Tras el revuelo provocado por la sugerente imagen de la portavoz parlamentaria que publicó El Mundo el pasado viernes como adelanto del Magazine, que incluso ha llevado a rectificar a Rajoy, este domingo el diario vuelve a colocar en portada una fotografía de la portavoz en una postura distinta pero con idéntico atuendo y actitud.
El titular que escoge el diario para ilustrar la imagen es una de las declaraciones que hizo la dirigente popular a Nieves Herrero: "Ser mujer y joven es una combinación explosiva".
En la entrevista incluida en la sección del Magazine "A solas con…", la portavoz parlamentaria, alaba a Rajoy y al sentido del humor de su marido,"Yo me casé con un hombre que tiene una retranca bárbara. Nos reímos de las mismas cosas"–.
En la entrevista incluida en la sección del Magazine "A solas con…", la portavoz parlamentaria, alaba a Rajoy y al sentido del humor de su marido,"Yo me casé con un hombre que tiene una retranca bárbara. Nos reímos de las mismas cosas"–.
En su opinión, el mundo de la política "todavía resulta un mundo muy masculino. A las mujeres en edad fértil se nos mira como sospechosas. Piensan que cuando te embarazas vas a dejar de rendir. Ellos, en cambio, pueden tener hijos y las mismas responsabilidades". Y confiesa que le gustó la imagen de Carme Chacón pasando revista embarazada a las tropas. "Lo que me disgustó es que se viera eso como algo anormal".
Su trabajo lo define como "ilusionante y muy divertido" y dice que le da "la subida de adrenalina en el Congreso". Afirma que trabaja a su "ritmo, que es ligerito. Voy como las hormiguitas, dejando las genialidades para otros". "Hay que vacunarse todos los días contra la vanidad", dice en otro momento. "Yo procuro matarla, porque es lo peor que le puede pasar a un político". También se declara "idealista" y dice que "no quiere ser presidenta de nada, ni de la comunidad de vecinos".
De su vida personal hay pocas confesiones más, excepto los detalles que cuenta de su boda civil con el abogado Iván de la Rosa, en Brasil: "Decidimos casarnos allí porque nos apetecía hacer una boda diferente, en la intimidad. (…) Éramos 32 personas. Me hubiera dado mucho apuro una boda multitudinaria, yo para esas cosas soy muy tímida".
Sobre las críticas, dice que si "es despiadada, te hace más fuerte, y si es constructiva, aprendes". Y cuenta que en sus primeros momentos como portavoz, con "la movida tremenda con mi nombramiento", le "encantaba salir a la calle". "Las mujeres me demostraban su solidaridad".
Su trabajo lo define como "ilusionante y muy divertido" y dice que le da "la subida de adrenalina en el Congreso". Afirma que trabaja a su "ritmo, que es ligerito. Voy como las hormiguitas, dejando las genialidades para otros". "Hay que vacunarse todos los días contra la vanidad", dice en otro momento. "Yo procuro matarla, porque es lo peor que le puede pasar a un político". También se declara "idealista" y dice que "no quiere ser presidenta de nada, ni de la comunidad de vecinos".
De su vida personal hay pocas confesiones más, excepto los detalles que cuenta de su boda civil con el abogado Iván de la Rosa, en Brasil: "Decidimos casarnos allí porque nos apetecía hacer una boda diferente, en la intimidad. (…) Éramos 32 personas. Me hubiera dado mucho apuro una boda multitudinaria, yo para esas cosas soy muy tímida".
Sobre las críticas, dice que si "es despiadada, te hace más fuerte, y si es constructiva, aprendes". Y cuenta que en sus primeros momentos como portavoz, con "la movida tremenda con mi nombramiento", le "encantaba salir a la calle". "Las mujeres me demostraban su solidaridad".
Editorial de El Mundo.
MARIANO Rajoy defendió ayer en un programa de radio a su portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, de las críticas de diversos medios de comunicación por haber accedido a fotografiarse para este periódico en actitud seductora para la entrevista que hoy publica el MAGAZINE en la sección A solas con...
Lo curioso es que para elogiar a su portavoz, el presidente del PP vino a pedir disculpas por haber criticado en 2004 a las ministras de Zapatero, que posaron para la revista Vogue en La Moncloa con cuidado estilismo y elegantemente ataviadas con moda española.Entonces, Rajoy consideró que el posado de las ministras era «ridículo y lamentable», e incluso lo relacionó con la crisis del petróleo para concluir que el Gobierno no se tomaba las cosas en serio. Numerosos dirigentes del PP censuraron con dureza aquella fotografía.
Es pertinente preguntarse a qué obedece este cambio de posición.¿Incurrió Rajoy en una desmesura cuando criticó a las ministras del PSOE, o ha llevado tan lejos el giro que quiere imprimir al partido que está dispuesto a revisar incoherentemente sus propias posiciones políticas y declaraciones? Pueden achacársele ambas cosas. Ya en su momento, este periódico consideró exagerado el tono de las críticas de Rajoy al posado de Vogue, a pesar de que la foto en sí nos pareció un error. Ahora resulta imposible no relacionar el repentino arrepentimiento del líder popular con la orden transmitida por la dirección del PSOE a todos sus cargos para no hablar de la foto de la portavoz del PP. No deja de resultar curioso que ambos partidos se pongan de acuerdo para desactivar la polémica en torno a asuntos de los que todo el mundo habla. Conviene aclarar que el reportaje de una o varias políticas en un medio de comunicación es tan acto público como una comparecencia parlamentaria, por lo que puede ser debatido con la misma naturalidad.
