jueves, 3 de febrero de 2011

Previsiones

JOSEPH STIGLITZ. El sabio “bon-vivant”. Profesor de la Universidad de Columbia, es el economista más citado del mundo, premio nobel y verenea en Cadaqués.
Mi deseo para 2011 es que dejemos de prestar atención a los supuestos magos financieros que nos metieron en este lío, y que ahora nos exigen austeridad, y que empecemos a usar el sentido común. Si hay que soportar dolor, el mayor esfuerzo debe recaer sobre los responsables de la crisis, y sobre aquellos que se beneficiaron de la burbuja.» Así habla Joseph Stiglitz (Gary, Indiana, 1943), ignorado por las élites norteamericanas. Cuenta Newsweek que Stiglitz es ninguneado en Washington, mientras que en Europa se lo recibe como una superestrella y se lo considera un oráculo. «Y en Asia lo tratan como a un dios.»


PAUL KRUGMAN, el más odiado. Este profesor de Princeton ha trabajado para los gobiernos de Reagan y de Clinton. También para Enron, la mayor quiebra de la historia.
«Cuidado porque los seguidores de Obama pueden poner serpientes de cascabel en tu buzón», le advirtió un amigo. Y es que ningún economista como Paul Krugman (Nueva York, 1953) concita tantos odios. Antes de enfadar a los demócratas, los republicanos bombardearon su garaje con huevos. También molesta a sus colegas, resentidos por un piropo envenenado: «La ciencia económica ha avanzado mucho. Pero la mayoría de los progresos son inútiles o muy dañinos». Y hasta llamó ‘sentimentales’ a los que boicoteaban a Nike por usar mano de obra barata en el Tercer Mundo. «Es mejor tener un empleo que no tenerlo.» Su segunda esposa, Robin Wells, también economista, edita sus artículos. El matrimonio vive en un barrio residencial de Nueva Jersey, con sus dos gatos: Doris Lessing y Albert Einstein. Los padres de Krugman, emigrantes judíos de Bielorrusia, viven cerca... y el economista Joseph Stiglitz, aunque nunca se han visitado.


NOURUNIEL ROUBINI. Las fiestas del doctor catástrofe.
 A pesar de sus predicciones apocalípticas, en su vida en privada a este profesor de la Universidad de Nueva York le gusta divertirse...y mucho.
Roubini pronostica una crisis en ‘W’: desplome, recuperación fugaz y nuevo desfondamiento. O peor aún, en ‘L’: un tobogán sin escalera para volver a trepar. Por algo lo llaman Doctor Catástrofe. Lo tachan de apocalíptico, pero todos leen sus análisis.
Puede llegar a cobrar 70.000 dólares por una conferencia de una hora.
Es presidente de Roubini Global Economics, una consultora con cien empleados.
La suscripción anual cuesta decenas de miles de dólares y entre sus clientes hay multinacionales, fondos de inversión y 70 bancos centrales
 Es profesor de la Universidad de Nueva York y autor de varios libros, entre ellos Cómo salimos de esta (Destino).
Es un fijo de los platós de televisión, incluso aparece en un par de películas. Cuando habla, su rictus es tan serio, parece tan abrumado por lo que se nos viene encima, que se han llegado a vender máscaras de Halloween con su cara. Y es que Roubini da yuyu. Alcanzó la categoría de profeta cuando describió, punto por punto, la secuencia de la peor depresión desde 1929: hecatombe financiera, carestía del petróleo, estallido de la burbuja inmobiliaria, crisis crediticia, oleada de despidos, pérdida de confianza de los consumidores y recesión. Fue en una reunión del FMI en 2006 y en el horizonte todavía pastaban vacas gordas. Lo tomaron por un majadero.

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