Juan Morillo Bentué.
Zapatero continúa con sus medidas liberticidas y sin sentido, que jamás se le pasarían a nadie en su sano juicio por la cabeza, especialmente en la situación en que se encuentra España.
Poco después de violar los derechos de los dueños de los bares, a los que ha arrebatado la libertad de decidir si en sus locales se puede fumar o no, el Gobierno ha optado por reducir el límite máximo de velocidad en las autovías de 120 a 110 km/h. ¿Cuál es el motivo, la justificación esgrimida? El ahorro de energía.
No creo que haya mucha gente que se crea las explicaciones del Gobierno (los expertos han demostrado que el ahorro no llegaría al 2-3%). La madre del cordero, más bien, es el afán recaudatorio del Estado.
Para mí, lo preocupante del caso no son las medidas liberticidas de turno (que también), sino las reflexiones que podemos extraer cada vez que nos las vemos con asuntos como éste.
Así, a bote pronto, se me ocurren éstas, que ponen los pelos de punta:
1) El Estado del Bienestar supone un continuo y progresivo avance del intervencionismo en todos los ámbitos de la vida.
El Estado tiende instintivamente a expandirse, a acaparar más y más funciones, poder, dinero de los contribuyentes.
En su afán de cuidarnos desde la cuna hasta la tumba, el Estado se ha arrogado ilegítimamente la función de eliminar nuestras incertidumbres y toma las decisiones por nosotros (y por nuestro bien).
2) La idea de que el Estado es un instrumento para transformar económica y socialmente las sociedades es compartida por todos los partidos políticos, sin excepción. Lo único que les diferencia son los fines que se proponen alcanzar y los beneficiarios de sus políticas.
3) En las democracias modernas, la división clásica del poder se ha quebrado y los Gobiernos han traspasado los poderes que las constituciones les habían asignado.
Lo cual, dicho sea de paso, no hace a la nuestra muy liberal, que digamos, pese a que así la llamen.
Hayek llamaba a este tipo de regímenes democracias ilimitadas. En las democracias de este tipo, los resultados no suelen ser los deseados o aprobados por la mayoría de los ciudadanos.
4) El poder político se olvida del interés general para centrarse en los grupos organizados de presión, a los que concede todo tipo de beneficios.
Esto es lo mismo que decir que los Gobiernos se centran exclusivamente en sus propios objetivos, que suelen reducirse a uno: la conservación del poder. Los políticos actúan praxeológicamente, no catalácticamente.
5) Si algo caracteriza al Estado democrático actual es la hipertrofia legislativa y la mentalidad constructivista en las ciencias jurídicas.
La ley se ha convertido en un medio para conseguir fines políticos.
El Estado democrático se ha convertido en una institución moral. Se adueña de la moral y la legisla, es decir, elige los fines que deben perseguir los individuos y los impone.
6) El único que jamás tiene la menor intención de ahorrar es el Estado. Ahora, sorprendentemente, nos dice que la reducción del límite de velocidad es para que ahorremos. Quiere estimular el ahorro privado, lo cual a mí me parece perfecto; pero viniendo el estímulo de un Gobierno que ha gastado como si no existiese mañana y ha apoyado sin reparos el consumo frente al ahorro para revitalizar la economía (¡viva Keynes!)... pues como que no me lo creo.
7) El individuo adulto espera que el Estado elimine de la vida la crueldad y la incertidumbre, y que le compense por los sufrimientos, las frustraciones y las necesidades inherentes a la propia vida. Vivimos en sociedades infantilizadas donde la gente rehuye sus asuntos y sus responsabilidades, que confía al Estado. Gente, por tanto, que entrega su libertad y su autonomía.
8) El Estado utiliza las crisis para aumentar su poder y proponerse como solución a los problemas que él mismo ha creado. Es la paradoja del intervencionismo.
9) El Gobierno dice que quiere acabar con la dependencia energética, pero se niega a liberalizar el mercado energético y a confiar en la energía nuclear (que compramos a Francia).
10) El Estado no se puede limitar. Lo siento por los liberales ingenuos que creen en la división de poderes y las constituciones, pero el poder no se divide.
Esto, como digo, son reflexiones que se me ocurren a bote pronto. Por eso decía antes que la reducción de la velocidad es lo de menos, teniendo en cuenta lo que estamos viviendo y lo que se nos viene encima.
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