lunes, 30 de marzo de 2009

De la Caja de Moltó a la Caja de Pandora


Más vale tarde que nunca. El Banco de España se ha decidido, por fin, a pegar el puñetazo en la mesa que debía haber propinado hace ya varios meses cuando se difundió el supuesto agujero patrimonial de Caja Castilla-La Mancha, cifrado según las estimaciones provisionales entre los 3.000 y 4.000 millones de euros. Unos números que asolaban las perspectivas de futuro de la entidad, complicaban hasta la saciedad la posibilidad de una fusión reconfortante y teñían de negro las posibilidades futuras del actual mecanismo de rescate a partir del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) en el que apenas están garantizados 8.000 millones de euros para todo el sistema financiero.
Los aragoneses de Ibercaja se llamaron a andanas cuando se les consultó la posibilidad de absorber Caja Castilla-La Mancha y entonces algunos preclaros observadores de Ferraz, cuartel general del PSOE, tuvieron la ocurrencia de llamar al presidente del partido que también lo es de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, para calibrar las opciones de un acuerdo con Unicaja. La entidad malagueña estaba por la labor desde el momento en que ello implicaba un nuevo mandato para el veterano Braulio Medel. Eso sí, a cambio el Banco de España debería aportar los posibles necesarios para una faena de aliño que requería mucha capacidad de gestión financiera y no menos componenda política.
Varias semanas de negociaciones después lo más que ha podido obtener Unicaja fue una promesa de 500 millones de euros procedentes del citado Fondo de Garantía de Depositos y avales por otros 1.200 millones de euros. Buen puñado son tres moscas que debió pensar Medel a la luz del quebranto cada vez más amplio que la desconfianza y la retirada de depósitos, más de 1.000 millones en dos meses, estaban produciendo en la entidad que hasta ahora presidía el socialista Juan Pedro Hernández-Moltó.
La quimera de la fusión se desvaneció el viernes pasado cuando el consejo de administración de la entidad andaluza rechazó la propuesta del Banco de España a la que ya se había negado por cierto el dimitido subgobernador, José Viñals. El sucesor, Javier Aríztegui, al frente de la supervisión bancaria durante los últimos tres años, conoce mejor que nadie la situación de Caja Castilla-La Mancha y ha sido quien ha terminado de convencer a Miguel Ángel Fernández Ordóñez para que el regulador financiero ejerza con todas las consecuencias su autoridad y haga lo que tenía que haber hecho hace tiempo.
La intervención de la entidad manchega abre la caja de Pandora de todo este segmento financiero, más de la mitad del mercado de crédito en España y pone en evidencia muchas de las suspicacias y temores que amenazan la estabilidad de todo el sistema. El Banco de España ha interrumpido bruscamente la misión desplegada para salvar al correligionario Moltó poniendo término al baile de máscaras que durante el último año ha mantenido a buen recaudo las apariencias en el sector. Lo malo es que se ha perdido un tiempo precioso y ahora será preciso trabajar contra reloj en la dotación de unos recursos humanos y materiales ingentes para hacer frente a una eventual crisis sistémica. La caída de Caja Castilla-La Mancha es la primera desde aquel 28 de diciembre de 1993, cuando Luis Ángel Rojo decidió poner fin a las andanzas de Mario Conde en Banesto. Aquello fue un caso aislado en un día de Santos Inocentes que ha pasado a la historia. Ahora ha sido en domingo, pero seguro que tampoco será un domingo cualquiera.
JOSÉ ANTONIO NAVAS

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