jueves, 3 de febrero de 2011

Con pinganillo, como cualquier foro internacional que se precie.

«Bienvenido a mi país», le dijo Sandro Rosell, el presidente del Barça, a Florentino Pérez, cuando lo recibió en Barcelona el pasado noviembre.
No sé si lo de Rosell fue un lapsus, comprensible en el ambiente dominante de Cataluña.
Pero lo que no es un lapsus es lo de la traducción simultánea del Senado que consiste precisamente en eso. En utilizar la cámara para visualizar que Cataluña, Galicia y el País Vasco son mucho más que una Comunidad Autónoma como las demás, que son un país. Convirtiendo el Senado en la reproducción de un foro internacional donde se reúnen, no los nacionales de un mismo país y lengua, sino los representantes de los diferentes países.
Con pinganillo, como cualquier foro internacional que se precie.
Es grave el dinero que se derrocha en este enésimo show nacionalista. No menos grave el desprecio del Senado manifestado por quien ha apoyado y permitido con su voto el show, el PSOE. Pues no lo permite igualmente en el Congreso que sí es, al parecer, una cámara importante cuyos debates deben ser accesibles e interesantes para los ciudadanos.
Pero aún más grave es que se use el Senado para la reivindicación nacionalista a través de la utilización política del catalán, el euskera y el gallego.
Esto no va de pluralidad, la excusa de los socialistas para ceder ante los nacionalistas, empezando por los suyos propios, los del PSC. La pluralidad, desde el punto de vista lingüístico, está plenamente garantizada allí donde debe estarlo que es en los parlamentos autonómicos. Esto de va de conflicto y separación. De una representación nacionalista de los «países» integrados en el «Estado español». Y de su equiparación política con España, con el otro país, el país de Florentino Pérez, que diría Sandro Rosell.
El PSOE lo sabe perfectamente, pero en esto como en todos los debates autonómicos, prefiere hacer el juego a los nacionalistas. Edurne Uriarte.

1 comentario:

pinganillo dijo...

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