prueba de aquella idea de Hannah Arendt sobre la capacidad de la política para producir nuevos comienzos, la idea de que la política permite a las sociedades humanas volver a empezar de nuevo. Imagino que eso, sobre todo, debían anhelar las personas que apoyaron al senador de Illinois durante su larga campaña electoral: comenzar de nuevo, estrenar esperanzas. Esperanzas de paz, prosperidad económica, solidaridad social, libertad.
Y lo cierto es que en todo el mundo mucha gente ha tenido su esperanza en vilo deseando la victoria de Obama. Gentes de distintas creencias religiosas, de distintas posiciones políticas, de distintas razas y naciones. Una diversidad humana y una pluralidad política sobre las que algunos habían teorizado el choque inevitable y el conflicto irresoluble. Sin embargo, hasta en su propia biografía, Obama representa la integración de esa diversidad, una integración que es, sin duda, problemática, compleja, pero alcanzable y que, en todo caso, merece ser buscada y no desechada.
Quizá por eso, por la confianza en que los problemas pueden resolverse, en que al final se puede, Obama insiste tanto en denunciar al peor enemigo de la política: el cinismo. El cinismo tiene magníficos disfraces, se viste de conocimiento, de experiencia, de prudencia, de pragmatismo. Pero, antes o después, el cinismo siempre muestra su condición más característica, la indiferencia ante el dolor humano, ante la desigualdad, ante la pobreza extrema; indiferencia culpable, alianza con la derrota.
Lo cierto es que las luces de la ilusión y de la esperanza ilustrada suelen guiar mejor a los seres humanos que las del cinismo o el fatalismo, cuando se trata de salir de graves dificultades. Por eso, es difícil sustraerse a la empatía con un hombre que en 2002, cuando iniciaba su carrera al Senado, se manifestó abiertamente contra la guerra de Irak. Con un hombre que pensaba que el ataque a Irak, además de hacer un daño terrible a la población iraquí, además de causar mucho dolor al pueblo norteamericano, haría que muchos millones de musulmanes siguieran a los líderes equivocados en sus países.
Sólo gana el que sabe reconocer la victoria. Y a estas alturas sabemos que la victoria que pretendemos es la de la ley frente al poder arbitrario, la de la prosperidad frente al hambre, la de la naturaleza frente a la destrucción del medio ambiente.La de la libertad y la esperanza frente a la dominación y la resignación.
Con la victoria de noviembre, los electores le han dado a Obama una magnífica oportunidad, lo sé bien por propia experiencia; pero, sobre todo, se la han dado a ellos mismos. El proyecto de los demócratas supone una apuesta importante por la ampliación de los derechos y libertades de los ciudadanos de su país. Aspectos cruciales como la ampliación de la asistencia sanitaria deberán ser abordados en un tiempo de dificultades económicas importantes. Toda la agenda social del nuevo presidente suena bien a los oídos de un dirigente socialdemócrata europeo. Y algo parecido a una agenda progresista global no es siquiera imaginable sin el impulso político dado desde Estados Unidos.
Pero sería miope no compartir con otras latitudes políticas el cambio que se ha inaugurado el pasado 4 de noviembre. Sería torpe desdeñar la buena acogida con que los líderes europeos conservadores parecen haber recibido la victoria de Obama. Si en este sentido el cambio es contagioso, también por ello resulta saludable.
Ahora bien, la pobreza es una desgracia, no una penitencia. La gente que se encuentra en dificultades merece el respeto que se expresa con la solidaridad y con la ayuda del poder público, no es el resultado lógico e inevitable de un libre mercado distribuidor de justicia. La suerte de los demás nunca nos es ajena. Porque éstas son las ideas que anidan en el pensamiento del nuevo presidente norteamericano y que entroncan con esa aportación generosa de bienes comunes globales que Estados Unidos ha aportado al mundo a lo largo de su Historia, desde la ONU a Internet. Y el mundo está necesitado de muchos más bienes comunes.
Obama va a tomar las riendas de su país en unos momentos de crisis financiera y económica sin precedentes. Ya ha anunciado iniciativas de inversión pública, igualmente sin precedentes, para perseguir el objetivo que más le preocupa, la recuperación del empleo. Compartimos ambas cosas, los medios y el fin, como también compartimos una concepción del crecimiento económico inseparable de la lucha contra las consecuencias del cambio climático y la relevancia estratégica del apoyo a las energías renovables. 

