domingo, 18 de enero de 2009

Terrible de ser cierto. ¿En manos de quien estamos?.

Leo en ABC, bajo el título "Pilotos: Verdugos y Víctimas", 18 de enero de 2009.

"Primera hora de la mañana en un hotel de Palma de Mallorca. El comandante del avión de Iberia con destino a Madrid que va a despegar en unos minutos apura su café. Un hombre entra en las dependencias del hotel y se dirige a su mesa.
Se identifica como uno de los técnicos que ha hecho la inspección diaria de la aeronave que ha de partir y le avisa de que dentro de una rueda hay «piezas rotas y cables pelados», pero que le han ordenado que lo cierre y que el avión siga volando.
«He venido para que usted lo sepa, por si quiere pedir otra revisión. Iba camino de casa y no quería irme con eso. Ya me voy tranquilo».
Entonces, «el piloto pidió una nueva inspección y el avión estuvo retenido por ese motivo cuatro horas.
¿Huelga de celo, trabajo a reglamento? ¡No, no! Se cumplió la normativa, porque la seguridad está por encima de todo eso, y se pudo hacer porque era Iberia; que en una compañía pequeña —no en todas, ya que EasyJet funciona muy bien y no hace piratería, puntualiza—, la reacción hubiera sido: o vuelas o a la calle». Lo cuenta a D7, una semana después de que sucediera el incidente al término de las vacaciones de Navidad, un comandante de la misma compañía con más de veinte años de servicio, y cuyo nombre prefiere que deje en el anonimato, aunque acepta la grabación de sus palabras y ofrece pruebas del testimonio. «¿Están ustedes en huelga? Es evidente», insisto; pero mi interlocutor, lo niega. «No encontrará a nadie que reconozca tal cosa.
Lo que sucede es que ya no hacemos favores. Somos unos asalariados —su sueldo es de 6.000 euros netos al mes por una media de 160 horas de trabajo— y nos dedicamos a cumplir con nuestro trabajo, pero nada más».
Este hombre de 46 años, que lleva en el mundo de la aviación desde los 17, tardó en llegar a Iberia una década en que tuvo que lidiar con todo tipo de trabajos y empresas. «La edad dorada de la aviación ha muerto», sentencia. «Las compañías están sometidas a la presión de la cuenta de resultados. Se pretende que todo sea lo más barato posible. El pasajero lo único que compra es precio y las compañías van por ese camino porque los Gobiernos les han cedido todas las competencias de regulación. El futuro de un chico que quiere ser piloto es muy negro, deben gastar mucho dinero y hacer horas de vuelo en compañías donde se juegan la vida y donde mueren sin que nadie dé una explicación. Pero la sociedad lo va a pagar porque ellos serán los comandantes de la próxima generación y la forma en que se vuela en muchas empresas es tragando: parar un avión es carísimo»".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recuerdo que en la época de Felipe González, uno de sus ministros (en un conflicto con el SEPLA) se le ocurrió algo brillante sobre los pilotos. Uno de ellos le replicó: si usted (y los que son como usted) pretendieran pilotar un avión, éste ni despegaría y si un piloto tuviera que hacer de ministro, quizás las cosas irían mejor.
Conozco la vida de los pilotos y su exigente formación y su trabajo y su sueldo y sus gastos y no es lo que se dice.
Hb