“Joaquín Costa fue un intelectual que soñó con reformar España para atajar la corrupción, promover el desarrollo y aproximarla a Europa. Desencantado de la Restauración, terminó acercándose a los republicanos”.
“Intelectual activo y enérgico se comprometió hondamente con la realidad que le tocó vivir; (…) vinculado a la Institución Libre de Enseñanza (…) fue un agitador social en un territorio atrasado; resumió su ideal en transformar no solo el sistema político sino la España de su época (…) buscando la "causa de los males".
El centenario de su muerte “es una muy buena oportunidad para analizar la obra y hasta la vigencia de la figura clave del Regeneracionismo español. Y hacerlo sin pasiones ni fanatismos interesados porque solo así podremos quedarnos con lo mejor de su legado”.
Marcelino Iglesias Ricou es presidente de la Comunidad Autónoma de Aragón y secretario de Organización del PSOE. Tribuna "El País".
Joaquin Costa (Escultor José Gonzalvo) |
«No es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por corruptelas y abusos, según es uso entender, sino, al contrario, un régimen oligárquico, servido, que no moderado, por instituciones aparentemente parlamentarias.».
El problema, por tanto, no es el de una reforma de un régimen político determinado, sino el de su supresión. Se trata de todo un problema de cambio constitucional.
En este régimen caciquil que adopta una forma de monarquía parlamentaria, en vez de subordinarse los elegidos a los electores, son éstos lo que están sometidos a los elegidos. Además, tampoco la ley contempla o considera de forma ecuánime a todos los ciudadanos.
Los elementos de la oligarquía son para Costa los siguientes:
«1º Los oligarcas (los llamados primates, prohombres o notables de cada bando, que forman su «plana mayor», residentes ordinariamente en el centro.
2º Los caciques, de primero, segundo o ulterior grado, diseminados por el territorio:.
3º El gobernador civil, que les sirve de órgano de comunicación y de instrumento.»
En otras palabras, los políticos y los partidos políticos, cuyas cabezas principales se encuentran "en el centro" del ámbito que se considere.
Los caciques que les consiguen los votos en sus respectivos territorios.
El representante del Gobierno Central en cada territorio que sirve de enlace entre oligarcas y caciques.
Distingue Costa entre el cacique, hombre fuerte de la sociedad o de la comarca, con influencia política, social y económica y base del sistema caciquil y el oligarca, el político profesional de la nación que se apoya en el oligarca para ejercer su poder.
El cacique realiza el trabajo sucio y el delincuente de cuello blanco importante es el oligarca o notable. Es la clase política, pero, señala Costa, «en las fechorías, inmoralidades u crímenes que forman el tejido de la vida política de nuestro país, el oligarca es tan autor como el cacique, como el funcionario, como el alcalde, como el agente, como el juez, e igualmente culpable que ellos; pero no he dicho bien: esa culpa es infinitamente mayor, y sería si acaso... el instrumento o el cacique quien tendría moralmente razón para negar el saludo al personaje o al ministro, que fríamente y a mansalva armó su brazo, haciendo de él un criminal cuando pudo y debió hacer de él un ciudadano.»
Según Costa, el régimen caciquil se caracteriza por ser un elitismo de lo peor que bloquea «la circulación de las élites».
Los más brillantes e inteligentes son postergados por el régimen caciquil. «es la postergación sistemática, equivalente a eliminación de los elementos superiores de la sociedad, tan completa y absoluta, que el país ni siquiera sabe si existen; es el gobierno y dirección de los mejores por los peores; violación torpe de la ley natural, que mantiene lejos de la cabeza, fuera de todo estado mayor, confundida y diluida en la masa del servum pecus, la élite intelectual y moral del país, sin la cual los grupos humanos no progresan, sino que se estancan, cuando no retroceden.» España es entonces una meritocracia a la inversa. El régimen selecciona a lo peor y posterga a lo mejor de los individuos componentes de la sociedad española. En el régimen caciquil oligárquico sólo sobreviven los peores.
Los oligarcas se reparten regionalmente España en áreas de influencia política local. Cada oligarca disfruta de su correspondiente territorio. Estos oligarcas se reúnen en asociaciones o bolsas de empleo llamadas partidos y deliberan en las Cortes.
En España no hay Cortes ni partidos políticos más que en caricatura. Los grupos políticos no responden más que a intereses pasajeros y provisionales personales y particulares de grupos de interés.
Por lo demás, el parlamento no representa al país. Las elecciones son organizadas por el gobierno para obtener el resultado electoral apetecido.
Costa no condena tanto el régimen parlamentario mismo cuanto su deformación oligárquica: en España hay dos gobiernos: uno fenoménico y fantasmal: el sistema de monarquía parlamentaria, con constitución y elecciones y otro el real, efectivo y esencial que es el caciquismo oligárquico.
