Antonio Ferrer. Catedrático de Física de la Universitat de València
Las centrales eléctricas en España suman una potencia eléctrica instalada de unos 85 gigawatios. Las centrales nucleares representan casi el 10% de la tarta eléctrica, mientras que las de carbón y de gas (las de ciclo combinado) suman alrededor del 50%.
A la hora de la verdad, son las centrales nucleares las más eficientes ya que proporcionan el 20% de la electricidad consumida. Esto es así, porque las energías renovables y la energía hidroeléctrica son más variables.El dilema es: ¿se debe continuar emitiendo toneladas de CO2 a la atmósfera, como hacen las centrales de carbón y gas, aumentando así el temido calentamiento global o se puede confiar en el control de los residuos radiactivos de larga vida media? A este dilema hay que añadir el debate sobre la independencia energética.
Una buena tarta energética debe contener una proporción estratégicamente razonable de centrales. A corto plazo, creo que abandonar las centrales de fisión nuclear sería un grave error con consecuencias negativas respecto a la salud del planeta. Hay dos soluciones para deshacerse de los residuos radiactivo. Uno, muy creíble, que es el almacenamiento geológico profundo. El otro está probado en los laboratorios y consiste en la incineración, es decir, utilizar aceleradores para transmutar los residuos. Así, de paso, se destruirían y no habría que pensar en el futuro.
A la espera de la solución final que aportará la fusión (el proyecto ITER), lo que hace falta es más investigación y más desarrollo; formación de especialistas y técnicos y utilizar los conocimientos científicos y técnicos para resolver los problemas. Menos ignorancia y menos brindis al sol. Más recursos para la ciencia.
Las centrales eléctricas en España suman una potencia eléctrica instalada de unos 85 gigawatios. Las centrales nucleares representan casi el 10% de la tarta eléctrica, mientras que las de carbón y de gas (las de ciclo combinado) suman alrededor del 50%.
A la hora de la verdad, son las centrales nucleares las más eficientes ya que proporcionan el 20% de la electricidad consumida. Esto es así, porque las energías renovables y la energía hidroeléctrica son más variables.El dilema es: ¿se debe continuar emitiendo toneladas de CO2 a la atmósfera, como hacen las centrales de carbón y gas, aumentando así el temido calentamiento global o se puede confiar en el control de los residuos radiactivos de larga vida media? A este dilema hay que añadir el debate sobre la independencia energética.
Una buena tarta energética debe contener una proporción estratégicamente razonable de centrales. A corto plazo, creo que abandonar las centrales de fisión nuclear sería un grave error con consecuencias negativas respecto a la salud del planeta. Hay dos soluciones para deshacerse de los residuos radiactivo. Uno, muy creíble, que es el almacenamiento geológico profundo. El otro está probado en los laboratorios y consiste en la incineración, es decir, utilizar aceleradores para transmutar los residuos. Así, de paso, se destruirían y no habría que pensar en el futuro.
A la espera de la solución final que aportará la fusión (el proyecto ITER), lo que hace falta es más investigación y más desarrollo; formación de especialistas y técnicos y utilizar los conocimientos científicos y técnicos para resolver los problemas. Menos ignorancia y menos brindis al sol. Más recursos para la ciencia.
Leído en Público.
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