Cuando la ignorancia y los prejuicios ideológicos dominan las decisiones sobre política exterior, lo normal es que el Gobierno acabe incomunicado, desplazado de las grandes decisiones estratégicas, desterrado a papeles menores e improvisando a la carrera encuentros internacionales para paliar los daños.
Zapatero decidió a última hora asistir a la reunión de líderes progresistas que se celebra en Chile, y en la que ayer tuvo oportunidad de posar junto a Joseph Biden, vicepresidente de Estados Unidos y gran defensor de la intervención militar en Irak.
La búsqueda de una foto que lave la cara al Ejecutivo español va a convertirse en el gran objetivo de La Moncloa.
En los próximos días, el presidente del Gobierno va a realizar varios viajes que le permitirían coincidir con Obama, quien, sin embargo, no asistirá en Estambul a la cumbre de la Alianza de Civilizaciones, el fallido juguete diplomático de Zapatero.
Sin duda, una imagen conjunta de ambos presidentes será la gran baza que el Ejecutivo socialista quiera hacer valer para desmentir el deterioro diplomático español, pero el precio es caro y el resultado, efímero, como ya sabe Zapatero desde que anunció que volvía al «corazón de Europa» de la mano de Schröder y Chirac y, luego, los cambios de gobierno en Francia y Alemania desmantelaron sus previsiones. No hay foto que supla la falta de proyección internacional de un Gobierno que no ha aprendido nada de política exterior en cinco años de mandato.
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