viernes, 24 de abril de 2009

Optimismo patológico


JOSÉ MARÍA CARRASCAL Viernes, 24-04-09
Una de dos, o nosotros somos tontos o el hombre que nos gobierna está loco. ¿Cómo se atreve a decir que «la cifra del paro bajará en unos meses» el mismo día que el Fondo Monetario Internacional advierte que el desempleo llegará en España al 17,7 por ciento este año y al 19,3 el que viene? ¿Cómo tiene la osadía de anunciar que sus medidas anticrisis comenzarán a notarse pronto, cuando el FMI nos predice una caída del 3 por ciento en PIB en 2009 y de un 0,7 en 2010? ¿Cómo predice «colores más llevaderos» en nuestra economía, cuando el mismo organismo internacional deja nuestra recuperación para 2014? ¿Cómo habla y actúa como si la crisis estuviera controlada, cuando todos los expertos nos advierten que nos ronda el fantasma de deflación y nos recomiendan revisar a la baja el mercado de trabajo y el sistema de pensiones, algo que él rechaza categóricamente? Esto ya no son las clásicas mentiras de político, que, si bien no gustan, la costumbre ha hecho que se toleren. Ni siquiera es ese «optimismo antropológico» que venía atribuyéndosele, mitad en serio, mitad en broma. Esto es «optimismo patológico», negación de la realidad, al borde del desvarío. O, si lo quieren en el lenguaje mucho más plástico de la calle, táctica del avestruz, meter la cabeza en la arena para no ver el peligro. Hasta que el peligro nos lleva por delante, como está a punto de ocurrirnos a nosotros.
Y ahí tenemos a Chaves diciendo que sí a cuanto le piden por nuestra pedigüeña geografía
Pues el hombre al que hemos confiado nuestras vidas y haciendas no sólo insiste en que sus medidas bastarán para superar la crisis, sino que, como si no fuera bastante, se ha echado encima la reforma de la financiación autonómica, que va a costarnos un ojo de la cara. O los dos. Y ahí tenemos a Chaves diciendo que sí a cuanto le piden por nuestra pedigüeña geografía. Una vez que se ha prometido a Madrid, a Cataluña, a Valencia que se atenderán sus demandas de más competencias y recursos, el resto de las comunidades exigirá lo mismo, y ya me dirán ustedes de dónde va salir todo ese dinero, a no ser que nuestro presidente sea un mago de las finanzas que saca los miles de millones de la chistera, como los prestidigitadores los conejos, o un rey Midas, que convierte en oro cuanto toca.
Ahora comprendemos por qué cambió el gobierno y echó a Solbes, que venía diciendo que no quedaba dinero en las arcas públicas y había que acabar con la política de gasto o, mejor, derroche. Eso es herejía en el mundo fantástico de Zapatero, que ha puesto al frente del Tesoro a alguien que le dará cuanto dinero le pida, y que se ha estrenado dándole 14.000 millones de euros para avalar las deudas de los ayuntamientos. De dónde va a sacarlos, el presidente no lo sabe ni le importa, como no sabía cómo alcanzar la paz en el País Vasco negociando con ETA o articular España, con los nuevos estatutos de autonomía que tan alegremente otorgó. El caso era romper con el pasado, obedecer más a los deseos que a la realidad, que se niega, como en este caso, cuando todos los expertos de dentro y de fuera del país, incluido el gobernador del Banco de España, le advierten que sus cuentas no cuadran. ¿Qué le importa a él? Para él sólo existen las elecciones, y si para las últimas no vaciló en negar la crisis que ya nos mordía el fondo de los pantalones, para la próxima no vacilará en dejar el país endeudado por generaciones. Sin sacarnos de la crisis porque sus recetas no son soluciones; son meros parches que sirven para un apaño, pero no para resolver una crisis como ésta, al no llegar a su fondo ni enfrentarse con su realidad. Y todo, no querer admitir que se había equivocado.
Aunque la culpa no es suya. Es nuestra, que se lo permitimos.

No hay comentarios: