El vicepresidente económico, Pedro Solbes, sometió ayer al país a una fría ducha de realidad. Corrigiendo de forma dramática el optimismo de Zapatero, nos situó en un escenario de una crisis larga, una fuerte recesión económica y un espectacular crecimiento del paro en los próximos años. Pero la realidad siempre es peor de como la pinta Solbes. La cuestión es si este Gobierno, que se había negado hasta ahora a asumir la dura realidad, está en disposición de sacarnos de la crisis. La respuesta es no.
Rodríguez Zapatero se ha convertido en el principal lastre para la economía española. El presidente ha acumulado demasiadas hipotecas políticas que lastran el futuro de todo el país. La primera hipoteca son sus promesas electorales, situadas fuera de toda realidad. La segunda son las deudas contraídas con sus socios nacionalistas en la legislatura anterior, cuyo pago es ahora reivindicado por los nacionalistas de su propio partido en Cataluña. La tercera hipoteca es haber radicalizado su electorado, lo que le impide afrontar cualquiera de las reformas estructurales que requiere nuestra economía para salir de la crisis.
Es cada vez más evidente que Zapatero mintió deliberadamente a los españoles durante la última campaña electoral. El candidato socialista no se limitó a negar la posibilidad de una crisis económica en nuestro país, sino que insultó zafiamente a todos aquellos que la anunciábamos descalificándonos como agoreros, profetas del desastre y antipatriotas. Pero no sólo ocultó la crisis, sino que lanzó promesas como el pleno empleo y ofreció todo tipo de cheques electorales hoy de imposible cumplimiento. Esas mentiras pesan ahora como una losa en la política económica del Gobierno. En primer lugar, porque han retrasado la respuesta del Gobierno a esta crisis hasta el punto de aprobar para 2009 unos presupuestos irreales. Y cuando el Gobierno quiera reaccionar de verdad será demasiado tarde. En segundo término, porque Zapatero deberá traicionar su palabra y la confianza de quienes de buena fe creyeron sus mentiras. Y eso es lo peor que puede hacer un político.
Su segunda hipoteca son las deudas contraídas con los nacionalistas por el apoyo recibido en la anterior legislatura, una deuda de la que ahora Montilla se ha hecho acreedor subsidiario. Para sacarse de encima la patata caliente del estatuto catalán, Zapatero diseñó un sistema de financiación para Cataluña que suponía un espectacular incremento de los fondos para la Generalidad. Para no generar un agravio insoportable con el resto de comunidades, se ha embarcado ahora en una revisión del modelo de financiación que consiste en dar más dinero a todos. El problema es que con un déficit público disparado ya al seis por ciento en 2009 las cuentas no cuadran. En un momento en que la austeridad presupuestaria debería ser la norma, Zapatero anda disfrazado de rey mago sentado en La Moncloa prometiendo a cada presidente autonómico que le visita todo lo que pide. Pero la Navidad ha terminado y Solbes sabe que si concede todo lo que le piden puede precipitar la quiebra del Estado.
La tercera hipoteca de Zapatero es haber escorado tan a la izquierda a su propia base electoral que ahora es rehén de su propia radicalidad. Es más, la crisis económica ha exacerbado aún más el discurso ideológico del Gobierno culpando al capitalismo de todos los males actuales, criminalizando a la derecha como una amenaza para los derechos sociales y centrando su política en camuflar los síntomas de la crisis en vez de buscar soluciones a sus causas. En estas circunstancias Zapatero está políticamente invalidado para iniciar una sola de las reformas estructuras que necesita nuestra economía. El ejemplo más paradigmático fue la última comparecencia del ministro de Trabajo en el Congreso negando cualquier posibilidad de reforma laboral mientras el paro se dispara hacia los cuatro millones y España genera uno de cada dos parados de la Unión Europea.
Estamos ante la peor crisis económica de nuestra reciente historia democrática, pero no tengo ninguna duda de que los españoles tenemos la voluntad y la capacidad para superarla. Sin embargo, tengo la misma certeza de que salir de la crisis no será posible con un presidente del Gobierno superado por la realidad, tan hipotecado políticamente e incapaz de adoptar las decisiones que necesitamos. Es más, tengo la convicción de que cuanto más dure Zapatero, más dura y profunda será la crisis.