Estoy convencido de que Estados Unidos va a superar esta crisis más pronto que tarde, y que haciéndolo contribuirá también a ahuyentar la crisis global. Como asimismo lo estoy de que sabrá defender mejor que en el reciente pasado los valores en los que cree, que son también los nuestros, los de una comunidad internacional que sólo puede progresar por el camino de la prevención inteligente de los conflictos, de la afirmación y extensión de la libertad y la tolerancia, y de la cooperación al desarrollo.
Ya en Berlín, el verano pasado, el presidente electo proclamó su confianza en una Europa unida. Ahora nos toca a nosotros, los europeos, responder a esa confianza para hacer de una relación transatlántica renovada uno de los ejes centrales de estabilidad en el mundo. Es así como podremos convertir a un mundo que ya es multipolar en un orden multilateral cargado de legitimidad y por ello mismo más eficaz, para reformar el sistema financiero, para avanzar en la integración del comercio internacional y sobre todo para preservar la paz.
La victoria de Obama ha traído fuerzas nuevas al bando de la política. Aún a sabiendas de la frágil textura de las ilusiones humanas, sólo se puede hacer política con ilusión. El mismo representa el triunfo de la ilusión. Su victoria es una parte importante de la victoria. Y si la política ha producido cambio, ahora le toca al cambio producir política. No es fácil, nunca lo es, pero se puede.

sábado, 26 de mayo de 2012

Copa final.


 

Pero, ¿hubo himno en el Vicente Calderón? La pregunta puede parecer estúpida, pero no lo es en absoluto. El himno sonó, pero no se escuchó. Por encima de él sonaban los pitos de la mayor parte de la afición de ambos equipos. Estaba previsto que durara 27 segundos, la versión corta, porque así lo dice la ley cuando no está el Rey –ayer acudió el Príncipe Felipe, que pasó un mal rato en el palco–, pero no llegó ni a ellos. Se quedó en 21 y fueron una eternidad para todas las personalidades que se citaron en el palco.

Entre los aficionados del Barça primaba la catalana y la estelada, por encima incluso de la azulgrana. La primera protesta llegó cuando el «speaker» dio la bienvenida a «la final de la Copa del Rey». Las actuaciones musicales dieron un breve descanso hasta el momento de la polémica. Lo primero que se gritó, una gran mayoría otra vez, fue en catalán «inde, independencia», mientras los jugadores saltaban al césped. Después llegaron los insultos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, justo cuando se colocaban en fila. Y sonó el himno, acompañados de personas que daban la espalda al césped, de dedos corazón al aire y de algunos resignados, que también los hubo, que se mantenían en silencio.

jueves, 24 de mayo de 2012

Las naciones sentimentales


Es UN CLARO síntoma de salud y juventud que aún me sobresalte la cara dura del nacionalismo, y la de sus compañeros de viaje socialdemócratas. Llevan 112 años haciendo política del fútbol, distribuyendo la plusvalía fundacional de la nación catalana («més que un club») e incurriendo incluso en descripciones de alto fuego semiótico como las del acharnegao Montalbán cuando dijo que el Barça era el ejército armado de Cataluña. Y ahora le reprochan a la presidenta Aguirre que mezcle la política con el fútbol, porque ésta ha declarado que el Estado debe actuar ante la injuria al himno de España que preparan los nacionalistas vascos y catalanes en un partido que hay el viernes. Pero si se soslaya el espectáculo de la cara dura hay algo de gran interés en este asunto.

Cuando en 1989 el Tribunal Supremo norteamericano dictaminó por cinco votos a cuatro que quemar la bandera de EEUU no era ilegal, el juez William J. Brenan escribió en su explicación de voto, según la transcripción que hizo entonces el periodista Carlos Mendo: «Es irónico y a la vez fundamental que la bandera deba también proteger a aquellos que no la acatan.» Irónico, fundamental, maravilloso y conmovedor. Lo que la bandera de los EEUU está diciéndole a los cafres es que la libertad es ignífuga. Y aún más, mucho más: que el poder, el poder de la libertad, está por encima del textil y de los sentimientos. Esta apreciación tiene un valor grandioso; y señala un grado evolutivo en la historia de las naciones que han pasado de ser pozos de sentimentalidad a ámbitos de la ley.

La vida simbólica presenta en España muchas y desagradables asimetrías. Destaca que la bandera, el himno del Estado y la iconografía institucional estén sujetas al desprecio constante, y, muchas veces, a la nítida agresión de los nacionalistas. Por el contrario, y como todo el mundo sabe, los símbolos de los nacionalistas son intocables
 La hipótesis de una pitada a Els Segadors o la quema de la ikurriña son hechos puramente inconcebibles. La razón es algo más sofisticada de lo que parece: ni ese himno ni esa bandera amparan nada más que sentimientos, convencionalmente textiles. La edad madura en que esos símbolos alcancen la posibilidad de amparar también la libertad y la disidencia está todavía lejana. De ahí que los insultos que hoy dirigen los nacionalistas a los símbolos del Estado español no sean más que expresión de su propio naturaleza faltona. De lo que les falta. Arcadi Espada (El Mundo)