Cuando apareció el agujero del balance, 3.000 millones de euros, medio billoncejo de pesetas, exigieron la inyección de dinero contante del Fondo de Garantía de Depósitos, a lo que el Banco de España no estaba dispuesto. Y entonces volcaron el pulgar hacia abajo. Fue una resolución política; Chaves conoce las dificultades patentes de otras cajas andaluzas y prefiere reservar la solidez de Unicaja para arreglar las previsibles turbulencias de su propio tejido financiero regional. La negativa iba contra el criterio gubernamental, pero en la España actual el Gobierno ya no tiene poder suficiente para doblegarle el pulso a un virrey autonómico. Y menos para tocarle «su» dinero. Porque lo consideran suyo.
martes, 31 de marzo de 2009
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