POCAS VECES el calificativo de histórico le cuadra tanto a una noticia como la que hoy llevamos a nuestra portada. Después de 29 años de régimen nacionalista, los dos grandes partidos nacionales españoles, PSOE y PP, han llegado a un acuerdo plasmado en once folios titulados: «Bases para el cambio democrático al servicio de la sociedad vasca». El pacto contiene todo un programa de legislatura para la regeneración política e institucional del País Vasco que será aplicado por el Gobierno que presidirá Patxi López, con el respaldo del PP en el Parlamento de Vitoria.
El primer punto del acuerdo, sin duda el de mayor trascendencia, es el de defensa de las libertades y contra el terrorismo. La redacción de sus epígrafes recuerda mucho a la del Pacto Antiterrorista firmado en su día por PSOE y PP, que saltó por los aires la pasada legislatura por la negociación de Zapatero con ETA. Ambas formaciones retoman la letra de aquel acuerdo y se comprometen a «combatir y derrotar a ETA en todos los ámbitos», a apoyar y reconocer a las víctimas del terrorismo, a impedir los homenajes a personas o grupos vinculados a la banda y a deslegitimar política y socialmente a los que amparan el terrorismo. El segundo apartado no menos importante desde el punto de vista de la cohesión del Estado es el «reconocimiento de la plena vigencia del Estatuto de Guernica como marco de la realidad política de Euskadi» y el compromiso para «completar su desarrollo de acuerdo con el Gobierno de España».Ello significa que el PSE renuncia a la reforma del Estatuto que llevaba en su programa electoral y, por tanto, a explorar la vía catalana, lo cual contribuye a quitar presión sobre la decisión del Constitucional en relación con el Estatut. Si alguien considera que exageramos al calificar de histórico el pacto PSOE-PP sólo tiene que recordar los continuos desafíos de Ibarretxe contra el Estado cocinados en Ajuria Enea.
A partir de ahora, el Gobierno vasco abandonará los debates identitarios para centrarse en políticas de respeto a la legalidad y fomento de la cohesión social, y no de la división. Un buen ejemplo de este respeto a los derechos de los vascos es el capítulo del pacto referido a la política educativa y lingüística. Patxi López se compromete a garantizar «la libre elección de lengua vehicular por los padres en la enseñanza de sus hijos».
El primer punto del acuerdo, sin duda el de mayor trascendencia, es el de defensa de las libertades y contra el terrorismo. La redacción de sus epígrafes recuerda mucho a la del Pacto Antiterrorista firmado en su día por PSOE y PP, que saltó por los aires la pasada legislatura por la negociación de Zapatero con ETA. Ambas formaciones retoman la letra de aquel acuerdo y se comprometen a «combatir y derrotar a ETA en todos los ámbitos», a apoyar y reconocer a las víctimas del terrorismo, a impedir los homenajes a personas o grupos vinculados a la banda y a deslegitimar política y socialmente a los que amparan el terrorismo. El segundo apartado no menos importante desde el punto de vista de la cohesión del Estado es el «reconocimiento de la plena vigencia del Estatuto de Guernica como marco de la realidad política de Euskadi» y el compromiso para «completar su desarrollo de acuerdo con el Gobierno de España».Ello significa que el PSE renuncia a la reforma del Estatuto que llevaba en su programa electoral y, por tanto, a explorar la vía catalana, lo cual contribuye a quitar presión sobre la decisión del Constitucional en relación con el Estatut. Si alguien considera que exageramos al calificar de histórico el pacto PSOE-PP sólo tiene que recordar los continuos desafíos de Ibarretxe contra el Estado cocinados en Ajuria Enea.
A partir de ahora, el Gobierno vasco abandonará los debates identitarios para centrarse en políticas de respeto a la legalidad y fomento de la cohesión social, y no de la división. Un buen ejemplo de este respeto a los derechos de los vascos es el capítulo del pacto referido a la política educativa y lingüística. Patxi López se compromete a garantizar «la libre elección de lengua vehicular por los padres en la enseñanza de sus hijos».
Socialistas y populares vascos se convierten así en una referencia para sus partidos en otras comunidades, como Cataluña y Baleares -que no respetan ese derecho-, o eventualmente Galicia, donde Núñez Feijóo ha apuntado algunas dudas sobre su compromiso de garantizar el bilingüismo en la educación.
Todo ello, junto al cambio también significativo en la línea editorial de EiTB, conforman en la práctica un programa de legislatura, por lo que cabe preguntarse por qué PSE y PP no han negociado un Gobierno de coalición. Sea como fuere, ambas formaciones con sus respectivos líderes a la cabeza -Patxi López y Antonio Basagoiti- han dado toda una lección de responsabilidad y generosidad políticas.Si el PP ha renunciado a cualquier cargo en la nueva Administración -únicamente tendrá la Presidencia de la Cámara- los socialistas vascos también han visto matizadas de forma decisiva sus posiciones respecto a la reforma del Estatuto.
Todo ello, junto al cambio también significativo en la línea editorial de EiTB, conforman en la práctica un programa de legislatura, por lo que cabe preguntarse por qué PSE y PP no han negociado un Gobierno de coalición. Sea como fuere, ambas formaciones con sus respectivos líderes a la cabeza -Patxi López y Antonio Basagoiti- han dado toda una lección de responsabilidad y generosidad políticas.Si el PP ha renunciado a cualquier cargo en la nueva Administración -únicamente tendrá la Presidencia de la Cámara- los socialistas vascos también han visto matizadas de forma decisiva sus posiciones respecto a la reforma del Estatuto.
El sentido de Estado del que han hecho gala tanto el PSE como el PP -materializando lo que Mayor Oreja y Redondo Terreros intentaron hacer, pero no pudieron- debe servir de ejemplo y referencia a las direcciones nacionales de ambos partidos para la consecución de un pacto que suponga un cierre estable e incluso definitivo del Estado autonómico.
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