lunes, 8 de diciembre de 2008

¿Inminentes cambios en el Gobierno de Zapatero?.


Hace ya algunas semanas -desde que comenzó a pronunciarse oficialmente la palabra 'recesión'-, que circula el rumor de una crisis ministerial, que es, como se sabe, prerrogativa exclusiva del presidente del Gobierno.
Recientemente Rodríguez Zapatero anunció que cuando hubiera remodelación del Gobierno crearía un Ministerio de los Deportes.

La vicepresidenta Fernández de la Vega en sus ruedas de prensa señala: sólo el jefe del Ejecutivo es el dueño de la composición de su equipo.
En principio, podría ser difícil de entender una crisis ministerial a los ocho meses de la formación del Gobierno tras las elecciones generales de marzo pero conviene recordar que en esa reciente ocasión Zapatero optó por realizar sólo unos pocos ajustes. Los tres pilares del Ejecutivo, las dos vicepresidencias y el Ministerio de Asuntos Exteriores, han permanecido inalterados desde la formación del primer gobierno en 2004.
Las áreas más desgastadas
Las únicas novedades relevantes de esta última etapa fueron la designación de Carme Chacón en Defensa y de Bibiana Aído en Igualdad (el actual Ejecutivo tiene el desgaste propio de más de cuatro años de andadura).
Pocos saben qué piensa de todo esto Rodríguez Zapatero pero es evidente que el área más desgastada, en parte por la coyuntura y en parte por las fricciones internas que ha suscitado el poco eficaz Sebastián, es la económica, en la que a Solbes le ha tocado el difícil papel de no alarmar a la opinión pública a pesar de los malos presagios que empeoraban día a día en los últimos tiempos.
También ha sufrido desgaste el área de Exteriores, muy afectada por la difícil relación con Washington, en la que quizá Zapatero, ahora asesorado por Bernardino León, quiera imprimir un aire nuevo, más y mejor adaptado a la gigantesca figura emergente de Obama.
El fondo: la gravísima crisis
Un poderoso argumento contra el relevo inmediato del equipo económico: la gravísima crisis que padecemos no ha tocado todavía fondo, por lo que quedan todavía largos meses de ingrata gestión de su agravamiento. No parece muy razonable, pues, poner ahora al frente del desastre a un sustituto de Solbes, que ya estará quemado cuando llegue el momento de guiar la recuperación.
Lo lógico sería acabar de desgastar al vicepresidente económico y a su equipo y aguardar a ver el final del túnel para designar a un sucesor, que podría ser el secretario de Estado David Vegara, muy reforzado últimamente, o un político nuevo en esta lides, y por lo tanto libre de la contaminación de la crisis (¿Ontiveros, Pedro Pérez...?).
Desgaste de la vicepresidenta
Durante la legislatura anterior, Fernández de la Vega, dotada además de una portentosa ubicuidad, era manifiestamente la gran coordinadora general del Ejecutivo, la que unificaba los discursos, la que otorgaba solvencia a los mensajes, la que representaba la voz genuina del Gobierno.
Este relativo eclipse se debe en parte, como se ha dicho, al surgimiento del monotema económico de la crisis. Y en parte también al hecho evidente de que, con el rodaje de más de cuatro años, el gabinete presidido por Zapatero ha aprendido a coordinarse solo, a ser discreto, a evitar en lo posible dejar constancia publica de sus discrepancias y contradicciones.
Salvo el inmoderado Sebastián, que practica el arte suicida de la estridencia con verdadera fruición, y del que dicen las malas lenguas que ha comenzado a ser postergado por Zapatero -ahora David Vegara sería el confidente presidencial en materia económica- el resto del Gobierno gestiona armónicamente y sin producir chirridos. Quizá -dirá algún malicioso- porque bastantes ministros presentan un perfil bajo y no tienen demasiadas propuestas que efectuar.
Jubilación ministerial
Haría mal en todo caso Zapatero si no equilibrase la provocativa juventud de una parte de su gabinete con la madurez y la experiencia de algunos referentes ministeriales de peso. Equilibrio de género, equilibrio generacional. Fernández de la Vega podrá estar desgastada pero su presencia trasmite solvencia y seriedad a un Ejecutivo en que algunos ministros -y tampoco es cosa de señalar- no dan la talla.
Solbes y Sebastián están en el punto de mira: Almunia y Vegara, recambios anticrisis.
La situación de la economía española, que le está desgastando políticamente a pasos agigantados, va a tener consecuencias para el Gobierno, que asiste a una fuerte embestida en las encuestas del Partido Popular un día sí y otro también.
Zapatero, que en las últimas semanas se ha visto obligado a tomar las riendas en materia económica y que ha llegado a confesar "que se siente solo".
Dos de los responsables del área económica, el vicepresidente segundo, Pedro Solbes, y el ministro de Industria, Miguel Sebastián, tendrían, a día de hoy, todas las papeletas para concluir su etapa gubernamental. Como sustitutos, tres nombres: Joaquín Almunia, David Vegara y Emilio Ontiveros.
La remodelación del Ejecutivo podría llevarse a cabo después de las fiestas de Navidad y con el inicio las elecciones autonómicas y europeas como fecha tope. Y es que Zapatero quiere guardarse un as en la manga si el deterioro económico continúa al mismo ritmo que hasta ahora.

Descontento presidencial
Mientras que al ministro de Economía le considera quemado y sobrepasado por los acontecimientos, al titular de Industria le tiene por "un error".
Sobre este último el propio presidente ha comentado a su círculo más cercano que su nombramiento como ministro "ha sido una equivocación" (además de sus constantes desencuentros con la vicepresidencia económica desde 2004, tiene una vinculación con poderes económicos "que no es bien vista en el partido"). La influencia de este catedrático y economista, ajeno al aparato del partido, nunca fue del agrado de gran parte de los políticos socialistas de carné ya desde que fuera fichado como asesor por Zapatero para diseñar las líneas económicas del programa electoral para los comicios de 2004.
En cuanto a Pedro Solbes, la falta de iniciativa política del ministro de Economía y Hacienda ante la situación es comentada incluso entre sus propios colaboradores. Las últimas apariciones de Solbes muestran a un hombre cansado.
La salida de Solbes del Gobierno podría tener cierto parangón con la de Jesús Caldera en su momento por los motivos de fondo: ofrecer un chivo expiatorio a la opinión pública.

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