jueves, 26 de marzo de 2009

Mentiras


Isabel San Sebastian escribe en El Mundo:
La sociedad española se ha acostumbrado de tal forma a que le mientan sus dirigentes, que descuenta esa circunstancia como algo perfectamente asumido a la hora de votar. Ni lo penaliza ni se sorprende. No hay castigo para el embustero porque se da por hecho que el embuste es un argumento político tan válido como cualquier otro. No produce repugnancia saberse engañado, toda vez que el engaño forma parte nuclear de nuestra vida pública.¿Cabe mayor envilecimiento de la democracia? ¿Mayor perversión del sistema por el que nos regimos?
En Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y la mayoría de los países de la Unión Europea, lo peor que le puede ocurrir a un político es verse atrapado en un renuncio de esta naturaleza. Cualquier error se perdona, siempre que se reconozca, pero la mentira conduce inevitablemente al descrédito y al consiguiente ostracismo. Aquí no. Aquí Zapatero acudió a las pasadas elecciones con el estigma de habernos mentido a todos negando la negociación con ETA, y pese a ello ganó, mejorando sus anteriores resultados. Aquí mentir sale gratis o incluso recibe premio, si se miente con salero y con talante. ¿Para cuándo la creación de la Dirección General de Mentiras Oficiales?

No hay comentarios: