lunes, 9 de junio de 2008

Y la rueda gira


"La rueda gira y los problemas de los ciudadanos se acrecientan a cada una de sus vueltas.
Las desigualdades y las carencias de libertad se hacen cada vez más notorias: un día son los padres que reclaman poder elegir la lengua en la que las instituciones educativas transmiten el conocimiento a sus hijos, pues son conscientes de que su probabilidad de fracaso se acrecienta cuando ese idioma no es el materno; otro son los ciudadanos que esperan pacientemente la resolución de sus pleitos para alcanzar justicia; otro, en fin, son los enfermos que ven degradarse su salud mientras las plazas hospitalarias quedan desocupadas porque no hay médicos o enfermeras que aúnen el saber científico y el dominio idiomático que se les exige.
Y qué decir de los que tienen sed porque nadie es capaz de concertar los intereses nacionales frente a la pretensión local de monopolizar los recursos hídricos.
La desigualdad es el fruto de la fragmentación del poder, pues a la invasión competencial de las Comunidades Autónomas no se opone un Gobierno capaz de ejercer la autoridad que la Constitución le otorga en materia de supervisión, inspección y armonización legislativa. Y a la fragmentación del poder le sigue la del mercado, de manera que, como se ha denunciado con reiteración, ya hay sectores en los que se erigen barreras que dificultan la libre circulación de personas, mercancías y capitales, dañando así la competitividad de las empresas y, con ella, la de la economía española en su conjunto.
La rueda gira, parece, de manera inexorable. Da la sensación de que, como en los albores del siglo XVI observó Guicciardini, el nuestro, como «todos los Estados, ... por naturaleza o por accidente llega a su fin y acaba». ¿Será entonces inútil oponerse a ello? ¿Habrá que resignarse a aceptar «la verdadera desdicha ... del hombre al cual le toca vivir el tiempo de esa calamidad», como también señaló el historiador florentino? ¿O más bien queda margen todavía para una decidida acción política que evite esa catástrofe? Me inclino por esta última posibilidad, pues nunca he creído que el futuro de los seres humanos y de su colectividad haya sido escrito en el pasado. Pero también sé que el logro ese futuro depende de nuestros afanes del presente, pues como dijo una vez Thomas Paine «los que esperan cosechar las bendiciones de la libertad deben soportar las fatigas que supone defenderla". MIKEL BUESA. Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.

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