sábado, 7 de junio de 2014

La ex Reina Sofía

La madre del Rey

Hay algo, sin embargo, que no va a cambiar: la relación con su marido, en eso están de acuerdo mis informantes.
"Hasta ahora hablaban a través de sus secretarías y sólo se veían en recepciones oficiales... en el futuro ni siquiera eso será necesario".
Pregunto si se hablará de divorcio, "quizás divorcio no, pero sí habrá seguramente una declaración dentro de unos meses, un comunicado escueto y sobrio dando cuenta de que el matrimonio ha optado por separar sus vidas".
Ni siquiera hace falta que separen sus viviendas, ya que ocupan dos recintos independientes en Zarzuela, aunque es probable que la Reina pase más tiempo en Marivent, así al menos se lo manifestó a Pilar Urbano: "Si me quedo viuda, viviré en Mallorca".

 Siempre con la compañía de su hermana, la princesa Irene, su mejor amiga.

lunes, 3 de febrero de 2014

La solución, ¿qué solución?. Los críticos al gobierno Rajoy nos deben una fórmula mejor que la suya para salir de la crisis




¿Qué solución?
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Los críticos al gobierno Rajoy nos deben una fórmula mejor que la suya para salir de la crisis
NO voy a decir que me hacen gracia las críticas al gobierno Rajoy porque la cosa no tiene ninguna gracia.
Lo que sí me producen es estupefacción.
Es verdad que tener 6 millones de parados es dramático y 1,9 millones de familias con todos sus miembros desempleados, estremecedor.
Pero ¿qué proponen esos críticos?
Pues que el gobierno sustituya su programa de recortes por otro de «relanzamiento de la economía». O sea, más obra pública, más subvenciones, más salario mínimo interprofesional y cosas por estilo.
Sin duda aumentarían la actividad económica. El único problema es cómo se financiaría. Porque Europa no va a financiárnoslo.
Europa está dispuesta a darnos más tiempo para arreglar nuestra economía, pero no más dinero.
Y si acudimos a los mercados, puede que nos lo prestasen, pero a un interés mucho mayor, pues la posibilidad de que se lo devolviéramos sería inversamente proporcional al aumento de nuestra deuda. Sin que podamos recurrir al viejo truco de acuñar más moneda, porque los euros los acuña el Banco Central Europeo.
¿Quieren decirme entonces esos críticos cómo se financia la revitalización de nuestra economía? ¿Saliendo del euro?
Ni siquiera se lo he oído a Cayo Lara, que por comunista tendría una ligera excusa. De Rubalcaba, mejor no hablar ¿O es que están haciendo política y no economía?
No crean que son mucho más razonables las críticas de la acera opuesta, donde se supone que comulgan con las ideas liberales del gobierno Rajoy. Proponen allí «adelgazar la administración», «eliminar la grasa que le sobra». Coincido con la idea, pues nuestra administración está sobredimensionada en todos sus niveles. Pero advierto que el primer efecto práctico de esa cura de adelgazamiento sería disparar el número de parados, que es precisamente la hemorragia que trata de pararse. O sea, cuidado con vestir un santo desnudando otro.
Para resumir: es muy fácil criticar desde una mesa de redacción, un micrófono de radio, un plató de televisión o una tribuna parlamentaria. Pero es muy difícil presentar soluciones realistas a una economía que viene degradándose desde hace más de diez años, con el boom inmobiliario.
Y más difícil todavía es hacer una cosa y la contraria al mismo tiempo, como se pide al gobierno: crear empleo y destruirlo, gastar más y gastar menos, hacer reformas y no hacerlas, algo que va contra la lógica y la realidad. La realidad es que cada español, de los bebés a los ancianos, debemos el triple de nuestro PIB, o sea, nuestros ingresos en tres años.
La única solución es recortar gastos y hacer nuestra economía más productiva. Ya he dicho en ocasión anterior que Rajoy ha cometido errores. Hasta ahora, sin embargo, nadie me ha ofrecido una fórmula mejor que la suya para salir del pozo. Si alguien me la ofrece, tiene mi voto. Pero lo único que oigo son esas quejas que tanto nos gustan y no arreglan nada.

Lo nuestro no tendrá arreglo mientras un Gobierno soportado por una mayoría absoluta, como el de Rajoy, no decida una profunda reforma estructural de la Nación

