martes, 24 de marzo de 2009

De la mentira a la miseria


HERMANN TERTSCH.- Martes, 24-03-09 .- ABC
NUNCA habían logrado consumar su subproducto intelectual del mensaje de la mentira confusa con toda la espectacularidad demostrada desde el jueves pasado. ¡Qué jolgorio de la mentira, la excusa, la falta de vergüenza y la voluntad de perseverar en la falacia! Miren que han mentido con procacidad, miren que han utilizado -con habilidad suprema hay que decirlo- las medias verdades, sus ventajas mediáticas y las percepciones mas inmediatas para distorsionar con éxito, con el lino o el Prestige, con el Yak y el Cougar, con el 11 de marzo mismo. Pues nunca como ahora habían logrado colmarse tanto de su máxima habilidad y quizás única. La han llevado al punto, delirante más que sublime, en el que utilizan masivamente estas armas del desprecio a la verdad para combatirse entre ellos mismos. El fuego amigo de versiones absolutamente mentirosas y alguna semiveraz "ma non troppo" entre los miembros del Gobierno de Zapatero nos ha ofrecido un espectáculo grotesco estos últimos días. Pero prepárense para más. La absoluta incapacidad de todos ellos para tener referentes políticos reales, estudiados e informados sobre una situación para la toma de decisiones ha lanzado a todo el Gobierno a parecer una banda de comancheros que se disputan el botín sin acordarse de que están rodeados. Lo malo es que no están rodeados por una ciudadanía y una oposición que por respeto a sí mismas consideren que hay que acabar con esta ópera bufa que dinamita nuestra seguridad y bienestar. Han quedado rodeados con todos los españoles condenados a pagar los desmanes de los comancheros. Y los errores de quienes en ellos confiaron.
No hay espacio para enumerar las versiones contradictorias, las historietas improvisadas, los cálculos cínicos y las mentiras de autodefensa que se han generado en cinco días en el Gobierno más ridículo que existe hoy en Eurpa. Ninguno produce tanto sonrojo. Por tanta incompetencia con tanta arrogancia, tanta inanidad como irresponsabilidad. Al final, no les quepa duda, volverán a mostrar acuerdo desdiciéndose todos y cada uno de sus afirmaciones pasadas sin el menor rubor. Y dirán que todos los que les recuerdan sus mentiras mienten y que el pasado no sucedió. Pero existe un mundo que les es totalmente ajeno, ellos ignoran y no entenderán jamás. Es un mundo en el que se respeta la palabra dada y se honran los acuerdos. Es un mundo de individuos que creen en la lealtad y prefiere correr un riesgo propio a poner en riesgo a quién en ellos han depositado confianza. Es el compañero en armas. Es el amigo. Es el aliado en las relaciones internacionales pero, con mucha más razón, en misiones armadas. Quien no entienda que la lealtad al que se encuentra en la misma trinchera es un deber con el honor propio revela una catadura de la que se tiende a huir. Quién está dispuesto a sacrificar, -por lo que sea, aunque sea por intereses menos mezquinos que los cálculos de poder electoral-, ciertos principios básicos indiscutidos en lo que llamamos civilización, que por cierto sólo hay una. Quien insiste en ver varias no la conoce

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