El jueves 3 de marzo José Adolfo de Azcárraga, catedrático de Física Teórica, analizaba en EL PAÍS el borrador ministerial que regula la carrera docente en las universidades públicas españolas. Me llamaron mucho la atención dos aberraciones del borrador: en primer lugar, con el baremo propuesto se puede alcanzar la cúspide de esta carrera, es decir, el grado de catedrático "excelente", con un cero en investigación.
En segundo lugar, el baremo considera que muchos años de experiencia docente garantizan que se enseña bien.
Despropósitos equivalentes rigen de hecho en las oposiciones de enseñanza secundaria. Las normas que las regulan permiten que un opositor que obtenga un cero en el examen de conocimientos de su materia, pero que cuente con muchos años de experiencia docente, consiga la plaza de funcionario en detrimento de otro sin experiencia que saque un 10. El mayúsculo fraude se escamotea con la presentación de dos "trabajos" escritos en la neolengua pedagógica, cuyas notas promediarán con ese cero.
La nueva figura del profesor por puntos desprecia el esfuerzo, el conocimiento y el verdadero mérito, Tal despreocupación por la calidad del sistema educativo corrompe sus funciones de servicio público, de medio de promoción social y de instrumento de progreso.
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