domingo, 22 de marzo de 2009

La cunera De la Vega




M. MARTÍN FERRAND. Domingo, 22-03-09.-ABC.


DE María Teresa Fernández de la Vega podría decirse algo parecido a la definición que daba de la lengua, del músculo que tenemos en la boca, la adivinanza de los viejos juegos infantiles: «Una señora muy aseñorada que siempre va en coche y siempre va mojada». Es hija de un notable del franquismo y su primera militancia política la vivió en el PSUC. Es decir, lleva en la memoria la doctrina social -vertical- de José Antonio Girón de Velasco y la -horizontal- de Gregorio López Raimundo. Así, forjada por la derecha y por la izquierda en la idea de servicio a los parias de la tierra, se acercó al PSOE cuando Felipe González se instaló en La Moncloa y no ha dejado de crecer en el nido del socialismo español. Ha enriquecido su experiencia y su vestuario a lo largo de más de un cuarto de siglo.
Nuestra democracia, hija de los pactos y los miedos de la Transición, es escasamente representativa. La partitocracia y las normas electorales así lo determinan. Las listas cerradas les conceden a los jefes de cada partido la potestad de determinar quiénes serán los elegidos en cada circunscripción. Una trampa que, perfeccionada por la regla D´Hont, complace por igual a los dos grandes partidos nacionales y a los grupos nacionalistas periféricos. Puestos a no ser representativos, el diputado cunero es una pieza de gran utilidad para los partidos que por distintas razones, todas espurias, colocan en las listas de allá a gentes de acá. Y viceversa. De la Vega, la vicepresidenta que riñe, es un caso típico de cunera. Ha «representado», dicho sea sin sarcasmo, a los ciudadanos de Jaén, Segovia, Madrid y Valencia.
Si atendemos a lo denunciado por Esteban González Pons, número uno de la lista del PP en Valencia, De la Vega se empadronó en Beneixida de modo irregular para poder encabezar la lista del PSOE en esa circunscripción. No entraré en ese debate porque a mi amor por la libertad, la democracia y la Justicia le repugna el Derecho Administrativo; pero es más que posible, según los hechos, que la hoy vicepresidenta no fuera, en marzo del año pasado, ni electora ni elegible en Valencia. La Oficina del Censo Electoral niega lo denunciado por el secretario general de Comunicación del PP. Es igual. Empadronarse en fecha, o fuera de ella, es irrelevante ante la chapuza de una diputada válida para «representar», provincia a provincia, a todos los españoles.

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