lunes, 22 de diciembre de 2008

«El primer golpe del 36 lo dio la izquierda»


El nieto de Alcalá-Zamora cree que los papeles recuperados de su abuelo cambiarán la visión de la historia de España
«El primer golpe del 36 lo dio la izquierda»
22 Diciembre 08 - Ernesto Villar.- La Razón.
MADRID- Los pocos privilegiados que han podido asomarse a los papeles perdidos de Niceto Alcalá-Zamora, recuperados ahora por la Guardia Civil, coinciden en que son los documentos más valiosos sobre el pasado de España hallados hasta la fecha.
El historiador José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano, nieto del ex presidente de la República y del general sublevado, no necesita revisarlos uno por uno para aventurar que cambiarán la visión que se tiene del periodo más dramático de la Historia moderna de España. Durante setenta años, su familia ha estado esperándolos como quien aguarda a un hijo pródigo. Ahora ha llegado el momento de celebrarlo.
«Un hombre bueno».
¿Qué esconden, realmente, estos 1.200 documentos?.
A juzgar por lo que advierte José Alcalá-Zamora, se convertirán en una suerte de «verdad incómoda» para muchos. «Los papeles demostrarán el proceso de destrucción de la legalidad republicana que se produjo tras las elecciones del 36, que los primeros golpistas fueron los del bando de la izquierda, y que lo de la derecha fue un contragolpe» -afirma el nieto del ex presidente-.
Aportará mucho de la Historia de España, no sólo de mi abuelo». La imagen que ha perdurado de Niceto Alcalá-Zamora como político está sujeta a diversas interpretaciones. A juicio de su nieto -miembro de la Real Academia de la Historia-, basta un simple vistazo a su rostro para saber cómo era en la intimidad. «Mi padre y mi madre siempre decían de él que era un hombre bueno -afirma-.
No hay nada más que verle en las fotos para comprobarlo». Adoleció, sin embargo, de dos pecados que se convirtieron en imperdonables en aquella encrucijada histórica. El primero es que era «un poco ingenuo». El segundo, que hizo todo lo posible por ser neutral. Y lo pagó caro. «Era un hombre menos conservador de lo que se piensa, pero que estaba obligado a atender a todos. Su tragedia es que era neutral».
Y no sólo eso. Su nieto le otorga otras dos virtudes de esas de las que gusta presumir a cualquier político de nuevo cuño: demócrata e independiente: «Era un demócrata incómodo para los dos bandos, y además era un independiente. Como le ocurría a mi otro abuelo, Gonzalo Queipo de Llano, tenía un juicio independiente de cuanto ocurre».
El «hombrecillo» Azaña.
Con semejante carta de presentación, a muchos historiadores no les extraña que acabara depuesto y en el exilio. Entre sus enemigos, sus descendientes señalan a uno con el dedo: su sucesor, Manuel Azaña. «Era un hombrecillo frustrado literariamente y con poca talla política -explica José-, totalmente inexperto y gris. Mi abuelo pensaba que la República evolucionaría en unos años hacia su mayoría democrática y unas garantías constitucionales. Pero Azaña impidió abruptamente este proceso. Más que con la izquierda, se identificó directamente con la revolución».
¿Qué habría ocurrido si a Niceto Alcalá-Zamora le hubiesen permitido terminar su obra?.
Según su nieto, quizá algo muy distinto a lo que hoy relatan los libros de Historia: «Mi abuelo tenía la ilusión de cumplir los siete años de mandato, y que en ese tiempo la República se asentaría definitivamente, pero las circunstancias fueron inevitables. Era imposible evitar ese ambiente mundial horroroso enfrentado entre esos dos grandes regímenes canallescos, el fascismo y el comunismo». A la postre, esas «circunstancias inevitables» arrastraron todo lo que se encontraron a su paso. Por eso, José Alcalá-Zamora no se hace ilusiones. «Lo más dramático -afirma- era que los españoles deseaban matarse. El 90 por ciento quería eliminar a la otra parte, y contra eso es difícil luchar».
En su opinión, lo más valioso que pueden sacar a la luz los 1.200 documentos son los archivos de sus últimos días de su Gobierno, la Revolución de Asturias y el último bienio, «porque se demuestra el cambio radical que se produjo en aquellos años». Un menú realmente apetecible para cualquier historiador, no sólo los estudiosos de aquel controvertido período.
¿Dónde acabará este tesoro? José Alcalá-Zamora quiere donarlo a «una institución de plena solvencia, sin ánimo de lucro e independiente de cualquier partido político». «La Academia de la Historia, a la que pertenezco, sería un buen destino», añade. ¿Y quién tendrá acceso a ello? «Cualquier historiador que sea serio y solvente», asegura, pero advierte: «Jorge Fernández Coppel, el historiador gracias al cual se recuperaron los documentos, se ha portado extraordinariamente bien, incluso diría que ha corrido riesgos personales. Haré lo posible por tener una deferencia con él si está en mi mano».

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