martes, 21 de abril de 2009

El derecho a criticar y proponer


FERNANDO GONZÁLEZ URBANEJA.- Miércoles, 22-04-09
El ministro de Trabajo reclama al Banco de España que se olvide de las pensiones. Lo razonable sería lo contrario, pedir debate, crítica, ideas; más aún sobre una materia tan importante. Es legítimo que el ministro haga lo que le parezca con lo suyo, pero no con lo del común. Las pensiones no son suyas.
Además los del Banco de España hablan de pensiones porque les han preguntado en la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo. Al mandar callar el ministro ha enseñado un gesto impropio, peligroso. Además, al Banco de España corresponde por mandato legal informar sobre asuntos económicos importantes, y este lo es. El Gobierno puede no hacer caso, pero sí escuchar y respetar.
Más acertado está el secretario de Estado de Seguridad Social publicando un artículo (no canutazos) argumentado y con fundamento. Debatir y razonar, con datos y por escrito, así se ayuda a entender y a decidir.
No hay mayor problema para los españoles (y para el Gobierno) que el paro. No se arreglará con cataplasmas.
El ministro no va bien, su problema (y el nuestro) es el paro, que no acierta a comprender como fenómeno ni a mitigar y resolver. Un centenar de especialistas, profesores e investigadores, sobre mercados de trabajo plantearon ayer, como ciudadanos responsables, cuatro recomendaciones para un reforma laboral que alivie la catástrofe del paro. Se pueden discutir las propuestas, pero son medidas serias, inteligentes y muy recomendables.
No hay mayor problema para los españoles (y para el Gobierno) que el paro. No se arreglará con cataplasmas. Si fueran listos (y responsables) adoptarían esas medidas el mismo viernes, con trámite urgente en el Parlamento, en lo que fuera menester. Pero no lo harán, debe ser que confían en el cielo o los astros. Por eso se equivocan tanto en las previsiones y se ofuscan ante la realidad, que rechazan por incómoda.
La propuesta de los expertos significa sensibilidad civil, ciudadanía implicada. Pero sospecho que será como predicar en desierto.

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