lunes, 22 de diciembre de 2008

La pirámide de Zapatero


JOSÉ MARÍA CARRASCAL
NO sólo hay «pirámides» en la economía, también las hay en la política, y la que ha montado nuestro presidente no tiene nada que envidiar a la de Madoff, el de los 50.000 millones de dólares evaporados.

Uno y otro han vendido aire más que realidades, en cantidades cada vez mayores, a cada vez más personas. La única diferencia es que a Madoff se le ha descubierto la estafa cuando se hizo tan grande que no podía sostenerse. Mientras Zapatero da la impresión de que puede sostener la suya indefinidamente. No sé si se debe a que el uno opera en la economía, y con las cosas de comer no se juega, mientras el otro lo hace en la política, donde la mentira no sólo se permite, sino que se premia.
De lo que no hay duda es de que nuestro presidente ha engañado a todo el mundo con un desparpajo y una habilidad que le harían ganar un premio en un concurso de «piramidistas», si lo hubiera. Engañó a Maragall, prometiéndole darle lo que quisiera, y lo que le dio fue la patada; engañó a la ETA, ofreciéndole cosas que no podía cumplir; engañó a Rajoy no sé cuentas veces; engañó a Mas, dándole a entender que apoyaría su candidatura a president de la Generalitat; engañó a Montilla, dejándole creer que cumpliría todas las cláusulas del nuevo estatuto; ha venido engañando a los catalanes, posponiendo la aplicación de ese estatuto; nos engaño a todos los españoles, diciéndonos, primero, que la crisis económica no era tal crisis, sino «meras turbulencias», luego, que no nos afectaba, pues nuestra economía era suficientemente fuerte, por último, que empezaría la recuperación la pasada primavera, el pasado otoño, ahora dice que en abril próximo, y ya veremos lo que nos dice en abril. Y paro de contar porque se me acabaría el espacio de esta «postal» sin haber hecho lista de las falsas promesas de nuestro presidente. De «arte de lo posible», que decía Bismark, Zapatero ha convertido la política en arte de lo imposible o, más exactamente, en arte de mentir. Si el mentir es arte, sobre lo que puede haber diferencia de criterios.
Su pirámide, sin embargo, empieza a mostrar las primeras grietas. Y empieza a mostrarlas justo por donde se resquebrajó la de Madoff, por los dineros que le reclaman. Los catalanes le exigen que pague lo prometido, es decir, una financiación autonómica bastante mejor que la que tienen, negociada, además, bilateralmente entre su gobierno y el del Estado, tal como prevé su nuevo estatuto. La crisis económica le impide darles todo el dinero que piden y la ley le obliga a negociar la financiación autonómica con todas las comunidades al mismo tiempo. Y ahí están Chaves, Touriño y otros barones socialistas como cancerberos, listos a recordárselo, por si se olvida. Tal vez en los tiempos de bonanza un compromiso hubiera sido relativamente fácil, a base de dar más dinero a todo el mundo, no importa de qué forma, y posiblemente era en lo que confiaba Zapatero cuando hizo sus promesas. Pero hoy no lo hay, y el poco que hay se lo disputan todos con uñas y dientes. Como Madoff en su torre de la Tercera Avenida neoyorquina, Zapatero trata en La Moncloa de sostener su tambaleante pirámide. Las mentiras de uno y otro son bastante parecidas y las cantidades envueltas no crean que difieren tanto. Pero ahí se acaban las semejanzas. Zapatero no irá a la cárcel e incluso es dudoso que pierda su cargo. Mientras, a Madoff le esperan bastantes años en prisión. No sé, como decía antes, si se debe a que uno se movía en el terreno económico y el otro, en el político, o a que sus países son muy distintos. Tan distintos que mientras los estafados por Madoff se disponen a actuar contra él, los engañados por Zapatero siguen apoyándole, aunque maldiciéndole y a regañadientes, porque saben que con él seguirán obteniendo mejores réditos que con ninguno. En otras palabras: porque todos ellos se beneficiaron, benefician y esperan seguir beneficiándose de la pirámide.

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