Tras un maltratador se oculta un hombre machista o uno emocionalmente inestable y dependiente. También puede esconderse alguien enganchado al alcohol y a las drogas, o que sufre una enfermedad mental. Pero tras la mayoría de los que cometen los delitos más graves habitan uno o varios trastornos de la personalidad y muchos de ellos tienen tendencias psicopáticas.
Pero el maltratador también se hace y ahí... se hace poco o casi nunca se hace nada.
Y en estos casos, ni la amenaza de castigo para el maltratador ni el "hay que ser buenos" sirve de nada.
Las personas con trastornos de la personalidad muestran dificultades para manejar su estrés, los problemas cotidianos y, a menudo, tienen relaciones interpersonales tormentosas con los demás.
El problema se puede presentar de forma leve o severa, pero en ambos casos el tratamiento es complicado.
Hay en todo ello razones somáticas y también psicológica y casi siempre de las dos. Recuerdo a José Luis Castillejos Brull, que me dió un curso de Pedagogía, que insistía en el "Contexto peculiar paidocenótico": lo definía como "haz de influjos indeterminados que constituyen un hecho educativo".
También recuerdo haber llegado, a través del estudio de la Historia, a descubrir que la cultura supone una "Cosmovisión", una forma de enterderme a mí, de entender las cosas que me rodean y el mundo en el que vivo, en una valoración de cuanto me rodea, una forma de estar en el mundo y con los demás.
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