Ignacio Cosidó es diputado del Partido Popular por Palencia.
Rodríguez Zapatero se ha convertido en el principal lastre para la economía española. El presidente ha acumulado demasiadas hipotecas políticas que lastran el futuro de todo el país. La primera hipoteca son sus promesas electorales, situadas fuera de toda realidad. La segunda son las deudas contraídas con sus socios nacionalistas en la legislatura anterior, cuyo pago es ahora reivindicado por los nacionalistas de su propio partido en Cataluña. La tercera hipoteca es haber radicalizado su electorado, lo que le impide afrontar cualquiera de las reformas estructurales que requiere nuestra economía para salir de la crisis.
Es cada vez más evidente que Zapatero mintió deliberadamente a los españoles durante la última campaña electoral. El candidato socialista no se limitó a negar la posibilidad de una crisis económica en nuestro país, sino que insultó zafiamente a todos aquellos que la anunciábamos descalificándonos como agoreros, profetas del desastre y antipatriotas. Pero no sólo ocultó la crisis, sino que lanzó promesas como el pleno empleo y ofreció todo tipo de cheques electorales hoy de imposible cumplimiento. Esas mentiras pesan ahora como una losa en la política económica del Gobierno. En primer lugar, porque han retrasado la respuesta del Gobierno a esta crisis hasta el punto de aprobar para 2009 unos presupuestos irreales. Y cuando el Gobierno quiera reaccionar de verdad será demasiado tarde. En segundo término, porque Zapatero deberá traicionar su palabra y la confianza de quienes de buena fe creyeron sus mentiras. Y eso es lo peor que puede hacer un político.
Su segunda hipoteca son las deudas contraídas con los nacionalistas por el apoyo recibido en la anterior legislatura, una deuda de la que ahora Montilla se ha hecho acreedor subsidiario. Para sacarse de encima la patata caliente del estatuto catalán, Zapatero diseñó un sistema de financiación para Cataluña que suponía un espectacular incremento de los fondos para la Generalidad. Para no generar un agravio insoportable con el resto de comunidades, se ha embarcado ahora en una revisión del modelo de financiación que consiste en dar más dinero a todos. El problema es que con un déficit público disparado ya al seis por ciento en 2009 las cuentas no cuadran. En un momento en que la austeridad presupuestaria debería ser la norma, Zapatero anda disfrazado de rey mago sentado en La Moncloa prometiendo a cada presidente autonómico que le visita todo lo que pide. Pero la Navidad ha terminado y Solbes sabe que si concede todo lo que le piden puede precipitar la quiebra del Estado.
La tercera hipoteca de Zapatero es haber escorado tan a la izquierda a su propia base electoral que ahora es rehén de su propia radicalidad. Es más, la crisis económica ha exacerbado aún más el discurso ideológico del Gobierno culpando al capitalismo de todos los males actuales, criminalizando a la derecha como una amenaza para los derechos sociales y centrando su política en camuflar los síntomas de la crisis en vez de buscar soluciones a sus causas. En estas circunstancias Zapatero está políticamente invalidado para iniciar una sola de las reformas estructuras que necesita nuestra economía. El ejemplo más paradigmático fue la última comparecencia del ministro de Trabajo en el Congreso negando cualquier posibilidad de reforma laboral mientras el paro se dispara hacia los cuatro millones y España genera uno de cada dos parados de la Unión Europea.
Estamos ante la peor crisis económica de nuestra reciente historia democrática, pero no tengo ninguna duda de que los españoles tenemos la voluntad y la capacidad para superarla. Sin embargo, tengo la misma certeza de que salir de la crisis no será posible con un presidente del Gobierno superado por la realidad, tan hipotecado políticamente e incapaz de adoptar las decisiones que necesitamos. Es más, tengo la convicción de que cuanto más dure Zapatero, más dura y profunda será la crisis.
Ignacio Cosidó es diputado del Partido Popular por Palencia.
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