Mi más sentido pésame a quienes deseaban la derrota de España.
(Y dejo constancia que no he visto el partido porque el fútbol no me gusta y la televisión menos).
Una España así concita adhesiones voluntarias por su juego y su integración.
En esta España caben todos.
Es un equipo donde el capitán tiene nombre vasco, Iker, y es de Móstoles, una ciudad dormitorio humilde de Madrid;
en el que la furia la encarna un catalán de nombre Carles;
en el que la música, flamenco racial, la pone un sevillano juerguista que es un portento físico;
en el que juega un negro, inmigrante nacionalizado, que todos consideran imprescindible para que España funcione;
en el que hay un tipo tímido, bajito con un nombre que toda España pronuncia mal, Cesc, y que dice que echa de menos Londres;
en el que hay un Xavi (con uve) y otro Xabi (con b);
en el que un niño de Fuenlabrada, Torres, triunfa en la ciudad de los Beatles;
en el que el gitano Güiza se convierte en revelación y no se arredra por su origen humilde;
en el Asturias mira con orgullo al máximo goleador, Villa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario