domingo, 23 de noviembre de 2008

El futuro del turolense Pizarro.




Manuel Pizarro es de largo uno de los diputados más afanosos.
Manuel Pizarro, otrora número dos de la lista del Partido Popular por Madrid en las pasadas elecciones generales, ha visto como el tiempo le ha acabado dando la razón. Le llovieron las críticas por un debate televisivo con el vicepresidente económico, Pedro Solbes, en el que en los primeros compases olía a naufragio, pero, brochazo a brochazo cada día más negro, se van cumpliendo todos sus pronósticos económicos.

Tras la derrota en las elecciones del 9 de marzo, Pizarro se quedó descolgado del nuevo equipo de Rajoy. No podía ser portavoz porque ese puesto Mariano Rajoy lo reservaba para Soraya Sáenz de Santamaría y el propio ex presidente de Endesa rechazó entrar a formar parte de la Ejecutiva Nacional del PP.
Tampoco estaba destinado a hacerse cargo del área económica prometida a Cristóbal Montoro, por lo que el destino del turolense parecía encaminado a una fugaz vida parlamentaria como mero diputado raso.
Pero Manuel Pizarro quería seguir en el Congreso porque, como suele manifestar él mismo, tiene un compromiso con los votantes y va a estar en política los cuatro años para saldar esa deuda. Más aún después de que Rajoy acabó encontrándole su hueco como portavoz de la Comisión Constitucional.
Un papel en el que el otrora empresario se siente muy a gusto, aunque compañeros de escaños consideren que le viene pequeño. Son los mismos que, a sus espaldas, difunden toda clase de rumores sobre su futuro.
El último, y no por ello menos proclive a la ciencia ficción en política, sitúa a Pizarro como el cabeza de lista del Partido Popular a las elecciones europeas de junio de 2009.
Mariano Rajoy guarda silencio, en Génova sonríen y el entorno del señalado advierten: "Manolo no pretende hacer carrera en política".
Pero los hay empeñados en explicar su apuesta por el ex presidente de Endesa: "La cita europea va a coincidir con lo más profundo de destrucción de empleo y Pizarro podría desquitarse".
En efecto, Manuel Pizarro podría subirle los colores al Gobierno y de hecho, tras unos meses en silencio, se ha paseado por numerosos medios de comunicación remitiéndose al famoso debate con Solbes para constatar que la crisis económica se veía venir y que el Ejecutivo debió haber actuado antes.
Una vez defendida su causa, siempre según sus próximos, el interés de Pizarro pasa por llevar una vida reservada, dedicado a cumplir con sus labores parlamentarias, a las que otorga gran importancia. Con todo, dada su reconocida hiperactividad, Manuel Pizarro es de largo uno de los diputados más afanosos. En los próximos meses le va a tocar lidiar con un tema tan vidrioso como la reforma electoral. Así, tan cómodo él con todos los asuntos jurídico-constitucionales, parece difícil que el ex empresario se embarque en una aventura europea. Se verá.

No hay comentarios: