sábado, 29 de noviembre de 2008

El refugio nazi de una roja


Otília Castelví, catalana de Barcelona y luchadora del POUM, sobrevivió al exilio y a la guerra en Alemania. Leído en Público.
Mujeres del POUM se manifiestan en Barcelona, el 6 de octubre de 1936, para conmemorar la Revolución de Octubre de 1934.

GUILLAUME FOURMONT - MADRID - 29/11/2008 08:00
"¡La guerra! ¿Qué maldito egoísmo inspira a los hombres tantos crímenes? ¿Dónde estaba la civilización? ¿Quién juzgará a los criminales que, de lejos y con frialdad, perpetraban miles y miles de crímenes? ¡Qué absurdos¡ ¡Cuánto cinismo!" 23 de septiembre de 1943. Otília Castelví ya lleva cuatro años en el exilio, lejos de la España franquista que barrió de un golpe los sueños de una joven catalana de Barcelona. Encarcelada por pertenecer a un partido trotskista, Castelví pasó por los campos de concentración franceses antes de vivir y trabajar en la Alemania nazi.
Las palabras de Otília son el testimonio de un compromiso sin grietas por la libertad y la igualdad, por la lucha de ideales ahora escritos en De las checas de Barcelona a la Alemania nazi (Acantilado). Corrían los años veinte y Primo de Rivera "oprimía al pueblo con todo el rigor del que era capaz". Otília, entonces de 18 años, hablaba de las calles de Gràcia, ella era modista. Ahí fue donde por primera vez se vio como "una obrera consciente", cuando un tal Joaquim Maurín le "arrebató el alma".
Maurín dirigía el Bloque Obrero y Campesino que, en 1935, sirvió de base para la creación del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), en el que Otília pensaba que era posible "seguir luchando contra las injusticias". Pero para la joven modista, "los años que duró la República proporcionaron al país una libertad que no supimos emplear debidamente". La división entre los partidos de izquierdas y la ilegalización del POUM "Negrín, un estalinista disfrazado de socialista", escribe Otília en referencia a las persecuciones de sus compañeros llevaron a enfrentamientos en la zona republicana de Barcelona.
Otília compartió con detenidas franquistas checas republicanas. Por su compromiso rechazaba la comida que le daban las fascistas; "yo era un esqueleto viviente". Pronto los calabozos de la República cambiaron de dueños, aunque Otília consiguió salir. "¡Pero qué libertad!", exclama en su libro, porque "la muerte llegó aquel día a Barcelona. Todos la presentimos y, por desgracia, no nos equivocamos". Franco había tomado las riendas del país y "las ganas de huir eran cada vez más fuertes".
Un largo viaje
Empezó entonces para ella un largo viaje que la llevó hasta ironía de la historia para una trotskista la Alemania nazi. Detenida en Francia y condenada a la cárcel, pasó meses en un campo de concentración con otros refugiados. Hasta aquel día de agosto de 1940, cuando entró en Alemania. Había que salir de Francia y era imposible por el sur. Otilía pasó casi toda la II GuerraMundial en la localidad de Kinheim, donde trabajaba como costurera. Allí tuvo aquellas palabras sobre la guerra. Y desde allí volvió a huir, esta vez hacia América.
Tras conseguir la nacionalidad venezolana, Otília regresó a España en 1956 como turista. A pesar del "obstáculo psicológico" que representaba vivir bajo Franco, ella se instaló definitivamente en Barcelona tres años después. Tenía una vida "cada vez más retirada", recuerda su hijo. Él, Ulises Moulines Castelví, vive y trabaja ahora en Alemania.

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