Llegó como un huracán, en forma de nombramiento estrella del Gobierno de Zapatero tras las elecciones del 9-M, y dejó bien claro desde el principio que su gestión en el Ministerio de Defensa iba a ir convenientemente acompañada de una buena ración de fotos y titulares, como la que la ministra intentó el jueves pasado en Kosovo.
Ya en su primera semana como jefa de los ejércitos dejó dos imágenes para el recuerdo: una, pasando revista a las tropas el día de su toma de posesión; la otra, viajando a Afganistán embarazada de siete meses.
Esta visita a las tropas fue vista por la mayoría como un deseo de Chacón de acallar a los críticos y de demostrar que nada iba a impedir que hiciera lo que habían hecho todos los ministros de Defensa antes que ella. Otros, sin embargo, se percataron de que ahí había un interés en buscar una foto y un titular que calaran en la opinión pública.
Pasaron los meses y las fotografías de Chacón comenzaron a sucederse. Fotografías buenas, muy buenas. La ministra compartiendo el rancho con los soldados en una misión internacional. Con su marido, el ex secretario de Estado de Comunicación Miguel Barroso, saliendo de la clínica tras dar a luz: ella, con el niño en brazos; él, con el cuco en la mano: una pareja moderna. Vestida de verde con los mandos de la Guardia Civil o de pantalón en la Pascua Militar, saltándose el protocolo.
Paradigmático fue el día de su regreso tras la baja por maternidad. Eligió para volver una comparecencia en el Congreso para exponer las líneas generales de su gestión. Cuando la estaban esperando todos los fotógrafos, apareció por los pasillos con su nueva ayudante, una capitán del Ejército, como única acompañante. Las dos, de blanco radiante. Luego, la ministra anunció el relevo de toda la cúpula militar. Foto y titular, titular y foto.
De forma paralela, el control de la información de Defensa por parte del gabinete de Chacón ha sido exhaustivo. Entre otras cosas, la ministra no ha dado ni una sola rueda de prensa por propia iniciativa; sólo ha comparecido de forma conjunta, obligada por la situación, por lo que en un año ha sido casi imposible hacerle preguntas.
Estupor causó su comparecencia ante los medios por la muerte de dos militares en un atentado en Afganistán. La ministra convocó urgentemente a los periodistas, para leer un folio en dos minutos, no hacer ninguna valoración política y no aceptar preguntas.
Su política le ha dado resultado. Ha aparecido en todas las encuestas como la ministra más valorada, lo que le ha valido que muchos la vean como futura vicepresidenta y hasta de sucesora de Zapatero. Habrá que ver lo que dicen los próximos sondeos.
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