Fernando Cortés Viernes, 24-04-09
La situación económica es dramática, sí, pero el que no se consuela es porque no quiere. Yo, en este cuarto de hora -y aunque no sé muy bien por qué-, prefiero ver la botella medio llena. Pienso que hay una plena determinación internacional para salir de la crisis y que las mentes más brillantes de todo el mundo están concentradas en la búsqueda de soluciones. Con esas dos premisas y los antecedentes que demuestran que el ser humano, a lo largo de la historia, ha sido capaz de superar las mayores adversidades, puede uno estar seguro de que venceremos.
Todo esto, claro, es en términos globales. En el caso español, desgraciadamente, mi optimismo se enfría un poco. Juan Ramón Quintás, presidente de la CECA, señalaba el martes que se le ponía el pelo verde ante la posibilidad de que en nuestro Gobierno no haya alguien preparando soluciones de emergencia para aquellas «situaciones catastróficas» que puedan presentarse. Zapatero -esto no lo dijo Quintás, pero lo digo yo- es un cortoplacista recalcitrante, a quien sólo importa su futuro político inmediato. Así que uno puede temerse lo peor. Sin embargo, en otras instancias políticas, y en la sociedad civil en su conjunto, sí hay mucha gente, muy brillante, buscando la salida del túnel. El propio presidente de la Confederación de Cajas o el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, son dos claros ejemplos de materia gris puesta al servicio de los intereses comunes de España.
El problema es que en tiempos de crisis las propuestas que incluyan reformas pueden resultar incómodas -como se ha visto en el caso del gobernador y las pensiones-, así que el político de turno opta por la solución más fácil, que es descalificarlas y pedir con vehemencia a quienes las plantean que se metan en sus asuntos. Gran visión, señor Corbacho.
La situación económica es dramática, sí, pero el que no se consuela es porque no quiere. Yo, en este cuarto de hora -y aunque no sé muy bien por qué-, prefiero ver la botella medio llena. Pienso que hay una plena determinación internacional para salir de la crisis y que las mentes más brillantes de todo el mundo están concentradas en la búsqueda de soluciones. Con esas dos premisas y los antecedentes que demuestran que el ser humano, a lo largo de la historia, ha sido capaz de superar las mayores adversidades, puede uno estar seguro de que venceremos.
Todo esto, claro, es en términos globales. En el caso español, desgraciadamente, mi optimismo se enfría un poco. Juan Ramón Quintás, presidente de la CECA, señalaba el martes que se le ponía el pelo verde ante la posibilidad de que en nuestro Gobierno no haya alguien preparando soluciones de emergencia para aquellas «situaciones catastróficas» que puedan presentarse. Zapatero -esto no lo dijo Quintás, pero lo digo yo- es un cortoplacista recalcitrante, a quien sólo importa su futuro político inmediato. Así que uno puede temerse lo peor. Sin embargo, en otras instancias políticas, y en la sociedad civil en su conjunto, sí hay mucha gente, muy brillante, buscando la salida del túnel. El propio presidente de la Confederación de Cajas o el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, son dos claros ejemplos de materia gris puesta al servicio de los intereses comunes de España.
El problema es que en tiempos de crisis las propuestas que incluyan reformas pueden resultar incómodas -como se ha visto en el caso del gobernador y las pensiones-, así que el político de turno opta por la solución más fácil, que es descalificarlas y pedir con vehemencia a quienes las plantean que se metan en sus asuntos. Gran visión, señor Corbacho.
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