jueves, 26 de marzo de 2009

La misa diaria de Wyoming


Carmen Rigalt.
Siempre estamos refugiándonos en el eufemisno. La experiencia antropológica de mis amigos sevillanos, la experiencia sociológica de Mercedes Mila en Gran Hermano o mi propia experiencia con los monjes de Silos, son ejemplos claros. Lo de Wyoming no es un eufemismo. De él quiero hablar precisamente. Wyoming se pasa la vida mentando a los curas. Me recuerda a los ateos que siempre hablan de Dios. La gente no cuestiona a Wyoming porque tiene talento, forma parte del ideario y todo lo que dice, va a misa. Pero bien pensado, trabaja para el enemigo. Seguro que los fans de la Conferencia Episcopal se zampan raciones dobles de Wyoming antes de salir de manifestación a invocar a las madres de los progres.
Para muchos (no para Wyoming), la religión es algo ajeno que merece, cuando menos, indiferencia y cuando más, respeto. Las reformas de la ley del aborto están suficientemente argumentadas. Recurrir a la provocación no es sino poner armas en manos de los bocazas. Estando, como estoy, más cerca de Wyoming que de los curas, desapruebo sus esperpentos. A este paso acabarán llenando las iglesias.

No hay comentarios: