El Zapatero más presidencialista instala al Gabinete en la zozobra
Zapatero sigue enviando mensajes a los ministros que pueden ser relevados del cargo, aunque algunos lo pillan antes que otros.
Zapatero sigue enviando mensajes a los ministros que pueden ser relevados del cargo, aunque algunos lo pillan antes que otros.
Mientras Solbes ya sabe que el presidente convoca sin avisarle a economistas a La Moncloa para que le asesoren, De la Vega prefiere no darse por enterada de que tiene muchos boletos para salir del Gobierno si hay remodelación.
Pero, si se confirma que en el futuro Gabinete no habrá vicepresidencias, Chacón tendrá que esperar un poco más para que su perfil sea el de la 'heredera'.
Sebastián se desdibuja por minutos. Llegó a la cena con los economistas después de haberse reunido con los patronos del automóvil, pese a que no se esperaba su presencia.
(EFE) Las quinielas dejan fuera del Ejecutivo a Solbes.
Se alimenta día a día el runrún del supuesto cambio de Gobierno que prepara José Luis Rodríguez Zapatero.
De nuevo, han sido las palabras del propio jefe del Ejecutivo las que han disparado la posibilidad de una crisis de Gobierno. Cuando durante la celebración de los actos de la Constitución, el presidente soltó aquello de que la reforma de la Carta Magna "ni prioritaria" ni "imprescindible" para el Gobierno, los temores de algunos de los presentes se confirmaron: Zapatero apuesta, cada vez más, por un régimen presidencialista.
En la campaña electoral de 2004, los cuatro puntos propuestos para introducir en la reforma constitucional —eliminar la supremacía del hombre sobre la mujer en la sucesión en la Corona, convertir el Senado en una auténtica Cámara de representantes regionales, introducir en el texto constitucional la denominación de las Comunidades Autónomas e incluir una referencia a la Constitución Europea y los cambios sucedidos— fueron el eje central de su discurso electoral, asunto que siguió estando presente durante las generales del 2008.
Este giro —que podría ser matizado mañana con alusiones a 'otros problemas más graves'— confirma que Zapatero se ha afianzado, y con ganas, en La Moncloa. Cada día necesita "menos asesores de peso", mantiene un viejo consultor de la legislatura anterior.
De que el presidente está cada día más sobrado y encantado de haberse conocido hay muestras en muchos detalles.
(EFE) Las quinielas dejan fuera del Ejecutivo a Solbes.
Se alimenta día a día el runrún del supuesto cambio de Gobierno que prepara José Luis Rodríguez Zapatero.
De nuevo, han sido las palabras del propio jefe del Ejecutivo las que han disparado la posibilidad de una crisis de Gobierno. Cuando durante la celebración de los actos de la Constitución, el presidente soltó aquello de que la reforma de la Carta Magna "ni prioritaria" ni "imprescindible" para el Gobierno, los temores de algunos de los presentes se confirmaron: Zapatero apuesta, cada vez más, por un régimen presidencialista.
En la campaña electoral de 2004, los cuatro puntos propuestos para introducir en la reforma constitucional —eliminar la supremacía del hombre sobre la mujer en la sucesión en la Corona, convertir el Senado en una auténtica Cámara de representantes regionales, introducir en el texto constitucional la denominación de las Comunidades Autónomas e incluir una referencia a la Constitución Europea y los cambios sucedidos— fueron el eje central de su discurso electoral, asunto que siguió estando presente durante las generales del 2008.
Este giro —que podría ser matizado mañana con alusiones a 'otros problemas más graves'— confirma que Zapatero se ha afianzado, y con ganas, en La Moncloa. Cada día necesita "menos asesores de peso", mantiene un viejo consultor de la legislatura anterior.
De que el presidente está cada día más sobrado y encantado de haberse conocido hay muestras en muchos detalles.
La cena con los economistas
Recientemente el presidente convocó por sorpresa a cenar en La Moncloa a tres de los economistas más notables del momento: Emilio Ontiveros, consejero delegado de AFI y uno de los nombres que se utiliza en las últimas semanas como candidato a suceder a Solbes; Juan José Toribio, uno de los primeros españoles en ocupar un cargo ejecutivo en el FMI, director del IESE en Madrid y ex director del Servicio de Estudios de La Caixa; y Ángel Laborda, director de Coyuntura de la Fundación de las Cajas (Funcas). Fueron convocados por Javier Vallés, el responsable de la Oficina Económica del Gobierno.
A los postres, acudió el ministro de Industria, Miguel Sebastián, que había dedicado la jornada a los señores del automóvil y, con esta excusa, se presentó en el encuentro. Ni el vicepresidente económico, Pedro Solbes, ni el secretario de Estado de Economía, David Vegara, estaban convocados. No se sabe si conocían el encuentro.
Recientemente el presidente convocó por sorpresa a cenar en La Moncloa a tres de los economistas más notables del momento: Emilio Ontiveros, consejero delegado de AFI y uno de los nombres que se utiliza en las últimas semanas como candidato a suceder a Solbes; Juan José Toribio, uno de los primeros españoles en ocupar un cargo ejecutivo en el FMI, director del IESE en Madrid y ex director del Servicio de Estudios de La Caixa; y Ángel Laborda, director de Coyuntura de la Fundación de las Cajas (Funcas). Fueron convocados por Javier Vallés, el responsable de la Oficina Económica del Gobierno.
A los postres, acudió el ministro de Industria, Miguel Sebastián, que había dedicado la jornada a los señores del automóvil y, con esta excusa, se presentó en el encuentro. Ni el vicepresidente económico, Pedro Solbes, ni el secretario de Estado de Economía, David Vegara, estaban convocados. No se sabe si conocían el encuentro.
Nueva estructura de Gobierno
El presidente tiene sobre la mesa un nuevo organigrama para su Ejecutivo. En él se eliminan las dos vicepresidencias y da más peso a La Moncloa con el refuerzo de un Ministerio de la Presidencia, posibilidad que ya se barajó el pasado mes de marzo.
¿Se atreverá Zapatero a 'echar' a María Teresa?, un misterio. La salida de Moratinos y Solbes parece cantanda para muchos.
Reducir gastos en momentos de crisis y bajar el perfil de sus asesores sería uno de los objetivos de la supuesta crisis de Gobierno. Zapatero se encuentra más cómodo con asesores de su talla, más bien secretarios de Estado que ministros con un peso específico y que puedan hacerle sombra.
El mismo presidente se ha expresado en términos muy parecidos en más de una ocasión: quiere ministros que trabajen para él y sin mucho protagonismo. Él es quien gobierna. Ahora, cuando ha decidido tomar las riendas económicas de la crisis, será el momento de llevar a cabo tales reformas en la estructura de Gobierno.
Aunque todo son conjeturas, la decisión última en manos de Zapatero.
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