domingo, 13 de marzo de 2011

«El 22-M nos lo jugamos todo, es nuestro ser o no ser por toda una generación», comenta un importante barón socialista, según el cual, con la marca ZP pueden perder hasta los calcetines.

A Zapatero, el talismán de antaño, conviene meterle en el armario

Se acabo la fiesta, señores del PSOE
Una derrota histórica en las municipales, con pérdidas de bastiones tradicionales socialistas como Barcelona y todas las capitales de provincia andaluzas.
Esto va por días, y cuesta advivinar quien será el candidato socialista, pero está claro es que Zapatero se ha caído del caballo. Y lo ha hecho de la mano de su incondicional escudero Pepe Blanco.
Como escribe Gloria Lomana en La Razón, se acabó la fiesta y Blanco se lo ha hecho ver.
La marca ZP hoy no suma, sino que resta en el partido. El acrónimo ZP es ya historia.
En una sorprendente y abrupta decisión, los barones territoriales del PSOE, que ven sus baronías en globo el próximo 22 de mayo, han expulsado a Zapatero de la campaña electoral.
Ya en Madrid, vanguardia de las fuerzas antizapaterinas y zanja política de Trinidad Jiménez, Tomás Gómez había decidido ocultar las siglas y símbolos del PSOE, antaño el único argumento real de sus candidatos.
Sin embargo, la revuelta de los caciques territoriales ha ido mucho más lejos y han decidido ocultar directamente al presidente.
El primero que habló de ello fue el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, al pedir para el 22 de mayo unas elecciones municipales y autonómicas en clave regional y municipal, algo que a Zapatero le ha costado aceptar.
A esta voz se sumó luego todo un coro, con Fernández Vara y Tomás Gómez a la cabeza, para pedir a Zapatero que quedara en los próximos comicios en un segundo plano.
Ésta y no otra es la razón por la que se ha suspendido Vistalegre. Los grandes mítines con los que, primero Felipe González y luego Zapatero, abrían y cerraban las campañas en esta plaza de toros madrileña, estaban enfocados de manera muy personalista en torno a la figura del líder.
En los últimos años en torno a la sonrisa, la camisa blanca, la chaqueta azul, los vaqueros de diseño, las cejas, los ojos, los aplausos y el logo de ZP. Aquella máquina mediática que fabricó Pepe Blanco para arrollar a Mariano Rajoy.
Pepe Blanco pues, dijo la verdad, al confesar que este cambio de rumbo de la campaña del PSOE forma parte de una nueva estrategia, que jamás desvelará porque es muy áspera.
Ahora, al talismán de antaño, al estelar Zapatero, conviene meterle en el armario y echarle siete llaves para que no asome. Llevarle a los territorios, sí, pero más bien de telonero.

Nada de plantear las cosas en torno a su figura, porque el contexto general es desfavorable, y el presidente está hundido.
Hundido en todos los sentidos. Esto explica la escueta intervención que hizo hace una semana, de apenas 7 minutos, en el último Comité Federal, en un tono muy bajo. Ninguno de los presentes le había visto antes tan decaído.
«El 22-M nos lo jugamos todo, es nuestro ser o no ser por toda una generación», comenta un importante barón socialista, según el cual, con la marca ZP pueden perder hasta los calcetines.

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