Zapatero tiene que decir la verdad para después ofrecer propuestas por muy duras que sean.
La crisis es tan seria que se necesitará al menos un lustro para ver la luz al final de la covacha.
La crisis es tan seria que se necesitará al menos un lustro para ver la luz al final de la covacha.
Habrá que:
*.- comer cosas baratas (si las hubiere),
*.- viajar menos,
*.- consumir lo imprescindible,
*.- sacar del armario el botijo y el cachirulo
*.- y a ser posible leer más.
Yo propongo a ZP y a su glorioso edecán lucense que cambien el eslogan de su próximo congreso por el de "Ponga un parado en su familia", porque al fin y a la postre la consecuencia más dramática de todo lo que nos está ocurriendo es el desempleo.
Que tendrá, por ende, unas consecuencias letales en otros aspectos de la sociedad.
Inicialmente iban a ser –como mucho- medio millón más los afiliados al INEM, luego los cálculos se aproximaban al millón y en estos momentos los expertos en la cosa extrapolan ya a cuatro millones de desempleados los que tendrá que soportar la protección social.
El 9 de marzo quedaron claras muchas cosas, pero especialmente una: a los españoles les importa menos el hecho de que un gobierno legítimo y democrático se siente en la mesa con terroristas que el euríbor.
Y esto, incluso metafóricamente, es un hecho capital.
Quedó claro que Zapatero y Solbes mintieron o incluso algo peor: que no tienen ni repajolera idea de que lo que se traen entre manos. Aún más, que la situación económica/social se les escurre entre las manos sin que en ningún momento sean capaces de controlar la situación.
Ni saben ni quieren ni pueden.
Perdónenme por la socorrida palabreja: la mamandurria ya no da para más.
La izquierda no ha sabido nunca moverse entre la crisis económica y ancestralmente han demostrado una enorme incapacidad para llenar la caja…pública.
Gastar, sí; en eso se muestran como auténticos campeones nacionales y cósmicos.
No deja de tener gracia que Z anuncie la congelación del sueldo de los altos cargos cuando en realidad lo que tenía que hacer es despedir a toda esa inmenso enjambre que ha encontrado en los pliegues del Estado una forma de vida bastante confortable.
¿Mérito? Ser del partido o simplemente amigo del que manda.
Lo que urge –es evidente que muchos de los factores que engendran esta situación están globalizados- es decir al pueblo la verdad para acto seguido ofrecer propuestas para salir adelante por muy duras que estas sean. Ahí es donde se comprueba si un político es sólo un político o un estadista.
Pero tengo que recordar aquí que el presidente ha sido llevado a rastras por la oposición para que explique en la sede de la soberanía popular qué se trae entre manos. Y ello es de por sí sumamente significativo.
Las colectividades suelen encontrar siempre refugios a los males que no pueden vencer. Ese refugio pasa porque el equipo nacional de fútbol derrote a la poderosa Alemania. Y todos contentos, que lo estaremos, aunque más los herederos de Polanco. Pero es una droga de muy corta duración.
El próximo lunes habrá que volver abrir la ventana y contemplar el paisaje que nos circunda. Y como también echamos por la borda los valores pues ya me dirán ustedes a qué clavo ardiendo nos aferramos.
No dejaré de insistir en que si la responsabilidad suprema es del Gobierno la oposición tiene la suya. El Partido Popular debería ser la referencia obligada e ineludible en las actuales circunstancias; pero antes deben curar definitivamente sus heridas y dejarse de batallitas ad hominem que pululan todos los días por las páginas de los periódicos.
Que Rajoy sabe de deportes ha quedado demostrado; ahora lo que se le exige es que nos convenza de que puede dirigir su casa y llegado el caso gobernar un país.
Cada vez le quedan menos oportunidades.
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