sábado, 25 de abril de 2009

Parados del Socialismo Obrero Español


EN ESTA España nuestra, feudo de la progresía falsaria, la P que encabeza las siglas socialistas debería en justicia corresponder a la palabra paro: Parados del Socialismo Obrero Español. El legado que mejor caracteriza a este partido.
En tiempos de Felipe González, la tasa que mide este cáncer social se situaba en el entorno del 20% (con picos del 22 justo antes de la derrota), resultado de lo que entonces se nos presentaba como un mal endémico de nuestro país. Algo así como un signo de Caín, castigo por nuestros pecados, imposible de erradicar.Dado que aquel presidente era también rojo pero menos feminista, se llegó a insinuar que la culpa era de las mujeres, que al incorporarse masivamente al mercado laboral robaban el pan a los honrados padres de familia agravando esta enfermedad incurable. La receta era: resignación.
Vino después el Ejecutivo de Aznar, con Rodrigo Rato a su lado, y pareció encontrar el remedio. En el espacio de ocho años pasamos del 22 al 8, hasta acercarnos peligrosamente a eso que los expertos llaman pleno empleo. Es verdad que con una dependencia excesiva del ladrillo y sus derivados, pero también merced a unas reformas tan profundamente impopulares como imprescindibles.Reformas destinadas a desligar el sentido del trabajo de la concepción patrimonialista y funcionarial que de él tenemos los españoles.Reformas que se abandonaron nada más desembarcar en Moncloa Zapatero, que ha estado viviendo de las rentas hasta que nos ha pillado el toro: cuatro millones de parados en vertiginoso ascenso.
Pero no es únicamente una cuestión de números. En esta patria europea del desempleo, nada hay menos democrático que el derecho a un puesto acorde con la capacidad y la disposición de cada cual. Aquí quien goza de un contrato indefinido y tiene cierta antigüedad en la empresa ve descender las posibilidades de ser despedido en la misma proporción en la que aumentan las de quien sufre una de las múltiples variedades de contrato basura, sea cual sea su valía. Aquí los jóvenes están condenados a la eventualidad mientras los liberados sindicales (302 sólo en RTVE, calculen el total nacional) se tocan la barriga a dos manos, blindados por su papel en eso que el Gobierno llama paz social.
Aquí millones des autónomos se quedan literalmente en la calle mientras la señora Salgado se niega a abaratar el despido; esto es, flexibilizar el mercado, tal como demandan los empresarios, a fin de frenar esta sangría. Es más fácil seguir mintiendo y gastando lo que no se tiene, hasta quebrar a la banca. Isabel San Sebastián en El Mundo.

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