lunes, 30 de marzo de 2009

Desconcierto militar ante las ironías de Zapatero sobre «la hazaña de Perejil»


Las ironías que se gastó Rodríguez Zapatero el pasado jueves en el Congreso sobre «la gran hazaña de Perejil» han sentado mal en el Ejército, no sólo en la oposición. Para el Partido Popular pudo ser la página más brillante de su política exterior (julio de 2002), el episodio en que la decisión política, sumada a las buenas relaciones con los Estados Unidos y el respeto alcanzado en la Unión Europea permitió a España responder con celeridad y eficacia a la provocación marroquí. Para los militares fue una demostración de que estaban a la altura del reto, capacitados y coordinados entre las distintas armas para disuadir al país vecino de intentar cualquier aventura. Recuperar Perejil era una prueba y la superaron con nota.
Este es el sentimiento del estamento militar después de las chanzas y reproches de Zapatero al comparar su propio «buen hacer» en política exterior -intentaba tapar el lío organizado con la retirada por sorpresa de Kosovo- con la etapa del PP. Para el presidente del Gobierno, la acción exterior de Aznar tuvo como hechos más remarcables «la guerra ilegal de Irak y la gran hazaña de Perejil». Y dejó sin contestar la posterior pregunta de Rajoy: «¿Qué quiere decir con lo que ha dicho sobre el asunto de Perejil? ¿Qué pasa si alguien invade territorio español? Me gustaría saber cuál es la posición que mantendría en ese caso como presidente del Gobierno de España».
Aparte de la acreditada obsesión de Zapatero por hacer lo contrario que Aznar, queda la cuestión de si también considera negociables los retos a integridad territorial, porque en el debate parlamentario no se molestó en aclararlo y sólo agregó que le pareció «surrealista» la crisis de Perejil.
Desde el Sahara
Casi siete años después del episodio, los mandos militares de aquella etapa defienden lo contrario. «Fue un punto de inflexión; no cedimos como en el Sahara, era un reto a la soberanía nacional; la única salida que nos dejaron era echarlos y lo hicimos». Son las reflexiones de un alto mando de la Armada que participó en el diseño y ejecución de la respuesta y prefiere mantenerse en el anonimato. Desde el Ejército de Tierra, el ex jefe de su Estado Mayor, Alfonso Pardo de Santayana, ya en la reserva, proclama en su nombre y en el de todas las Fuerzas Armadas que la recuperación de Perejil fue «una brillante operación» que llena de orgullo a las FAS, «un excelente trabajo realizado por los militares».Aparte de la acreditada obsesión de Zapatero por hacer lo contrario que Aznar, queda la cuestión de si también considera negociables los retos a integridad territorialPardo de Santayana, que organizó el dispositivo para expulsar a los marroquíes del islote, insiste en que la respuesta militar, muy medida y que se hizo inevitable ante el fracaso de las gestiones diplomáticas, «fue un aviso a Marruecos de que no podía haber aventuras porque el Ejército español está muy bien preparado».
El teniente general recuerda que la entrega de los militares marroquíes detenidos por los españoles «se hizo en la frontera y a cargo de la Guardia Civil para hacer ver que no se trataba de una guerra».
Un almirante de la misma etapa recuerda que el principio de la disuasión funcionó para parar los pies a Marruecos: «Hubo decisión política y una buena ejecución militar, una perfecta coordinación entre las unidades». Según este alto mando, aunque el objetivo parecía pequeño -Perejil-, era la prueba que Marruecos ponía para ver si podía aspirar a más en el futuro: Ceuta y Melilla.
El militar destaca que la decisión del Gobierno de la época fue inevitable y trascendente porque rompía con décadas de cesiones, quizá inevitables en la Transición, pero no en 2002: «Era un desafío que afectaba a la soberanía nacional, los militares vimos que el Gobierno obraba en consecuencia y el resultado nos llenó de orgullo, las Fuerzas Armadas demostraron que estaban preparadas. No era una cuestión de medir fuerzas con Marruecos, sino de voluntad para hacerse respetar.»
Para los militares, Perejil fue un momento brillante para la política exterior española, y también para las FAS utilizadas como último recurso en un operación muy medida.

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