Pronto llegará el momento en el que, siguiendo lo establecido en nuestro ordenamiento constitucional, será investido el Presidente del Gobierno.
Antes de ser investido, el candidato propuesto por el Rey deberá exponer su Programa de Gobierno «y solicitará la confianza de la Cámara» (artículo 99. 2 CE). Para ello tendrá que convencer a los señores Diputados "que le escuchen y que estén en la Cámara Alta durante todo el discurso".
El refrendo del Congreso debería requerir, cuando menos, que en la Exposición de su Programa, el Candidato hubiese convencido a "los oyentes".
Me atrevo a sugerirle al Candidato que evite algunas cuestiones que no son convenientes (porque son polisémicas y vacías de contenido) aunque resulten convincentes, provoquen aplausos y den grandes titulares de prensa:
*.- Parto de un diagnóstico realista de las cuestiones pendientes y propongo las actuaciones adecuadas para su resolución.
*.- La España constitucional reclama una Política con mayúsculas materializada por hombres de Estado.
*.- Gobernaré para todos y cada uno de los ciudadanos. Gobierna la mayoría, pero hay que respetar a las minorías, sobre todo si son tan mayoritarias.
*.-El presidente del Gobierno lo es de la Nación española en su conjunto, y en ella cabemos todos. *.- No se puede decir a todo que sí. Aunque procuraré decirle sí a todos.
Pero si me atrevo a sugerirle, en mi insignificancia, que incluya otras que, aunque no sean convenientes ni convincentes, si son urgentemente necesarias:
*.- Todo no es susceptible de atropellada transacción.
*.- Existen principios que no entran en el mercadeo político.
*.-Defenderé todo lo establecido en la Constitución, norma básica de nuestro ordenamiento jurídico, sin atajos y trampas.
*.- Es suicida el «no decir que no a nadie». Aunque duela, lo evitaré por el bien de todos.
*.- Seré coherente en mis planteamientos.
*.- Respetaré la Instituciones, alejándolas de enfrentamientos partidistas, especialmente comprometiéndome en la efectiva independencia de nuestros principales órganos Constitucionales (el Defensor del Pueblo, el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial).
*.- No contribuiré al ambiente de cainita confrontación y descalificación personal.
*.-Evitaré todo pacto que suponga el aislamiento de cualquier grupo político representando en este Parlamento.
*.- Estudiaremos las reformas legislativas necesarias como la Ley Electoral y el cierre del modelo territorial, pero desde el consenso y desde el respeto a la forma establecida para estos casos en la propia Constitución. Nada de reformas constitucionales mediante fraudulentas revisiones estatutarias.
*.- Si la mayoría de los españoles -los exclusivos y únicos titulares del poder constituyente- desean un cambio del modelo de Estado, se hará y se hará siempre conforme a la legalidad constitucional, con luz y taquígrafos, y no a hurtadillas por una inadecuada mutación tácita de la Constitución.
*.- Parto del convencimiento de que no hay Estado que resista el incumplimiento de la Constitución y sus leyes por parte de los representantes políticos.
*.- Asumo públicamente el compromiso de respetar fielmente el Texto constitucional («Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico» art. 9. 1). En ello radica nuestro futuro político como Nación.
*.- Debemos respetar la Constitución, porque ésta «se impone a los gobernantes para precavernos contra el despotismo» y porque «la voluntad de una Nación es la ley. Sólo a ella le corresponde decir: porque queremos».
*.- Defenderé y procuraré conservar los anteriores logros de estos años de convivencia democrática, forjados en los pactos políticos y sociales de nuestra Transición Política.
*.- Recuperaré del olvido nuestra Memoria Histórica de la España constitucional.
*.-En cada uno de mis acciones como Presidente de la Nación española defenderé la vigencia de nuestros principios y valores constitucionales, por más que abordemos sus indefectibles revisiones.
*.- Haremos Política de verdad, haciendo posible lo que es necesario (sin auspiciar problemas que sólo importan a una endogámica partitocracia).
*.- Atenderemos de verdad a las cuestiones que ocupan a la ciudadanía.
*.- Suscribiremos y recuperaremos los consensos quebrantados y los obligados pactos de Estado -al menos entre los dos grandes partidos nacionales (con el 85 por ciento de los votos)- en políticas que son de Estado: las reformas constitucionales/estatutarias, la legislación electoral, el terrorismo, la educación, la inmigración y la política internacional.
*.- Dejaremos para siempre las políticas ramplonas y zigzagueantes.
Quizá el Candidato no tenga en cuenta mi opinión. Quizá no convenga recoger en su discurso lo que sugiero. Pero ¿sería necesario hacerlo?. ¡Y también después cumplirlo!.
Aunque tampoco importa demasiado. ¿La confianza del Candidato depende de la exposición del contenido de su Programa de Gobierno?.
sábado, 29 de marzo de 2008
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