martes, 31 de marzo de 2009

Tres años imposibles


M. MARTÍN FERRAND.- Martes, 31-03-09
CUANDO José Luis Rodríguez Zapatero se expresa, por sí mismo o a través de sus muñequitos gubernamentales, es difícil saber si se engaña o nos engaña. En cualquier caso, su compromiso con la verdad no parece sólido. La política que viene desarrollando a lo largo del último quinquenio es calamitosa; pero a su máquina propagandística no le faltan argumentos para vendérnoslo como un hombre providencial, señalado por los dioses para la transformación de España. En eso no hay engaño, nos transforma. Ya somos más ignorantes y pobres que cuando llegó a La Moncloa, y todo lleva trazos de que los cambios impulsados por el líder leonés nacido en Valladolid serán mucho más hondos.
La intervención por el Banco de España de la Caja Castilla-La Mancha es el chupinazo anunciador de una larga serie de festejos. La Caja, fusión de otras anteriores, es un invento típicamente socialista y socialista ha sido su administración y la orientación estratégica de la entidad desde su nacimiento. A pesar de ello, los apóstoles audiovisuales encargados de predicar la doctrina de Zapatero no han dejado de apuntar una corresponsabilidad del PP, por falta de comprensión y apoyo, en la mayor catástrofe financiera que conoce la región desde los siglos dichosos en que, como Don Quijote les enseñó a los cabreros, «los antiguos pusieron nombre de dorados».
Zapatero es un gran camastrón que parece distinguir con dificultad sus deseos de la realidad rampante. Lo mismo se agarra a una España confederal que a una Alianza de Civilizaciones. La primera es una traición a la Historia y a la Constitución y la segunda, al sentido común y a los intereses de Occidente; pero no importa, el líder levita sobre cualquier demanda social y sabe lo que nos conviene. Sólo puede señalarse el mérito que ello tiene. Cualquiera que no fuera él, que no manejara a la opinión pública con la habilidad que nos tiene demostrada, hubiera desaparecido ya de la intención de voto de los once millones de españoles que renovaron su contrato de inquilino monclovita.
A la legislatura le quedan tres años y, tal y como soplan los vientos, aún contando la acreditada reciedumbre del ser español, no creo que la Nación aguante tanto. Especialmente si se considera que el Estado anda resquebrajado. A los socialistas, mentores de Zapatero, corresponde apuntar las primeras soluciones. Solos o en compañía de otros.

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