lunes, 9 de junio de 2008

El señor del pensamiento y de las palabras

Se puede engañar a una persona durante todo el tiempo;

Se puede engañar a todo el mundo durante un rato;

pero no se puede engañar a todo el mundo durante todo el tiempo

¿Quién hace que una palabra signifique en cada momento lo que él quiere que signifique y ninguna otra cosa más, aunque
signifique de verdad otra cosa muy distinta?.

En un régimen político de poder absoluto, toda la información y la documentación derivan y se elaboran desde ese mismo poder absoluto.

Tan suya es la realidad y la vida que, en su máxima arbitrariedad, el dictador puede cambiar el signficado de las palabras y conseguir, sin que nadie se atreva a llevarle la contraria, que una palabra cualquiera, la que él quiera en cada momento, signifique mágicamente -a la vez o en cada momento de su capricho- una cosa y su contrario.
El dictador es él mismo la nación, el pueblo, el discurso, el Gobierno y la oposición, el sólo es el único señor de las palabras.
En una democarcia avanzada y culta, no hay un único dueño de las palabras, nadie puede cambiar el significado de las palabras y menos prohibir unas u obligar a que se empleen otras.

Su idioma-trampa.
Sabiendo que la comunicación es la mejor anestesia para camuflar la realidad, algunos son malabaristas del lenguaje y de las palabras, se han ha creado su propio léxico-trampa que le impide llamar al pan, pan y al vino, vino.
Así:
*.- "Desaceleración moderada" significa "crisis galopante con paro, hipotecas por las nubes y el combustible en la estratosfera".
*.-"Traslado temporal de agua" significa "trasvase en toda regla que se aplica para Cataluña y se niega al resto de España".
*.- "Este país" se refiere a "España" (concepto que no conviene usar para no herir las sensibilidades de los socios nacionalistas).
*.- "Soluciones habitacionales": minipisos o infraviviendas en los que no cabe de pie una familia.

Las palabras malditas del Gobierno
Hay quienes dicen que un Gobierno no toma decisiones (por ejemplo en una crisis económica).
Algunos reclaman que en un caso como el indicado, un Gobierno tendría que: contener el gasto público o recortar el número de altos cargos y asesores. Si no lo hacen dicen que ese Gobierno no toma decisiones para resolver el problema.
Pero no es cierto, hay Gobiernos que sí pueden tomar medidas más eficaces, por ejemplo:
No se debe pronunciar jamás la palabra «crisis». Si no se dice, es como si no existiera. Para que surta efectos, ni una sola vez, ni por descuido, ni por uno de sus famosos «lapsus», el jefe del Ejecutivo debe decir esa palabra maldita.
Si hay que referirse "a lo que pasa en la realidad" no se debe decir "crisis":

Miércoles 4 de junio, Pleno de control en el Congreso. Mariano Rajoy pregunta a Zapatero qué va a hacer para que se recupere la confianza en la economía. Zapatero contesta: «Tenemos un proceso de desaceleración y de pérdida de capacidad de crear empleo». «Sabremos afrontar esta dificultad». Objetivo cumplido. La «crisis» no sale por su boca. Y lo que no se dice, no es real.

Una semana antes explicó así la situación: «Estamos mejor preparados que otros países ante un ajuste que se va a producir y que es consecuencia de circunstancias internacionales y de factores que hemos conocido».

En la última Reunión de la Ejecutiva Federal, Zapatero rechazó la palabra "crisis" porque perjudica el "prestigio" de España. El presidente del Gobierno subraya ante la Comisión Ejecutiva Federal de su partido que la economía española no está en crisis. Zapatero identificó el término crisis con el de "recesión", algo que técnicamente no se ha producido porque recesión implica dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo.
El uso de dicho término puede perjudicar la llegada de inversiones extranjeras y el "prestigio internacional" de España.

Desorientado por lo que oía de su Presidente (a pesar de haberlo oído muchas veces y haberlo dicho el mismo), el Secretario de Organización José Blanco advirtió a todos: es importante evitar la sensación de que el Gobierno o el PSOE no están pegados a la realidad y, aunque no apostó por usar la palabra crisis, dejó claro que no deben usarse subterfugios.
Además añadió que a su juicio todos los ministros del Gobierno, y no sólo el vicepresidente económico, Pedro Solbes, deberían tener más exposición pública para presentar propuestas de sus departamentos, aunque aún no hayan comparecido todos ante el Parlamento.
Esta posición fue secundada por varios miembros de la dirección, según las fuentes consultadas.

