sábado, 29 de noviembre de 2008

«Nos ordenaron hacer otro 11-S»


La Policía india reconstruye el atentado a partir del interrogatorio al único de los diez terroristas capturado vivo ¿ Hallados los explosivos con los que iban a volar los pilares de los dos hoteles atacados.
Leído en La Razón, 30 Noviembre 08 - Ángel Villarino- Bangkok.
¿Cómo es posible que diez jóvenes terroristas consiguieran secuestrar el centro de la capital financiera de India durante tres días, matando a sangre fría a unas 200 personas e hiriendo a otras 300?.
La Policía y los Servicios de Inteligencia indios intentan responder al interrogante, admitiendo que muchos detalles están por esclarecer. Hasta el momento, la principal herramienta para reconstuir los hechos es la confesión forzada del único asesino que sobrevivió a la batalla, Azam Amir Kasav, de 21 años, procedente de la localidad paquistaní de Faridkov. Según la versión del terrorista, el ataque fue planeado por el llamado «Ejército para la Liberación de los Puros» (ELP), un grupo que lucha por la independencia de la región autónoma de Cachemira (de mayoría musulmana) y que tiene su base cerca de Lahore, en Pakistán. Los diez combatientes habrían sido entrenados precisamente allí, donde se les preparó para un «nuevo 11-S» (según palabras del propio asesino).
Su idea, dice el Ministerio de Interior indio, era liquidar a 5.000 personas, reducir a escombros los símbolos del poder en Bombay, atemorizar a la élite económica india y a los miles de occidentales que viven o transitan en la ciudad más cosmopolita del país. El entrenamiento recibido en los campos de la muerte consistió en «manejo de armas de fuego, explosivos y tácticas de guerrilla y acercamiento por mar», según la reconstrucción ofrecida por los oficiales encargados del interrogatorio.
También estudiaron de memoria los planos de los edificios, para moverse por ellos con más soltura y abatir sus pilares con detonaciones, algo que no lograron. La Policía india encontró varios kilos de explosivos sin usar, que hubieran podido ser suficientes para tirar abajo al menos una parte de la estructura del hotel Taj.
Antes de lanzar el ataque, los muyahidines secuestraron un pesquero y obligaron a uno de los tripulantes a conducir la embarcación hasta el puerto de Colaba, a pocos kilómetros de donde se produjeron los atentados. Una vez llegados a destino, asesinaron a sangre fría al navegante y tomaron lanchas para acercarse hasta la costa. Desde allí tomaron un taxi, en el que cargaron armas y municiones. Parece que dentro de los hoteles alguien habría introducido en días anteriores municiones, víveres y explosivos.
También se dice que llevaban un mes sobre el terreno, donde habrían alquilado un piso franco haciéndose pasar por estudiantes. Dinero no les faltaba: entre los restos mortales de los combatientes abatidos, los marines indios encontraron grandes sumas en metálico y decenas de tarjetas de crédito.
Tras desembarcar, y en menos de media hora, llegaron a los diez puntos elegidos para perpetrar la matanza y comenzaron a disparar. Según la reconstrucción oficiosa, los asesinos orquestaron una ordenada carnicería antes de que llegara la Policía: disparando contra todas las personas a la vista y lanzando granadas en las estancias más concurridas. La versión chirría levemente ante los testimonios de algunos de los supervivientes occidentales, que narran cómo les dejaron escapar al ver que sus pasaportes no eran ni británicos ni estadounidenses.

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