Esta oligarquía de la que habla Costa es una oligarquía absoluta, sin ningún poder que la frene o modere. Por encima del Rey está S.M. el Cacique: el régimen imperante en la España de 1899: «una oligarquía pura en el concepto aristotélico: gobierno del país por una minoría absoluta, que atiende exclusivamente a su interés personal, sacrificándole el bien de la comunidad.»
La existencia de la oligarquía política compromete la unidad de España y fomenta el secesionismo político y territorial.
Para que subsista España como Estado nacional es preciso que desaparezca la oligarquía.
«Pueblo que no es libre, no debe esperarse que se preocupe de la bandera.».
La oligarquía desnacionaliza España.
El caciquismo u oligarquía política descrita afecta también cómo no al aparato judicial consiguiendo así una justicia corrupta y llena de parcialidades y partidismos caciquiles.
«Gran parte de la culpa alcanza a las Universidades: lo que sobre organización política de España enseñan a la juventud es un solemne embuste de la Gaceta: en cambio, de la real y verdadera constitución no le dicen nada. Los catedráticos, con alguna rara excepción quizá, son los principales responsables de que se perpetúe ese convencionalismo criminal que ha postrado a la nación y la tiene en trance de expirar.»
«España, como Estado oligárquico que es, no puede tener ciudadanos conscientes; electores, ni, por tanto, régimen parlamentario, y porque no puede tenerlos no los tiene.»
Europeización de España:
Costa sostiene la inevitabilidad de la europeización de España. El pueblo españoll tiene ansia de libertad, bienestar, cultura, justicia... y, por ello,la europeización será inevitable.
Advierte, sin embargo, que la europeización conllevará un proceso de desnacionalización de España producida por el atraso del país y por la naturaleza corrupta de su régimen político.
La europeización puede llegar por la colonización económica de España por las grandes potencias europeas o porque España se modernice sin dejar de ser España. El dilema según Costa es: o España se europeíza o es europeizada. Si España se europeíza será de acuerdo con su genio y su tradición. Si España es europeizada por las grandes potencias, será borrada del mapa y esquilmada, desaparecerá como tal. La europeización «requiere una revolución desde el poder; revolución muy honda y muy rápida, tan rápida como honda».
«Ahora bien; esa revolución súbita supone como necesaria condición estas tres cosas a la vez: genio político que la promueva y dirija; una organización vieja que no la estorbe; un estado social que la pueda asimilar.»
Para Costa, la prensa es responsable de la postración de España.
Igual que el pueblo español no tiene ni madurez ni capacidad política, tampoco tiene capacidad para leer periódicos de forma crítica y racional.
La opinión no surge de los ciudadanos, sino de los periódicos.
El periodismo hace que los ciudadanos abdiquen su facultad de pensar por sí mismos. Como la prensa está en manos de oligarcas, entonces la prensa es sumamente perjudicial para el pueblo español. «Y así ha resultado que eso que llamamos opinión no tiene su fuente en la conciencia de la nación, sino que se forma en las redacciones de dos o tres periódicos; y como, por otra parte, esas redacciones no son, en lo general, cuerpos de tutores, patriciado natural, sino, al igual de la plana mayor de las facciones, cuerpos de oligarcas y de intérpretes y adscripticios suyos –que por esto no dejan oír a su pupilo otras voces que las propias–, el vasallaje práctico del gobernante resulta doblado por el vasallaje teórico del periodista, y entre los dos dan a España, según dije, aspecto de una nación maleficiada.»
Con las actuales oligarquías periodísticas es imposible el cambio necesario, la renovación de la prensa es imprescindible.
Hoy el análisis de Joaquín Costa enunciado en Oligarquía y Caciquismo no ha perdido ninguna actualidad. España es una monarquía parlamentaria oligárquica de partidos tal y como viene diseñada en la Constitución de 1978.
El nuevo régimen adopta la democracia consistente en el sufragio universal y la regla de la mayoría para que el pueblo elija entre diversas élites unidas entre sí solidariamente por el «consenso».
El Estado de las autonomías fortalece el caciquismo local y logra un consenso mayor. La tarta que había que repartir se ha hecho mayor y ha propiciado la desnacionalización de España.
España es una oligarquía de partidos, un Estado de partidos como decía D. Manuel García Pelayo.
Las críticas de Joaquín Costa al régimen de la Restauración borbónica de 1876 pueden serle igualmente formuladas al régimen de la Restauración borbónica de 1978.
*.- El Estado autonómico desnacionaliza España y fomenta su desmembramiento territorial y lingüístico.
*.- La oligarquía ha crecido notablemente y se ha hecho autónoma. 17 territorios autónomos tienen sus correspondientes oligarquías y sus corruptelas locales sin ningún control del Gobierno.
