domingo, 5 de octubre de 2008

¿Falsa memoria histórica?


La sociedad abierta y pluralista no admite la existencia de una «verdad oficial», propia de los regímenes autoritarios.
La memoria es una cuestión estrictamente personal porque depende de vivencias y recuerdos que no pueden ser sometidos a un pensamiento único.
Son los historiadores los que deben estudiar con objetividad los hechos tal y como han sucedido y ofrecer el resultado de sus investigaciones desde un punto de vista científico, basado siempre en fuentes documentales. Lo contrario conduce a un planteamiento dogmático, cuyo objetivo es utilizar el pasado para justificar una posición partidista, con una concepción impropia de un Estado democrático de Derecho.


Leo y anoto lo que leo:
"Magnificar la II República, un régimen convulso que culminó en una trágica guerra civil, es no sólo un error histórico grave, sino también un nuevo capítulo en la pretensión de avivar las diferencias entre los españoles.
Los países serios miran al presente y al futuro, y asumen la historia en toda su integridad, con sus grandezas y sus servidumbres. No la utilizan para descalificar al adversario y justificar alianzas coyunturales con partidos que se sitúan en los márgenes del sistema.

Desde El manifiesto comunista de Karl Marx se prevé el asesinato de clases sociales enteras para acelerar el paso de la historia e imponer la dictadura del proletariado.

Resulta sonrojante para el PSOE que se le recuerde que su patrono amenazó de muerte a un presidente como Maura. Don Pablo fue un apologeta del asesinato de Canovas, pidió la desaparición (léase exterminio) de los curas y se opuso a las leyes antiterroristas de comienzos del siglo XX. En suma, como buen marxista, era anticlerical y antidemócrata: un totalitario en toda regla. Eso sí, de izquierdas, lo cual siempre resulta loable.

Toda la plana mayor del PSOE incitó a la revolución de Asturias contra el Gobierno legítimo del centro y la derecha, llegando a armar a los obreros para que dieran un golpe de Estado e implantaran la tiranía socialista. En palabras de Indalecio Prieto: "¿Concordia? No. ¡Guerra de clases! Odio a muerte a la burguesía criminal. Pase lo que pase, ¡atención al disco rojo!".

En Paracuellos del Jarama, cerca de Madrid, bajo las órdenes de Santiago Carrillo, Segundo Serrano Poncela, ejecutó a más de 4.200 personas.
La responsabilidad de aquél, en la actualidad miembro del PSOE, es irrefutable. De hecho, el delegado de la Komintern, Gueorgui Dimitrov, llegó a escribir, en una carta hallada en los archivos de la antigua URSS, que "Carrillo (...) dio la orden de fusilar a los (...) fascistas detenidos".

¿Fue lamentable la construcción de escuelas en la república? No, claro, pero conviene rebajar las cifras de la propaganda a las cifras reales; y resultó muy lamentable que, con pretextos demagógicos, lo poco que se adelantó entonces se echara a perder con la persecución a la enseñanza católica y la liquidación de centros muy prestigiosos, entre ellos lo único parecido a una facultad de ciencias económicas que había en España. Y también debe lamentarse que esa construcción de escuelas fuera acompañada de la quema de otros centros de enseñanza, de importantes bibliotecas, etc. Y es lamentable que el señor Cullà mencione sólo del primer bienio, olvidando que los presupuestos de enseñanza, nunca muy altos, aumentaron en el segundo bienio.

¿Y qué decir del voto de las mujeres? Buena parte de la izquierda lo consideró muy lamentable, como es sabido, e incluso se opuso a él con el poderoso argumento "democrático" de que las mujeres votarían mayoritariamente a las derechas, en lo que tal vez acertaran.

En cuanto a la despolitización del ejército, no hubiera sido nada lamentable, pero por desgracia se hizo exactamente lo contrario, como cualquier historiador debiera saber.

Lo mismo con respecto a la "secularización del Estado" Las izquierdas impusieron por rodillo una Constitución no laica, sino anticatólica, es decir, contraria a los sentimientos y creencias de la mayoría de la población, infringiendo de paso diversas libertades básicas, como reconoce el propio Azaña.

Y, en fin, la reforma agraria... Algo extraordinariamente lamentable, por su ridícula extensión y por la carga de demagogia y odio con que fue acometida. Fue uno de los grandes fracasos del primer bienio, y la lectura de Azaña al respecto no le haría ningún mal al señor Cullà.

Y ya, puestos en ese plan, ¿fue lamentable la quema de conventos, bibliotecas y escuelas? ¿Fue lamentable la Ley de Defensa de la República que reducía a poca cosa los derechos ciudadanos? ¿Fue lamentable la insurrección, planteada como guerra civil, del PSOE, los nacionalistas catalanes y otros, en 1934? ¿Fueron lamentables las elecciones de febrero del 36, en un clima de violencia e irregularidades? ¿Fue lamentable el proceso revolucionario extremadamente violento abierto por esas elecciones y el anómalo triunfo del Frente Popular? ¿Fueron lamentables la posterior y arbitraria revisión de actas para reducir a la inoperancia la representación derechista, o la destitución de Alcalá-Zamora, o la liquidación de la independencia del poder judicial?

Por poner unos cuantos problemas sobre los que el señor Cullà podrá, si le apetece, reflexionar larga y espero que provechosamente. El País, España, 26 de abril de 2004

El por qué de este tipo de genocidios lo explica a la perfección una reputada política del PSOE, Margarita Nelken: "(...) nos harán falta llamas gigantescas que se verán desde cualquier punto del planeta y olas de sangre que teñirán el mar". Y así fue. Violaciones de monjas, quema de iglesias y conventos y asesinatos de sacerdotes se sucedían, en una orgía de sangre y llamas como pedía Nelken. Las cifras hablan por sí mismas: 6.832 sacerdotes y religiosos fueron asesinados durante la Guerra Civil en la zona republicana.

Pocos años después, en Katyn (Rusia), proseguía el experimento socialista de crear al hombre nuevo. Stalin, aquel político a quien tanto admiró Carrillo, ejecutaba a 21.857 presos, para luego imputar el exterminio a sus ex camaradas nazis.

Katyn y Paracuellos fueron dos ejemplos de lo que supuso la revolución socialista. Los que no van a los homenajes de ciertos políticos no son los malos. Los malos son quienes mienten y reinventan la historia de España para practicar un victimismo que oculta su cara más sangrienta.

La gente no está dispuesta a comulgar con ruedas de molino".

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