CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS.- Lunes, 27-04-09
Un pacto de Estado frente al paro. Una moción de censura al Gobierno... Yo esperaba que los dos grandes partidos dieran una respuesta de altura a la tragedia que supone la superación de cuatro millones de parados. Por el contrario, la han traducido a una miserable cuestión partidaria, a un problema de votos.
Por parte del Gobierno yo habría esperado un llamamiento de colaboración al PP y al resto de los partidos. Yo habría querido oír algo como lo siguiente: «Pasemos de los enfoques particulares a una mesa de trabajo en común, compuesta por expertos de ideología liberal y socialdemócrata, capaz de llegar a un acuerdo sobre la salida de la recesión y la revitalización de la economía productiva... El país lo está esperando. No le defraudemos».
O bien, yo habría encontrado lógico que el PP hubiera hecho un gran desafío político como puede ser la propuesta de una moción de censura de la que pudiera salir un gobierno de confianza parlamentaria tras un gran debate social y económico. Si el partido del gobierno está cada vez más aislado, ¿por qué no buscar la clarificación en unos momentos tan gráficamente dramáticos como estos en los que la cifra de parados ha entrado ya en el quinto millón?
Me temo que gobierne quien gobierne tras la salida de la crisis volveremos a una sociedad parecida a la que hemos tenido hasta el 2009. La reanimación nos vendrá de fuera y se podrá advertir en el mercado de la vivienda que volverá a ir tirando de todo lo demás... ¿Acaso hemos conocido algún otro motor de nuestra vida económica que no haya sido el ladrillo, bien con Solbes o bien con Rato? Para entonces estaremos cerrando la central de Garoña; la Generalitat habrá presentado alguna película a los Oscar de Hollywood y en Calviá los niños podrán seguir hablando en castellano gracias a la batalla de Carlos Delgado...
Un pacto de Estado frente al paro. Una moción de censura al Gobierno... Yo esperaba que los dos grandes partidos dieran una respuesta de altura a la tragedia que supone la superación de cuatro millones de parados. Por el contrario, la han traducido a una miserable cuestión partidaria, a un problema de votos.
Por parte del Gobierno yo habría esperado un llamamiento de colaboración al PP y al resto de los partidos. Yo habría querido oír algo como lo siguiente: «Pasemos de los enfoques particulares a una mesa de trabajo en común, compuesta por expertos de ideología liberal y socialdemócrata, capaz de llegar a un acuerdo sobre la salida de la recesión y la revitalización de la economía productiva... El país lo está esperando. No le defraudemos».
O bien, yo habría encontrado lógico que el PP hubiera hecho un gran desafío político como puede ser la propuesta de una moción de censura de la que pudiera salir un gobierno de confianza parlamentaria tras un gran debate social y económico. Si el partido del gobierno está cada vez más aislado, ¿por qué no buscar la clarificación en unos momentos tan gráficamente dramáticos como estos en los que la cifra de parados ha entrado ya en el quinto millón?
Me temo que gobierne quien gobierne tras la salida de la crisis volveremos a una sociedad parecida a la que hemos tenido hasta el 2009. La reanimación nos vendrá de fuera y se podrá advertir en el mercado de la vivienda que volverá a ir tirando de todo lo demás... ¿Acaso hemos conocido algún otro motor de nuestra vida económica que no haya sido el ladrillo, bien con Solbes o bien con Rato? Para entonces estaremos cerrando la central de Garoña; la Generalitat habrá presentado alguna película a los Oscar de Hollywood y en Calviá los niños podrán seguir hablando en castellano gracias a la batalla de Carlos Delgado...
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