lunes, 31 de marzo de 2008

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La legislatura no ha comenzado aún oficialmente y ya hay tormenta entre el Gobierno central y la Generalitat de José Montilla.
Todo a cuenta del trasvase del Segre, una obra que el Gobierno tripartito quiere acometer para llevar agua al área metropolitana de Barcelona y aliviarla así de la sequía que viene padeciendo. Consideran que la situación es de "emergencia nacional" y se dan de plazo hasta el próximo otoño para ver si mejora antes de tomar medidas drásticas.

El Ejecutivo de Zapatero no quiere ni oír hablar de esta medida. Los trasvases no entran en su hoja de ruta y abrir la mano con Barcelona supondría crearse un serio problema en la Comunidad Valenciana y Murcia.
El trasvase del Segre ha ocupado muchas páginas de periódico durante toda la semana, pero el enfrentamiento frontal se desencadenó el viernes.

En su habitual comparecencia tras el Consejo de Ministros, la prensa catalana aprovechó para preguntarle a María Teresa Fernández de la Vega sobre el asunto. Su respuesta fue clara: el Gobierno se opone a esta medida porque la considera "insostenible desde el punto de vista económico, social y medioambiental".
Además, el Ejecutivo central considera que el tripartito tiene la culpa de que la Ciudad Condal atraviese por una situación límite por no buscar remedio a la sequía a tiempo y querer recurrir a la fórmula del trasvase antes de adoptar otras intermedias, como las desalinizadoras.
Las declaraciones de Fernández de la Vega cayeron como una bomba en el Ejecutivo catalán. Tanto que el mismo sábado Montilla se apresuró a salir a escena para lanzar un mensaje contundente a Madrid. "No podemos permitir que cinco millones de catalanes se queden sin agua de boca.
Si no llueve tendremos que coger agua de donde haya para que la gente beba", señaló. A su respuesta se sumó la de otros miembros del tripartito, como el conseller Joan Saura, quien acusó a Zapatero y su Gobierno de desleales por oponerse al trasvase.

El trasvase del Segre choca con el blindaje del Ebro que promovió el Partido Socialista de Montilla en contra del Plan Hidrológico Nacional del PP.
El trasvase desde la cuenca del Ebro a la del Ter-Llobregat que propugna la Generalitat para abastecer de agua a Barcelona entra en conflicto con varias normas oficiales de protección que pesan sobre el espacio natural del Aiguabarreig.
Estas normas fueron promovidas por aquel frente común catalano-aragonés, de diversa tendencia ideológica, formado con el objetivo de torpedear el Plan Hidrológico Nacional elaborado por el Partido Popular y, más concretamente, el trasvase de agua del Ebro a la Comunidad Valenciana, Murcia y Almería.
Aiguabarreig es un amplio paraje de alto valor ecológico, formado por la confluencia de los ríos Segre y Cinca, y su posterior fusión al Ebro. Abarca a los municipios catalanes de Serós, Massalcoreig, La Granja d´Escarp y Almatreit; y a varios municipios aragoneses, en particular Torrent de Cinca y Mequinenza.
Tanto en su parte aragonesa como en la catalana dispone de figuras de protección que obligan a la salvaguarda de un espacio tan rico ecológicamente como sensible a cambios en las condiciones naturales. Y la fundamental de esas condiciones es el caudal que llega hasta el Aiguabarreig, en donde toda su riqueza medioambiental gira precisamente en torno a su peculiar masa de agua.
En plena «batalla» política contra el trasvase del Ebro al Levante incluido por el gobierno del PP en su Plan Hidrológico Nacional, en 1999 se formó un bloque de partidos que aisló a los populares.
Así ocurrió en Aragón y aquella alianza rebasó las fronteras regionales y se extendió también al PSC y a los nacionalistas catalanes.
En ese frente común se adoptaron varias iniciativas. Entre ellas, reforzar la protección del Aiguabarreig porque se consideraba que un trasvase del Ebro le afectaría.
La iniciativa la adoptó el Gobierno aragonés PSOE-PAR y, eso sí, la tomó pensando específicamente en el trasvase del Ebro al Levante. Esa medida se incardinó en la estrategia contra el Plan Hidrológico Nacional del PP compartida con el tripartito de la Generalitat.
Así, la Generalitat aprobó el 5 de septiembre de 2006 la lista de espacios de alto valor medioambiental que quedaban designados como Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Uno de esos espacios era el Aiguabarreig. En el mismo acuerdo, la Generalitat también incluía el Aiguabarreig entre los espacios propuestos para ser declarados Lugares de Interés Comunitario (LIC). Tanto ZEPA como LIC son figuras derivadas de la regulación europea de la Red Natura.