¿Por qué se tienen que realizar "exposiciones públicas para presentar propuestas para resolver algo que no existe y que solo está en la mente de los catastrofistas?.

¿Por qué la reunión de la Ejecutiva comenzó con una exposición por parte de Zapatero de las más de 20 medidas que ha tomado el Gobierno para hacer frente a las dificultades económicas, y varios miembros de la dirección socialista subrayaron que, además de adoptar medidas, es necesario explicarlas bien porque la gente no las está percibiendo?.

¿Por qué tiene Blanco supone que los "españoles" puedan pensar que el Gobierno o el PSOE "no estan pegados a la realidad"?.
Se evidenció en muchos de los asistente un temor, que hasta ahora expresan en privado, de que tanto negar la palabra «crisis» por razones políticas puede pasar factura.

Zapatero respondió que crisis son dos trimestres en crecimiento negativo del PIB y emplear esa expresión puede ahuyentar inversión extranjera

Estamos en un «paréntesis»
En la campaña electoral, el Presidente, llamó «antipatriotas» a los que alertaban de la crisis.
En su discurso de investidura, Zapatero habló de «paréntesis» en la buena marcha de la economía española.
El portavoz socialista, José Antonio Alonso, aportó su «perla» lingüística esta semana al referirse a la «contracción económica». Todo un hallazgo.

En los últimos años, el jefe del Ejecutivo ha usado todos sus recursos lingüísticos para presumir de la buena marcha de la economía. «No hay ningún atisbo de recesión económica, ni de problemas a medio plazo» (octubre de 2007).
Ahora, mientras las previsiones de crecimiento, paro e hipotecarias dan casi miedo, Zapatero se ve en la obligación de admitir que hay problemas, pero sin renunciar al optimismo. Y ha encontrado la solución perfecta en el vocablo «desaceleración», que le ayuda a no decir la palabra «crisis».

Zapatero ha sido así especialista en amoldar el lenguaje para adaptarlo a su mensaje político en cada momento.


Con la palabra «nación»: antes de aprobarse el Estatuto de Cataluña, puso en cuestión el concepto de nación española: «No hay un concepto tan discutido en la teoría política como el de nación». «El concepto de nación es discutido y discutible».
En su primera legislatura, dejó en desuso el término «Gobierno de la Nación», y lo cambió por «Gobierno de España», lo que dio pie a los nacionalistas a hablar en clave bilateral: «El Gobierno de España y el Gobierno de Cataluña...»

Un país por una nación
Pese a que la Constitución de 1978 define siempre a España como «nación», Zapatero prefiere referirse a ella como «país». «Un país unido y diverso como es España», dijo en su discurso de investidura el abril. «Mi idea de España es un país próspero y además un país reciente», subrayó.

El trasvase del Ebro a Barcelona:
«Mientras yo sea presidente no habrá trasvase del Ebro», dijo el jefe del Ejecutivo.
La instrucción era simple: prohibido decir que es un trasvase. Y los asesores se pusieron en marcha para buscar sinónimos.
«No hay trasvase, sino una conducción de agua», explicó De la Vega a los españoles.
Del Gobierno salieron también las expresiones «captación de agua» y «cesión temporal de agua», mientras que el Ejecutivo autonómico catalán llegó a hablar de «pinchazo» al Ebro.
La ministra Espinosa fue la más brillante, al hablar de «reasignación temporal de caudales». Soberbio.

La inmigración:
La inmigración aporta otro ejemplo de manipulación lingüística. Zapatero pasó de hablar de «normalización» de inmigrantes a «regularización» cuando se dio cuenta de que su proceso no había acabado con la inmigración irregular.

El incremento de asesores del Gobierno pueden ser necesarios para un trabajo tan árduo como el de lograr retorcer bien el diccionario.
Pero...
¿Quién es dueño de las palabras?, ¿de su significado?; ¿Quién dice cuando se pueden usar y cuándo no?. ¿Por qué?.
¿Para qué preguntarnos tantas cosas cuando podemos ver "Fama", "Supermodelo", "Tí si que vales" y cuando "Bea la fea" ya es guapa?.

Pero conviene de las palabras no olvide que:
"Se puede engañar a una persona durante todo el tiempo;
se puede engañar a todo el mundo durante un rato;
pero no se puede engañar a todo el mundo durante todo el tiempo"

¡Qué país!

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