MANUEL MARTÍN FERRAND
Les salió el tiro por la culata, como suele sucederles a los astutos recalcitrantes, porque la solución al grave momento nacional es política
ASEGURAN quienes han dejado de ser sus más fervorosos partidarios, que son bastantes, que Mariano Rajoy se cree un trasunto de Nicolás Maquiavelo; pero ni estamos en el Renacimiento, ni Florencia es Santiago de Compostela, ni hay a la vista ningún Medicis a quien traicionar. Rajoy le llama astucia a la dilación, esa peligrosa tardanza que unas veces es hija del terror, otras de la pereza y, en las más de las ocasiones, de la errática teoría de que no hay mal que cien años dure. La rueda de prensa del último Consejo de Ministros fue la escenificación de un final de trayecto. Desde una concepción pretendidamente sagaz, ausencia de Rajoy incluida en la artimaña, se quiso dar la idea de un Gabinete sólido y dispuesto a todo para que la economía nacional funcione. Les salió el tiro por la culata, como suele sucederles a los astutos recalcitrantes, porque la solución al grave momento nacional es sustancialmente política.
Pretender que el futuro remedie el presente no es nada «maquiavélico». Es una marrullería dialéctica válida, como en nuestro caso, cuando la oposición tiene menos ideas que el Gobierno y muchísimo más desorden y disidencias. Unos cuantos recortes más, vergonzantemente anunciados, no aliviarán los males del Estado que, por si fueran pocos, aprovechan la crisis para engordar y radicalizar sus brotes separatistas. Algunos, los resignados, esperábamos del Gobierno un plan enérgico de actuación política y nos encontramos con tímidos retoques de naturaleza económica. En consecuencia, ya no cabe la resignación y es preciso entregarse a la preocupación. La cuquería rajoyana le ha aportado ya un millón de parados a la EPA.
Lo nuestro no tendrá arreglo mientras un Gobierno soportado por una mayoría absoluta, como el de Rajoy, no decida una profunda reforma estructural de la Nación, embride los gastos superfluos del Estado, reconduzca las Autonomías a su condición administrativa territorial sin veleidades fantasiosas y despilfarradoras y, después de haber reducido a menos de la mitad el número de Ayuntamientos, les meta en cintura y en razón. Algo que dificulta el clientelismo partitocrático. El gigantismo administrativo no solo nos cuesta un Congo, sino que esclerotiza la iniciativa privada y, desde su instalación en la morosidad, disminuye las posibilidades crediticias de las empresas. Abordar estos asuntos, por impopular que resulte, es política. Lo que necesitamos. Exige resolución y fortaleza, pero no dinero. Aplazar el problema con un retoque en los impuestos menores, el alargamiento en el plazo de caducidad de los mayores y la asunción de que el paro no empiece a superarse hasta dentro de cuatro o cinco años, es despilfarrar toda una legislatura en astucias y parches economicistas. ¿Maquiavelo

Asimetrica


Escombros


"España nos roba

"España nos roba" (Espanya ens roba, en catalán) se ha convertido en un lema muy empleado por los nacionalistas catalanes y, más concretamente, por la Generalidad que preside Artur Mas para justificar sus ansias soberanistas.
Sin embargo, no se trata de una mera frase vacía de contenido sino de un argumento basado, supuestamente, en datos y cifras reales.
Uno de estos datos son las balanzas fiscales, un indicador que permite calcular lo que aporta una autonomía o provincia al conjunto del país vía impuestos y lo que recibe del Estado a través de servicios e inversiones públicas. Si la balanza es negativa, significa que los habitantes de esa región aportan más de lo que reciben, y al revés si es positiva (reciben más del resto del Estado de lo que aportan).
Cataluña, por ser una comunidad tradicionalmente rica, siempre ha aportado una cuantía extra a la financiación pública del resto del país a través del sistema de solidaridad interterritorial que establece la Constitución Española, aunque es Madrid, en realidad, la región que más aporta y menos dinero recibe del Estado. Las balanzas fiscales permiten dilucidar cuánto. La Generalidad anunció el pasado martes que Cataluña registró un déficit fiscal con respecto al Estado de 16.543 millones de euros en 2010, el 8,5% de PIB, un porcentaje similar al de la media de las dos últimas décadas (8,1%). Es decir, los catalanes aportaron a la cuenta común 16.543 millones más de lo que recibieron del Estado.
El consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, utilizó el cálculo del "flujo monetario neutralizado" para señalar que Cataluña aportó en 2010 el 19,4% del total de ingresos de la administración estatal y recibió el 14,2% del gasto total. Atendiendo a este cálculo, la región contribuyó con una proporción superior a su peso en el PIB estatal, que es del 18,6%, en tanto que recibió un gasto que no llegó al peso de su población sobre el conjunto del país (16%). Ante tales datos, el titular de Economía calificó este desequilibrio de "altamente insatisfactorio", ya que obligó a la Generalidad a "tirar adelante el país con menos recursos (...) y con una o dos manos atadas en la espalda", en una nueva muestra del tradicional victimismo del que hace gala el nacionalismo catalán.
Sin embargo, Mas-Colell "infló" el saldo fiscal negativo de Cataluña en base a criterios poco objetivos, según denuncia Convivencia Cívica Catalana en su informe El maquillaje de la balanza fiscal de Cataluña. Así, de los 16.543 millones de supuesto déficit fiscal, 10.708 millones (dos terceras partes) son "totalmente ficticios". Es decir, "no han sido pagados por ningún catalán", ya que son producto de un "artificio contable denominado neutralización".
Además, de los restantes 5.835 millones, más de 5.000 son también producto de un cálculo desviado basado en imputaciones distorsionadas, es decir, en contabilizar impuestos pagados por ciudadanos no catalanes como si hubiesen sido pagados por catalanes y en no contabilizar gastos reales del Estado en Cataluña.