Pero la estrategia para «blindar» medioambientalmente el Aiguabarreig dio también pasos añadidos en el lado aragonés. Además de estar igualmente catalogado en esta Comunidad como ZEPA, en 2004 el Gobierno aragonés PSOE-PAR abrió un expediente para reforzar el grado de protección. En concreto, para declararlo Reserva Natural Dirigida. Sus argumentos quedaron expuestos en un anuncio publicado en el Boletín Oficial de Aragón (BOA) el 26 de abril de 2004 y elaborado por la Consejería de Medio Ambiente que dirigía por entonces y sigue dirigiendo Alfredo Boné, a su vez número dos del PAR. Ahora, Boné, su partido y sus socios del PSOE aragonés, han sido criticados por Chunta Aragonesista (CHA) por haberse pronunciado con tibieza ante el intento de trasvase de la Generalitat a través del Segre. CHA exige al PAR y al PSOE «la misma contundencia» que mostraron contra el proyecto de trasvase del Ebro al Levante.
Pues bien, en aquel anuncio oficial del 26 de abril de 2004, la Consejería de Medio Ambiente de Aragón decía abiertamente que es necesario declarar el Aiguabarreig como Reserva Natural, entre otros motivos, como una forma más de luchar contra el trasvase del Ebro.
Textualmente se decía que los valores naturales del Aiguabarreig «podrían verse seriamente comprometidos por una variación sustancial del nivel de las aguas, ya que ello supondría una modificación de la vegetación ribereña existente y la desaparición de la fauna singular que esta vegetación sustenta». En ese nivel de aguas del Aiguabarreig participa de forma decisiva el río Segre al confluir con el Cinca.
Y en el mismo texto oficial se subrayaba en aquel momento que era necesario «garantizar con la máxima urgencia» una mayor protección del Aiguabarreig ante las consecuencias «que podrían derivarse del trasvase de aguas del Ebro a otras cuencas».

El río Ebro alcanzó ayer un máximo de 3,52 metros a su paso por Zaragoza, con 1.167,68 metros cúbicos por segundo.
Un caudal algo inferior a los 1.199,81 metros cúbicos por segundo de la crecida del pasado viernes, según los datos del Sistema Automatizado de Información Hidrográfica (SAIH) del Ebro.
Aunque esta nueva crecida ha sido menor que la anterior (la que pasó por la capital zaragoza en la madrugada de viernes 28) en localidades de la provincia como Boquiñeni, por donde la cresta pasó ayer a primeras horas de la mañana, se volvieron a inundar los mismos campos, unas 120 hectáreas, que ya se habían anegado la pasada semana, señaló a Efe su alcalde, Juan Manuel Sanz.
La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ya había previsto que esta nueva avenida sería menor que la del viernes pasado, cuando el río llegó a los 3,59 metros y causó daños mínimos a las obras de la Exposición Internacional de 2008. Cabe recordar que la capital zaragoza ya vio en la noche del jueves cómo la punta de la crecida del Ebro rozaba los 1.300 metros cúbicos por segundo, es decir, cuatro veces más de lo que es habitual en estas fechas.


Un excedente, del que si se cogiese el agua adicional que pasa en poco más de cuatro minutos frente a la Basílica del Pilar, bastaría para satisfacer un día a medio millón de habitantes de la ciudad de Barcelona.
Mientras desde el Organismo de cuenca se siguen con atención la evolución de las predicciones meteorológicas, el Gobierno de Aragón mantiene activa, por prudencia, la fase de preemergencia del Plan Especial de Protección Civil de Emergencias por Inundaciones ante la previsión de nuevas lluvias en todo el norte peninsular.



El Ebro protagoniza una nueva crecida y vuelven a inundarse campos de municipios zaragozanos
S.N. ZARAGOZA
El río Ebro alcanzó ayer un máximo de 3,52 metros a su paso por Zaragoza, con 1.167,68 metros cúbicos por
segundo, un caudal algo inferior a los 1.199,81 metros cúbicos por segundo de la crecida del pasado viernes, según los datos del Sistema Automatizado de Información Hidrográfica (SAIH) del Ebro.
Aunque esta nueva crecida ha sido menor que la anterior (la que pasó por la capital zaragoza en la madrugada de viernes 28) en localidades de la provincia como Boquiñeni, por donde la cresta pasó ayer a primeras horas de la mañana, se volvieron a inundar los mismos campos, unas 120 hectáreas, que ya se habían anegado la pasada semana, señaló a Efe su alcalde, Juan Manuel Sanz.
La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ya había previsto que esta nueva avenida sería menor que la del viernes pasado, cuando el río llegó a los 3,59 metros y causó daños mínimos a las obras de la Exposición Internacional de 2008. Cabe recordar que la capital zaragozana ya vio en la noche del jueves cómo la punta de la crecida del Ebro rozaba los 1.300 metros cúbicos por segundo, es decir, cuatro veces más de lo que es habitual en estas fechas. Un excedente, del que si se cogiese el agua adicional que pasa en poco más de cuatro minutos frente a la Basílica del Pilar, bastaría para satisfacer un día al medio millón de habitantes de la ciudad de Barcelona. incluso en Zaragoza,
Mientras desde el Organismo de cuenca se siguen con atención la evolución de las predicciones meteorológicas, el Gobierno de Aragón mantiene activa, por prudencia, la fase de preemergencia del Plan Especial de Protección Civil de Emergencias por Inundaciones ante la previsión de nuevas lluvias en todo el norte peninsular.

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