*.- Los nacionalistas apoyan el debilitamiento del Estado para poder ejercitar su política sin restricción alguna.
*.- El parlamentarismo se ha convertido en un parlamentarismo de partidos. Los partidos no tienen estructura democrática. Son órganos del Estado. Están subvencionados por el Estado y son perfectamente incontrolables por los ciudadanos.
*.- La corrupción se instala como forma de gobierno y la izquierda también participa en ella y ya no hay ninguna fuerza política fuera del sistema.
*.- Todo dentro del sistema y no hay espacio para la crítica.
*.- No hay castigo electoral del gobernante corrupto.
*.- Hay servidumbre voluntaria del electorado.
*.- Las personas de los partidos se pueden sustituir, los partidos no.
*.- El sistema electoral proporciona coartadas e impunidad a los partidos. Se denigra a los corruptos y el partido sigue igual.
*.- Los elementos de la oligarquía son los partidos y su articulación gubernamental, parlamentaria, judicial, autonómica y local. Esta oligarquía posee en torno a sí organizaciones satélites: asociaciones, ONGs., sindicatos, etc. Las subvenciones estatales cuidadosamente concedidas suprimen cualquier conato de independencia y de ataque al régimen.
*.- En las elecciones nada se decide. Los programas de los partidos se parecen cada vez más entre sí y por tanto no permiten ningún mecanismo de formación de la voluntad popular. Las elecciones van adquiriendo un creciente carácter plebiscitario y se convierten en un acto de adhesión inquebrantable al régimen.
*.- Los electores se identifican sentimentalmente con el jefe del partido. La voluntad popular es una metáfora que expresa el dominio absoluto de los partidos sobre las instituciones y la sociedad.
*.- Estos partidos designan los candidatos y se reparten el poder institucional del Estado así como sus territorios siguiendo cuotas electorales. El sistema de encasillamiento lo deciden las direcciones de los partidos políticos.
*.- Esta corrupción ha destruido la función pública. El carnet político ha desplazado al mérito y la competencia profesional en sectores tan vitales para el porvenir como la enseñanza y la sanidad, las empresas y las administraciones, el Estado y las autonomías.
*.- En el terreno de la enseñanza se ha operado la demolición del bachillerato y la clientelización de la universidad. Si Franco colocó en la universidad a sus partidarios por méritos de guerra y sin oposiciones entre 1939 y 1954, el PSOE situó a sus partidarios por méritos tal vez no de guerra pero sí de adhesión inquebrantable en virtud de la LRU. Esta corrupción, la del saber es la más duradera.
*.- En este régimen, el parlamento juega un papel menor. Las principales decisiones las adoptan los jefes de los partidos en reuniones secretas y en negociaciones al margen del parlamento. Una vez concluidos los acuerdos, el parlamento escenifica el acuerdo con una votación. Es por tanto el parlamento cámara de manifestación no de reunión ni de debate.
*.- El partido gobernante controla el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial mediante el Consejo General del Poder Judicial y mediante el Tribunal Constitucional. No hay división de poderes.
*.- Al pueblo español se le han impuesto estas cuatro patrañas antidemocráticas:
1. Las reglas del juego oligárquico de los partidos: consenso constitucional.
2. Imposibilidad de investigar al poder ejecutivo debido al consenso parlamentario.
3. La complicidad de la oposición con la corrupción y con la razón de Estado, por el consenso gubernamental de unos gobiernos con otros.
4. Impunidad de partidos, gobernantes y gobierno, consenso jurisdiccional de los jueces.
*.- La izquierda ha renunciado a la crítica del Estado y de la sociedad burguesa. Ha preferido la retórica demagógica cultural y educativa y copar algunas instituciones para participar de las prebendas y canonjías del régimen. La izquierda no existe. Es una izquierda virtual, no real y sirve, como institución del Régimen para encuadrar a los ciudadanos de izquierda dentro de los límites del Régimen, neutralizando así cualquier veleidad de protesta seria y amenazadora para el sistema.
*.- Tampoco la Monarquía parlamentaria puede moderar la corrupción inherente a nuestro sistema oligárquico. Igual que sucedía en tiempos de Costa.
*.- El poder meramente simbólico del Rey permite a los nacionalismos periféricos utilizar el reconocimiento a la Corona como único lazo de unión con el Estado español para funcionar de hecho como Estados independientes.
*.- En este régimen la cárcel está hecha para los pobres. Una casta de privilegiados e intocables controla todos los resortes del poder social, económico e intelectual. Esta casta disfruta de todas las ventajas y prebendas.
*.- Los sindicatos de clase son otra de las grandes estafas del régimen de 1978. Mantienen el orden en el gallinero.
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