De este modo, en realidad, el déficit fiscal de Cataluña apenas ascendería a 774 millones de euros en 2010 frente a los 16.543 millones anunciados por el Gobierno de Artur Mas.

Las tablas que ocultó Colell

En primer lugar, un año más, de los cuatro métodos distintos que solía emplear la Generalidad para estima las balanzas fiscales, Mas-Colell tan sólo presentó dos -curiosamente, los más favorables a sus intereses-. En concreto, el cálculo "flujo beneficio" y "flujo monetario", pero con valores "neutralizados", cuyo resultado es ficticio porque no emplea valores reales. De hecho, el dato que Cataluña da por bueno es el "flujo monetario neutralizado", que es el menos utilizado a nivel internacional y el menos fiable.
El problema aquí es que el "flujo monetario neutralizado" incrementa de forma artificial la recaudación fiscal que genera la región, ya que emplea el supuesto, "absolutamente ficticio, de que los catalanes pagan impuestos como si no existiera la crisis" en lugar de la recaudación real. Como resultado, la Generalidad suma a las balanzas fiscales 10.708 millones de impuestos que, en realidad, no existen.
Así pues, Mas-Colell ocultó los valores reales por "motivos políticos, dado que indicaban un déficit fiscal casi nulo (774 millones de euros) o cuando menos muy inferior del anunciado oficialmente (5.835 millones), tal y como muestran las dos tablas olvidadas por la Generalidad.

Las trampas contables

Además, incluso dando por bueno el déficit fiscal de 5.835 millones que arroja el "flujo monetario real", más de 5.000 millones son también producto de un cálculo erróneo derivado de inflar ciertos impuestos y minimizar gastos del Estado, según el estudio.
Por un lado, la Generalidad aplica un "criterio muy generoso" para el cálculo de los impuestos pagados por los catalanes, al contabilizar ciertos tributos (IRPF, Especiales o cotizaciones) que, en realidad, pagan extranjeros y no residentes en Cataluña. La propia Consejería de Economía admite, por ejemplo, que "el IVA pagado por un ciudadano de Oviedo a un comercio de Mataró se imputa a Cataluña ya que es donde se localiza el objeto de imposición".
Por otro lado, la Generalidad incluye en las balanzas el déficit fiscal que mantiene con la UE, imputándoselo incorrectamente a España (unos 2.700 millones). Parte de los recursos que el Estado destina a financiar a la UE proceden de Cataluña, pero esta región casi no recibe fondos de Europa, con lo que el saldo es negativo. Sin embargo, la Generalidad incorpora este déficit en el saldo fiscal con el resto de España.
Por último, minimiza el volumen real de gasto e inversión que el Estado destina a Cataluña con el fin de inflar su déficit fiscal. El informe detalla algunos ejemplos llamativos:
  • La Generalidad afirma que el Ministerio de Asuntos Exteriores tan sólo gasta 1 millón de euros en representar a Cataluña de los 702 millones que en total representa esta partida, cuando su población asciende al 16% del total del país
  • Justicia tan sólo destina el 4,9% de su presupuesto a Cataluña en lugar del 16% que representa su población, y lo mismo sucede en Defensa o Servicios Sociales.
  • Asimismo, puesto que la mayoría de organismos públicos del Estado tienen su sede en Madrid, la Generalidad considera que la parte correspondiente a Cataluña de su gasto es literalmente cero. Y aquí entra desde la CNMV, hasta el Consejo de Seguridad Nuclear, el CIS o la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
En total, gracias a este tipo de desvíos, Mas logra incrementar el déficit fiscal en otros 3.780 millones de euros, según denuncia Convivencia Cívica.

No contabiliza la Seguridad Social

Por último, el informe de la Generalidad también olvidó presentar otros datos relevantes, como las sub-balanzas fiscales correspondientes a la Seguridad Social. Tal y como muestra siguientes tablas, la Seguridad Social registró un saldo positivo para Cataluña en 2010, con 2.789 millones de superávit según "flujo beneficio" o 2.141 millones según "flujo monetario". Es decir, Cataluña recibió recursos del resto de Estado por encima de los pagados realizados a través de las cuotas de los cotizantes en Cataluña.
El siguiente cuadro resume los saldos fiscales mostrados y ocultados por la Generalidad correspondientes a 2010.
Como resultado de todo ello, Convivencia Cívica Catalana lamenta "la falta de honestidad y de transparencia" de la Generalidad y considera que sus balanzas fiscales "sólo son herramientas políticas para intentar crear resentimiento contra el resto de España entre la opinión pública catalana".

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