sábado, 31 de enero de 2009

¡Es el estupidismo, estúpido!


TOMÁS CUESTA.- Sábado, 31-01-09
SEGÚN Gustave Flaubert (el de Madame Bovary, ya saben), toda la historia de la civilización occidental se podría desglosar en tres etapas: el paganismo, el cristianismo y el estupidismo. La afirmación, desde luego, constituye un desplante, un sublime guantazo, una manera de decir aquí estoy yo, a ver quién es el guapo que me planta cara.

Rodríguez Zapatero -que no distingue entre Auguste Comte y Louis Van Gaal y es un «positifista» a ultranza- se ha convertido en la demostración incontestable de que Gustave Flaubert no exageraba un ápice. Ejerce de quintaesencia farragosa (...) del páramo mental en el que ha echado raíces una modernidad de chichinabo.
El actual presidente del Gobierno -y lo que te rondaré, morena, al paso que vamos- no se da por contento con que la «inteligentzia» de pancarta renueve aquel infame compromiso que suscribieron con Fernando VII otros supuestos intelectuales: «Lejos de nosotros, sire, la funesta manía de pensar».
¡Anda que tardaron en pensárselo los lacayos de antaño!. Pues lo mismo han tardado los de hogaño.
El señor Zapatero, sin embargo, quiere dejar en evidencia al monarca felón e indeseable. Pretende conseguir, a cualquier precio y cuanto antes, que el estupidismo alcance a convertirse en religión de Estado.
Erradicada la funesta manía de pensar -que es un paso importante, pero únicamente un paso-, hay que engrasar la máquina de violar conciencias y de ahormar voluntades. Tras demoler el sistema educativo (o, mejor dicho, lo poco que aún quedaba), ahora el objetivo es transformar las aulas en tintorerías cerebrales. El día en que los zopencos sean zombis no habrá sino zetas en el abezedario. Y en el Congrezo, claro.
(...) La Reeducación para la Ciudadanía (la educación engendra seres libres; la reeducación, por contra, es el troquel del vasallaje) no es, al fin y al cabo, sino la asignatura pendiente de la izquierda respecto a su tradición totalitaria.
(...) No obstante, la inopia cultural de Zapatero y sus mesnadas no les permite aspirar al título de ingenieros de almas. Capadores de ánimos, si acaso. Lo peor del asunto es que el estupidismo se contagia y palmas de la risa o la espichas del pasmo. Verbi gratia: ¿Qué ocurriría si Gustave Flaubert, una eminencia en amoríos y corazonadas, supiese que el profesor Marina -¡faro de ciudadanos!- sostiene, con un par, que el sexo es solidario? El cementerio en pleno se iba a partir la caja. La corrida de la Beneficencia, hombre de Dios. Mira que el chiste es rancio.

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