domingo, 22 de marzo de 2009

Un gobernante poco de fiar


JOSÉ MARÍA CARRASCAL.- Domingo, 22-03-09.- ABC
¿DEBEN abandonar las tropas españolas Kosovo? Sin duda. Pero no como van a hacerlo. Las tropas españolas no tienen nada que hacer en Kosovo, primero, porque la independencia de aquel territorio no fue reconocida por la ONU, segundo, porque vulnera la normativa europea de no alterar las fronteras de nuestro continente sin previo acuerdo y, tercero, porque lesiona los intereses españoles, al establecer un precedente irregular para independizarse. Razones todas ellas de peso. Pero precisamente por eso, las tropas españolas tendrían que haber abandonado Kosovo cuando se declaró unilateralmente independiente, y no quedarse allí más de un año, respaldando un estado que el gobierno español no reconoce. El disparate culmina con la forma como se ha dispuesto la retirada: sin consultar a los aliados que tienen allí tropas, en vez de negociarla con ellos, como la solidaridad, la estrategia y las buenas formas aconsejan. «Nadie se me ha quejado de ello», ha dicho nuestro presidente con esa carita de no haber roto un plato que pone cuando acaba de cargarse toda una vajilla. Todavía no se ha enterado de que los jefes de gobierno dejan esas labores desagradables a los subordinados. Hasta tres veces dijo el portavoz del departamento de Estado que estaban «profundamente decepcionados por la decisión española», mientras Bernardino León, enviado especial de Zapatero a Washington, nos salía con que los norteamericanos «han aceptado las razones españolas». Uno recuerda aquello de «a tal señor, tal servidor».
La cosa se agrava si se piensa que estamos ante un burdo trueque: Zapatero sabe que Obama va a pedirle más soldados para Afganistán, y como no los tiene va a ofrecerle los que saque de Kosovo, u otros similares. Desnudar a un santo para vestir a otro, sin el menor rebozo. Es la tónica de su política. Oportunismo, doblez, cinismo, improvisación, descaro, inconsistencia y engañifas. En España le conocemos de sobra, pues ha engañado a tantos rivales como aliados. En el extranjero, empiezan a conocerle y esta última jugarreta seguro que ha sido anotada con lápiz rojo en las cancillerías. Se va de Kosovo como se fue de Irak: por las buenas, o las malas, y los que quedan detrás, que se las arreglen como puedan. ¿Qué garantías puede dar de que no hará lo mismo en Afganistán, si su coyuntura particular se lo aconseja? Ninguna. Después de que un político catalán le haya llamado «el presidente más mentiroso que ha tenido España», Zapatero va camino de convertirse en el gobernante menos de fiar del mundo. A tipos así, casi mejor tenerlos de enemigos que de amigos. Al menos no nos dispararán por la espalda.

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