Para desmontar algunos de los infundios que se han difundido, hemos de precisar que ninguno de los periodistas que participaron en la producción de ese reportaje pactaron restricción alguna sobre el uso de las fotografías. Tampoco la protagonista lo pidió, por lo que EL MUNDO no ha incumplido ningún compromiso ni mucho menos tuvo el propósito de perjudicar a nadie publicando la foto -que como dijo Rajoy es «muy bonita»- en primera página. ¿Quién puede discutir su interés periodístico? ¿No es habitual que todos los diarios reproduzcamos contenidos de publicaciones de otra periodicidad? La mejor prueba de que esa imagen era noticia es que cada uno tiene una opinión propia sobre ella. Mientras que algunos creen que se trata de una iniciativa atrevida, transgresora y audaz por parte de Soraya Sáenz de Santamaría, otros opinan que la instantánea contribuye a perpetuar el estereotipo de la mujer como objeto sexual. Curiosamente -a pesar del silencio socialista-, esta obsesión es la que impregna la totalidad de las políticas de igualdad del Gobierno y el leit motiv que lleva al Ministerio a censurar la exhibición de la sensualidad de la mujer en anuncios publicitarios.
¿Ha cometido un error la portavoz del Grupo Popular? Es opinable.Creemos que no. En todo caso, desde el punto de vista político su foto es mucho más defendible que el posado de las ministras, para el que se utilizó La Moncloa como si fuera una pasarela.Otra cosa es que este debate sería muy distinto si el PP estuviera fuerte en intención de voto. Seguramente la foto habría sido elogiada como una forma brillante e irónica de cambiar la vetusta imagen del partido. Pero como a perro flaco todo son pulgas, resulta que esta instantánea tan poco habitual de Sáenz de Santamaría puede ser interpretada como una metáfora de la realidad de un PP y un líder que no terminan de sentirse seguros del terreno que pisan.
Es pertinente preguntarse a qué obedece este cambio de posición.¿Incurrió Rajoy en una desmesura cuando criticó a las ministras del PSOE, o ha llevado tan lejos el giro que quiere imprimir al partido que está dispuesto a revisar incoherentemente sus propias posiciones políticas y declaraciones? Pueden achacársele ambas cosas. Ya en su momento, este periódico consideró exagerado el tono de las críticas de Rajoy al posado de Vogue, a pesar de que la foto en sí nos pareció un error. Ahora resulta imposible no relacionar el repentino arrepentimiento del líder popular con la orden transmitida por la dirección del PSOE a todos sus cargos para no hablar de la foto de la portavoz del PP. No deja de resultar curioso que ambos partidos se pongan de acuerdo para desactivar la polémica en torno a asuntos de los que todo el mundo habla. Conviene aclarar que el reportaje de una o varias políticas en un medio de comunicación es tan acto público como una comparecencia parlamentaria, por lo que puede ser debatido con la misma naturalidad.
Para desmontar algunos de los infundios que se han difundido, hemos de precisar que ninguno de los periodistas que participaron en la producción de ese reportaje pactaron restricción alguna sobre el uso de las fotografías. Tampoco la protagonista lo pidió, por lo que EL MUNDO no ha incumplido ningún compromiso ni mucho menos tuvo el propósito de perjudicar a nadie publicando la foto -que como dijo Rajoy es «muy bonita»- en primera página. ¿Quién puede discutir su interés periodístico? ¿No es habitual que todos los diarios reproduzcamos contenidos de publicaciones de otra periodicidad? La mejor prueba de que esa imagen era noticia es que cada uno tiene una opinión propia sobre ella. Mientras que algunos creen que se trata de una iniciativa atrevida, transgresora y audaz por parte de Soraya Sáenz de Santamaría, otros opinan que la instantánea contribuye a perpetuar el estereotipo de la mujer como objeto sexual. Curiosamente -a pesar del silencio socialista-, esta obsesión es la que impregna la totalidad de las políticas de igualdad del Gobierno y el leit motiv que lleva al Ministerio a censurar la exhibición de la sensualidad de la mujer en anuncios publicitarios.
¿Ha cometido un error la portavoz del Grupo Popular? Es opinable.Creemos que no. En todo caso, desde el punto de vista político su foto es mucho más defendible que el posado de las ministras, para el que se utilizó La Moncloa como si fuera una pasarela.Otra cosa es que este debate sería muy distinto si el PP estuviera fuerte en intención de voto. Seguramente la foto habría sido elogiada como una forma brillante e irónica de cambiar la vetusta imagen del partido. Pero como a perro flaco todo son pulgas, resulta que esta instantánea tan poco habitual de Sáenz de Santamaría puede ser interpretada como una metáfora de la realidad de un PP y un líder que no terminan de sentirse seguros del terreno que pisan.
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