Recuerda Martin Ferrand que la política, para Cánovas del Castillo, era «el arte de aplicar en cada época de la Historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible».
Conviene recordar que también Cánovas señalaba que "Un sólo partido no puede asegurar y hacer la Restauración"; "cuando a un partido le da por no participar, esto es, por el retraimiento hostil, es porque está preparando su revolución para cambiar las tornas"; "mi deber es procurar, en cuanto está a mi alcance, la formación de grandes partidos políticos en los cuales pueda apoyarse el trono para las diversas soluciones que exijan los tiempos".
El bipartidismo, que no es malo, disminuye el talento de los gobernantes cuando degenera en partitocracia y se traduce en una oficina de empleo para devotos antes que en una gestora para el progreso de la Nación.
Frente a Cánovas, Sagasta afirmaba que en España “se prefiere antes a la secta que a la patria”.
El PSOE y el PP han adquirido conciencia de que una legislatura tan crispada como la anterior no es buena para nadie. Ni para el Gobierno, ni para la Oposición, ni para la ciudadanía. Algo indeseable para el ochenta y cuatro por ciento que respalda a los dos grandes y para el resto, que se dispersa en grupos, grupitos y grupúsculos erráticos y/o separatistas. Quizás por ello el horizonte se ilumina con brillos de esperanza.
Parece que después de dieciséis meses de zancadillas y patadas en la espinilla, el PP y el PSOE han alcanzado un principio de acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Ni la Oposición está para hacerle la vida imposible al Gobierno, ni el Gobierno para humillar a la Oposición.
Afirma Martin Ferrand que “así se fortalecen las instituciones y, en lo que afecta al CGPJ, aunque Felipe González acabara con su independencia, bueno es que los dos grandes partidos no lo utilicen como una cachiporra con la que, alternativamente, castigarse el lomo.
Dado que el PP e información tienden a ser conceptos antagónicos, ignoro quién ha sido el artífice de tan deseable punto de acuerdo.
En el PSOE han tenido el buen sentido de marginar para el caso al titular de Justicia, el tonante y energúmeno Mariano Fernández Bermejo, y encargarle la misión al ministro de Defensa, José Antonio Alonso, que es persona de más equilibrio y mejores modos.
También decía Canovas que «no existe posibilidad de gobernar sin transacciones justas, honradas e inteligentes».
Ese fue el principio que le permitió, en el poder o frente a él, entenderse con Sagasta y levantar el prodigio de la Restauración en la que España, una vez más, salió del caos y el disparate.
Algo parecido a lo que pretendía la Transición y se había encasquillado en la última y poco fructífera legislatura.
Si Zapateo y Rajoy han aprendido la lección, cada uno la suya, el equilibrio Gobierno-Oposición, estimulado por la necesidad de atajar una crisis asustante, habrá de cambiar mucho y reservar el enfrentamiento para los asuntos que lo merecen y no, como ha venido siendo, como alivio de rabietas mutuas y usos electoreros.
Ni ser conservador exige ser autoritario, ni presumir del socialista, aquí y ahora, conlleva el rechazo de los supuestos benéficos del liberalismo”.
viernes, 21 de marzo de 2008
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